jueves, 25 de agosto de 2016

“Una novela histórica que sorprende…”


No es la primera vez que reivindico mi papel de lector y afirmo que la felicidad en la tierra tiene para mi forma de libro, mullida butaca y abundante luz natural, y también no es la primera vez que alerto de los timos o posibles engaños de la lectura de libros que algunos pesebristas intelectuales nos  aconsejan, y que han hecho que muchos lectores como yo nos refugiemos en lo seguro , en los clásicos, en las muchas lecturas de siglos anteriores que reclaman nuestra atención, pero este verano ,desconozco los motivos, quizás la mera  intuición, la curiosidad insatisfecha, la portada del libro o la coloación del mismo en el anaquel de la Biblioteca de Pola, amén de otros motivos, hice una excepción y me adentré en la lectura de la novela histórica titulada “El hombre que amaba los perros”, del autor cubano Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015 , Premio Nacional de Literatura de Cuba  2012, entre otros muchos premios.

Esta extensa novela de 573 páginas, editada por la Editorial Tusquets, ha sido un duro -genocidio soviético y alemán-  y auténtico deleite y eso , tengo que confesarlo, que no soy amante de la novela negra, cuya influencia  empapa y mueve la trama argumental de esta novela donde la historia de la primera mitad   del S.XX se convierte en materia narrativa al  enmarcar las figuras de sus principales  protagonistas como son  Liev Davidovich Trotski y su asesino Ramón Mercader del Río. En torno a ellos y condicionando su vida y futuro las luchas y purgas de Stalin, la guerra civil española, la II Guerra Mundial, el pacto de no agresión entre Hitler y Stalín, la invasión de Polonia, Checoslovaquia, las tímidas reformas de la era de Jruschov, la situación de Cuba y la frustración de los balseros cubanos de los 90 y su éxodo hacia Miami. Por sus  páginas deambulan personajes muy conocidos del momento como Edouart Daladier, Largo Caballero, Andreu Nín, Diego Rivera, Frida Kahlo, Dolores Ibarruri y la Casa de España en Moscú…

Para hacérnoslo conocer el autor utiliza sabiamente las diferentes técnicas narrativas, entre otras la del  contrapunto o uso alterno de temática en los diferentes capítulos de la novela, ya para hablarnos de Trotski, ya de Ramón Mercader o ya para hablarnos de las vicisitudes del propio  narrador o transmisor de las supuestas memorias de Ramón Mercader. La trama argumental se polariza en dos bloques, una centrada en los personajes históricos y su mundo, así el exilio de Trotski y su deambular por diferentes países hasta que muere en Méjico; ya de la vida, aspiraciones y objetivos de un Ramón Mercader, desde que sale de los frentes de la Sierra de Madrid para cumplir una difícil y cruel misión, de la que le  dicen depender el futuro del proletariado. El otro bloque o meramente literario se centra en el transmisor de la novela, el inseguro Iván Cárdenas Maturell, y su inestable y calamitosa vida familiar. La novela se estructura en tres partes, que se inicia en La Habana, 2004; una segunda parte sin ningún título expreso, y la tercera llamada “Apocalipsis” que nos narra las vicisitudes finales de Ramón Mercader, sus desengaños y la muerte del propio transmisor literario, Iván, que antes de fallecer había concluido su obra y la envia a su amigo Daniel Fonseca Ledesma para que su testimonio no se pierda.

Dicho esto he de reconocer que no es fácil hilar una novela histórica de esta envergadura, de tanta necesidad documental, donde no faltan las digresiones críticas, políticas, históricas, de denuncia,  y saber mantener la tensión, el interés del lector, y todo ello sin descuidar el estilo, la calidad literaria. Como defecto que he observado creo que algunas argumentaciones que adornan o acompañan a algún personaje son excesivas, y pudieran haber abreviado algo la novela. Es novela para debate, pues tiene la valentía de denunciar situaciones que quizás otros, para más tranquilidad , hubiesen evitado, y esto es algo de agradecer en los tiempos que vivimos, donde domina en exceso lo llamado “políticamente correcto”. Por último quisiera dejar constancia de la importancia que cobran los perros en la novela, donde se nos habla de ellos desde los primeros capítulos así de: Tato y Truco, perros de Iván; de la perra Maya, de Trotski; de Churro, perro de Ramón Mercader; de “Ix” y “Dax”, galgos rusos borzoi también de  Ramón Mercader; de “Azteca”, perro de Sieva, nieto de Trotski…Narrado lo casi imposible sorprende o mejor dicho alecciona que Ramón Mercader, confinado en Moscú ,tuviera como única y última ilusión tener un restaurante en la playa de San Feliu de Guisols.

 Hecha esta crítica vivencial de esta estupenda novela histórica, agónica y tétrica como corresponde a la época novelada, quiero dejar constancia de mi admiración ante el personaje de Natalia Sedova, la abnegada, valerosa y sufrida esposa de Trotski.  



                  José Antonio Noval Cueto.

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