lunes, 1 de agosto de 2016

“La Muralla” (II)

Hay palabras que no se acaban en sí mismas, que ofrecen una abundante polivalencia y que obligan a uno a ser más preciso, más certero, y esto me pasó a mí ayer al escribir el artículo titulado “Abre la muralla”, que apenas lo concluí, me di cuenta que tenía necesidad de una continuación, de una explicación, pues  hay algunos matices que incorporar a su contenido y voy a intentarlo - aun sabiendo que seré impreciso- , con la vana intención de acotar más su mensaje, ya que las anécdotas e imágenes que engloba exceden a cualquier explicación. Y a los hechos me remito.

Cuando yo era niño en casa de mi abuela había una monumental vaca, de mucha altura y volumen, huesuda en sus patas traseras, con unos cuernos proporcionados y fuertes, un ubre compacto, de mediana   altura,  tirante  y lleno de leche,  que respondía al nombre de “Muralla”. Era la alegría y orgullo del abuelo que llegó a retratarse con ella para ser inmortal. Las vacas eran el sustento de las familias y las carromateras de entonces.  Era vital que la vaca diera mucha leche y tanto o más que los cuernos  permitieran “xuncer” el carro. Nuestra “Muralla” podía colocarse a la derecha o la izquierda , o sea trabajaba a dos manos. Se adelantó a los tiempos actuales, ahora que se habla de la multifunción  y del ocaso y muerte de las ideologías. Siempre estaba disponible para las estrategias de negocio.

En el fútbol , deporte rey por excelencia y opio del pueblo, siempre que se habla de muralla, se habla de defensa, de cierre, de resistencia, de obstáculos, o de técnica del débil, del sin recurso ante el empuje y fuerza del genio, del fuerte, del creativo. Así se dice con frecuencia que una “muralla infranqueable” impidió el triunfo del equipo local.

Y en el mundo de la cultura, del teatro, de la representación y escenografía de un momento, de una época, siempre que hablamos de “La Muralla”, nos referimos a Don Joaquín Calvo Sotelo y a su obra más conocida, estrenada un 6 de octubre de 1954 en el Teatro Lara de Madrid, y que tuvo la osadía, dentro del totalitarismo de la época, de plantear el tema de la restitución, de la devolución de lo robado por Jorge, personaje principal, en plena guerra civil en tierra extremeña. ¿Quién se opone? ¿Quién es su “Muralla? Sus herederos, los que no quieren renunciar a lo injustamente robado. Que se escenificara la restitución de lo robado en plenos años 50 , aunque fuera para plantear  el tema del perdón y devolución de lo robado, ya suponía osadía y atrevimiento y más desde el bando vencedor, desde el llamado teatro tradicional, pero estaba en juego el alma de Jorge…

Por aquel entonces don Joaquín nos dijo que “Hay murallas de piedra. Hay otras tan duras como esas, formadas por los fariseísmos, por los egoísmos , por los perjuicios sociales…” Algo que con el paso de los años no ha ido a menos y basta darse un garbeo por nuestras calles y plazas o leer las noticias de portada de los principales rotativos donde se predica la paz, pero se vende la guerra – los negocios son los negocios- , recientemente más de 10.000 millones de euros vendidos en armas . Se persigue a Estado Islámico, pero se compra su petróleo a precio de ocasión – las cuentas son las cuentas-. Sería interesante conocer sus clientes, seguro que habría sorpresas. Han fallecido más de 3.000 refugiados en las aguas del  Mediterráneo y el único que se queja es el Papa Francisco. Se pierden elecciones y los derrotados se unen para gobernar y dicen respetar la voluntad del pueblo expresa en las urnas  .  Se hacen campañas para proteger especies animales en vías de extinción como el urogallo – recientemente se han concedido 500.000 euros para su conservación -  oso, lobo y nadie se preocupa de la natalidad y del bienestar humano– más de 36.900 familias perdieron su casa en 2015-…: Lo grave de este proceso de animalización del ser humano es que no ha hecho más que empezar y basta citar que el jabalí y el cerdo vietnamita amenazan con apoderarse de Oviedo, ahora que ya quedan escasos restos de su muralla medieval.

En los años cincuenta se hablaba de perdonar, de devolver, de restituir lo robado, de salvar el alma; ahora, la moral del momento no obliga a tanto, disfruta del presente, y lo único que devuelve son facturas impagadas o tarjetas de crédito caducadas. La dignidad, la metafísica y el alma no son temas de su competencia. ¡Así nos va!


                                     José Antonio Noval Cueto

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