Decía acertadamente Don Quijote allá por principios del
siglo XVII que “no hay cosa segura en esta vida” y basta que se estreche la economía
y mengüen los ingresos para que lo que parecía fijo, sólido y eterno se
convierta en precario, gaseoso y etéreo, y esto me vino el otro día a la cabeza
al enterarme que la canciller de
Alemania y Emperatriz de Europa, Sra.
Ängela Merkel anunció que en su país se iba a volver a implantar el servicio
militar obligatorio .Declaración que me recordó aquella sabia y premonitoria
frase de “si las barbas de tu vecino ves pelar, pon las tuyas a remojar”, que
de darse, en nuestro caso, quedaría en frustración aquella decisión de suprimir el servicio militar, allá por el año
2.001, siendo presidente don José María Aznar López. Aquella decisión tuvo su
peaje patriótico y geográfico, y hoy,
quince años después, por motivos
económicos y de seguridad, puede volver a reimplantarse, pues si el gigante
económico de Europa ya se lo plantea, entonces
qué haremos los subordinados.
Los sorteos anuales de quintos y sus destinos eran uno de los
motivos de preocupación de todas las familias – y eso que eran tiempos de paz –
. Traían su desgarro familiar,
su coste económico y para las novias una preocupación añadida,
especialmente si el destino era África, que todo un año sin ver a su Tomás era
mucho tiempo . No es el momento de hacer balance de los pros y contras del
servicio militar, pero lo que si puedo decir es que la España auténtica y
variada, multidisciplinar, me la encontré un día de Reyes en Cuatro Vientos donde estábamos concentrados más de 4.000 reclutas a la espera de ser
trasladados a sus lugares de destino, los den Norte para el Sur y viceversa.
Las caras reflejaban preocupación, zozobra, inquietud. Veíamos otra España, no
la nuestra, la de nuestros familiares, amigos y vecinos; se nos obligaba a relacionarnos con personas
de nuestra misma edad, pero de otras latitudes, costumbres, profesiones,
conductas y planes de vida diferentes, pero todos conformábamos la España
plural del momento.
Hace unos días, una mañana soleada y alegre del mes de julio
, en el parque Alfonso X de Pola, en la zona de juegos infantiles nos hallábamos algunos abuelos, no muy
mayores, quizás de la quinta del 75, vigilantes de las acrobacias y osadías de
nuestros nietos- en la torre tobogán, en la lancha, en barra sacacorchos,
tren, lancha, cancha de fútbol- o de los conflictos que surgen entre ellos a la
hora de compartir y distribuir las apetencias y uso de los mismos, pues todos,
y cuando digo todos es todos, responden igual : “ e mío…”. Prueba que evidencia quizás lo
genéticamente arraigado que está la idea
de posesión, de propiedad desde la más tierna infancia, pero, bromas aparte,
mientras nuestros nietos disfrutan de
esos momentos de recreo, de alegría, nosotros, vigilantes, repasamos nuestras
obligaciones ( que si el biberón , medida e ingredientes, dodotis, barra de
crema que atenúa los golpes, comida, botellín de agua, hora de siesta…)
nuestras vivencias recientes ( que si los juguetes de Playmovil, Lego son
útiles, duraderos y favorecen la creatividad; que el horario de sus series
preferidas :Patrulla canina, El bombero Sam, Peppa Pig…) y , por el medio, algo
de la edad, que si el médico, la analítica, revisión en el Huca o que si habrá que reformar las pensiones y
cómo… Estas tertulias se interrumpen con frecuencia, pues siempre hay un grito,
una trifulca que nos alarma, pero restablecida la paz, se reinicia la
conversación, la perorata, y cuando menos lo esperamos alguno saca algún recuerdo de juventud, de aquellos
domingos donde el baile era objetivo central y la escoba nuestra colaboradora
desconocida. El otro día Manuel, sagaz y ocurrente como siempre, puso la nota
del día y nos dejó a todos pensativos y sorprendidos, cuando al acabar la
mañana y reclamar los niños “comer” dijo:
” Llevamos hablando varios días y hoy, no sé por qué, me he dado cuenta que
está en pleno mando en el Parque de la Pola la quinta del Samoa, del Lóriga,
del Avenida, del Nora …y buenos servicios dimos y seguimos dando. Espero que se
tenga en cuenta y no se nos penalice”.
¿Habrá mejor sistema
de conciliar la vida familiar y laboral que la ayuda del abuelo?¿Desgrava?
José Antonio Noval
Cueto
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