No hace mucho un exministro socialista de la época González
tildaba de políticos de laboratorio, de salón,
a algunos de los nuevos dirigentes actuales que desconocedores de la
sociedad que les rodea se atreven a pergeñar medidas, soluciones que la propia
sociedad rechaza, mientras que sus
ciudadanos dóciles, engañados y desesperanzados soportan los abusos,
desconsideraciones y atropellos que la clase política perpetra desde el pasado
21 de diciembre de 2015, fecha de la primera cita electoral, sin el menor
rubor ni arrepentimiento, y sin que se atisbe ninguna solución al problema.
En todo este tiempo, más de ocho meses, a pesar de las múltiples reuniones, ruedas de
prensa, paseos fotográficos por la Carrera de San Jerónimo, repetición de elecciones…el bloqueo
político persiste y el único rasgo de
ingenio, de creatividad, de solvencia política no apareció hasta ayer, cuando
en las portadas de los rotativos nacionales aparecían las contundentes palabras
del expresidente de Extremadura , Don Juan Carlos Rodríguez Ibarra que, por
aquello de” quien tuvo, retuvo”, tildó la pretensión de celebrar las terceras
elecciones el día de Navidad “de chantaje, de acto de corrupción”. ¡Esto se
empieza a animar!
Una vez más se
demuestra que en la política como en cualquier otra actividad de la vida, la
experiencia es un grado, una seguridad, un aval. Lo lamentable es que se haya tardado más de 8
meses en reaccionar, ya que de haber sentido de Estado y de oportunidad
política este tema se hubiera resuelto el pasado 21 de diciembre, pues antes,
ahora y después Rajoy y Sánchez se necesitan, y de persistir en el bloqueo, en
la sinrazón, de no cambiar de actitud, de poco sirve convocar nuevas elecciones
con los mismos líderes, pues los resultados no sufrirán grandes cambios, y es aquí donde quizás atisbo la estrategia de
Sánchez de bloquear la situación en su vano intento de ganar tiempo o de morir matando.
Si Rodriguez Ibarra ha tenido el coraje de expresar lo que
siente ante cita electoral, con la agudeza, frescura y precisión que le
caracteriza, creo que quizás no ha reparado en las consecuencias que se derivan
de la situación de bloqueo político que quiere imponer su partido, y es que
entre los múltiples males y consecuencias de todo tipo, lo más peligroso y lo que
está calando más en la voluntad de los ciudadanos es la desconfianza hacia
el sistema parlamentario que
optimistamente nos dimos en referéndum
allá por 1978 y que ,de persistir la situación, la previsible reacción de ciudadanos
será el silencio, el desprecio, la abstención, el olvido...quizás hasta la propia quiebra del
sistema. No nos dejan otro camino. ¿Queremos esto? ¿Es bueno y deseable? Estamos
en época de reformas y de subsanar errores o fallos del
actual sistema vigente, que los hay, y para ello se necesita altura de miras. El periodista
Emilio Romero en una Conferencia pronunciada en el Club Siglo XXI un 5 de marzo
de 1981 tildaba a esta nueva Democracia,
que él llamaba la 4ª desde la implantación del sufragio universal, (la
primera la de 1869, y las otras en
1876,1931 y 1978 respectivamente) de imperfecta y ya entonces denunciaba que el procedimiento electoral no se ajustaba a la voluntad nacional y como prueba recordaba que en la sesión de
investidura de abril de 1979 Suárez
obtuvo 183 votos favorables que correspondían a 7.755.405 votantes, mientras
que los que votaron en contra fueron 149 que representaban a 8.294.144 ciudadanos
. Esto es y era sabido por todos y hasta
ahora , quienes podían cambiarlo, entre ellos el PP y el PSOE, no han querido.
Dentro del posibilismo político en que nos movemos en Europa,
no viene mal recordar que en el Congreso
Extraordinario de 29 de setiembre de 1.979, el PSOE abandonó el marxismo y encauzó su proa hacía los diques de la socialdemocracia, y en
estos caladeros se le permitió formar gobierno y rendir grandes servicios a
esta nación .¿Qué ha cambiado ahora? ¿La crisis económica? ¿La situación
política? En este contexto es oportuno recordar la llamada del presidente Obama
a don José Luis Rodríguez Zapatero un 11 de mayo de 2010 donde le exhortaba a
emprender las reformas necesarias para superar los problemas económicos que
sufre España y la Unión Europea en su conjunto, o dicho de otro modo, que reconozca que la crisis económica azotaba al país y que debía combatir el problema. Las
consecuencias y penalidades las conocemos todos y aún persisten. Hemos pasado y aún pasamos momentos cruciales, de
tensión, que ponen en peligro nuestro bienestar, nuestros logros, baste citar
el problema del “brexit” , el lacerante y difícil tema de los refugiados, el
terrorismo islámico, las dificultades
para lograr un empleo estable (casi un 20% de parados, casi cuatro millones de
personas sin trabajo) y si esto no fuera bastante se cierne sobre todos la
amenaza separatista y la quiebra de la unidad de España. ¿Quién da más? Y ante
esto alguna organización política mira
para otro lado y favorece con su inoperancia que los problemas no se resuelvan,
vayan a más.
En tiempos difíciles como los que vivimos creo que es una
frivolidad no colaborar, con los peligros ya denunciados, y más atreverse a
invitar al PP a que busque apoyos en aquellas fuerzas que quieren la ruptura y
la ruina de España, cuando el sentido común pide que se achique el agua que
inunda el barco entre todos, y es en tiempos así donde se demuestra la seriedad
y solvencia de quienes tienen una única preocupación, un único proyecto, que no
es otro que el progreso de España y sus gentes.
En aquella conferencia de 5 marzo de 1981 Emilio Romero
llamaba a “fabricar la quinta democracia que se proponga estos dos objetivos:
que sea moderna, con identidad y con respuesta a nuestros problemas actuales…y
que haga imposible la inestabilidad institucional que produce ingobernabilidad”
. A eso nos convocan los ciudadanos. Los políticos que -como diría Emilio Romero- practican la libido de la estrategia y
cierto masoquismo de la zozobra no los necesita España.
No quiero concluir estas letras sin agradecer a don Juan
Carlos Rodríguez Ibarra su lozana crítica que me
ha permitido escribir estas letras que demandan una política ajustada a la
realidad, a las necesidades del día a día, pues aún hay muchas neveras vacías y
muchas personas sin futuro
José Antonio Noval Cueto.