Dicen que si no somos como niños no entraremos en el reino de
los cielos, y a los que ya tenemos ciertos años es una misiva que nos preocupa
y obliga y hace que ahora nos lo tomemos más en serio – objetivo vigente desde que nacemos - , y es que pasados los espejismos y las
ilusiones de niñez y juventud , situados
en las realidades y posibilidades que la vida nos ofrece, uno no tiene reparo
en ratificar la afirmación inicial, y basta para ello fijarse en la tierna y
cariñosa mirada de un niño pequeño, que parece darnos su dictamen de aprobación
o rechazo apenas distingue y capta los mensajes más elementales, con una única escala, una única medida: el
cariño, que nos indica que si no somos como niños no podemos asombrarnos de
nada, y si uno no se asombra no crea, no
investiga, no anda, no vive, se frena, se estanca, se desilusiona, muere, y la mejor prueba de
esto que estoy diciendo sucedió una soleada mediodía de noviembre en el parque
Alfonso X el Sabio de Pola, a la hora en que suelen comer los señores, hacia
las 15:00 h, cuando mi nieto, en plena apoteosis de triunfo, de conquista, era
el único ocupante de la zona de juegos infantiles. Saltaba de uno a otro, ya a
la cesta, a los columpios, al camión, al tobogán, pero cuando más embebido estaba
, de repente, casi sin darnos cuenta, de
la zona alta del parque llegó un niño , de pantalón crema, nike blanco a juego
con playeros blancos, todo vitalidad y fantasía, de un pelo lacio de un negro
intensísimo que contrastaba con su tez de un blanco roto y con unos bellos ojos también negros, impregnados de dulzura, de
alegría, de juego, de magia, pues tal era la agilidad que propiciaba a sus
movimientos, que más que andar, volaba, hasta el extremo que sorprendió ,
asombró y atemorizó a mi nieto, que nunca había presenciado tal prodigio de
vitalidad. No sabría decir su edad, aunque algo mayor que mi nieto. De repente
la mirada de ambos se encontraron y al darse cuenta de la sorpresa, asombro y
temor del pequeño, hizo todo lo posible con risas, gestos y arrumacos por
tranquilizarle, pero mi nieto asombrado ante las acrobacias y vitalidad del
nuevo compañero, se refugiaba en mis piernas y ocultaba su cara. Después de
varias tentativas y a pesar de las indicaciones que yo le hacía y de las
invitaciones del recién llegado para que participase de sus habilidades, no
había manera de cambiarle de aptitud. Al
persistir en ese bloqueo, decidí irme para casa, no sin pasar por el parque
Centro Habana, y al marcharnos también nos acompañó el nuevo niño. Cruzamos las
céntricas calles de Pola y en la calle Falo Moro el niño se separó; nosotros
para el parque y él para su casa, pero apenas llegamos a la zona de juegos
reapareció el niño. Se hicieron bromas,
reían, corrían y jugaban con un pequeño camión de bolsillo que en su día había
sido recipiente de caramelos. Risas, balbuceos, juegos, hasta que al cabo de un
tiempo el niño educadamente se despidió de mi nieto, a quien tuve que reprender
pues no quería devolverle el pequeño camión.
Estas imágenes han calado en mi retina y me han hecho
escribir estas palabras. El niño de pelo negro , de mirada dulce, de castellano
justo, tenía unos rasgos que denotaban que no era español, sino de otras
latitudes, quizás árabe, sahariano, pero lo cierto es que ambos, especialmente
mi nieto, pasó del asombro, del temor, al balbuceo, a la sonrisa, al juego.
Hoy, 1 de enero, Jornada Mundial de la Paz, nuevamente la muerte,
la sangre ha regado las calles de Estambul y hago mías aquellas palabras de Don
Quijote cuando decía “ a Dios Todopoderoso que es gran bellaquería que gente tan principal como aquí estamos se mate
por causas tan livianas…”. Se viva donde
se viva, se piense y se crea como se piense y crea, que no hay ideología, credo,
causa que justifique una muerte, y esto es algo que tenemos que airear y
defender un día como éste – las batallas semánticas para otro momento- , y es
que como decía Pío Baroja” La sangre sólo sirve para hacer morcillas”. Ahora que los bancos suizos suspenden el
secreto bancario vigente en esta nación desde
1934 quizás sea el momento de reivindicar el carácter sagrado de toda
vida humana desde su concepción y juzgar
y aislar a aquellas personas o colectividades que trafican con la vida de los
demás, las desprecian o las destruyen
sin el menor miramiento. A nosotros nos compete facilitar la distribución y el
reparto de lo creado . Ayudar al
necesitado, al que sufre y pena. Hace unos días se comunicaba que España acogía
a 189 refugiados más y que estábamos lejos de los 17.000 asignados. Espero que
las dificultades se subsanen y se agilicen , pues no se justifica que quien fue
refugiado no hace mucho, ahora se niegue a refugiar, si se cumplen las
condiciones.
Si los niños se entienden, juegan y se divierten, ¿por qué
nosotros no?¿Quién es el culpable?¿La indiferencia, la dejadez, el afán desmedido
de riquezas que taladra personas y pueblos…? Recuerdo que al día sólo se come
tres veces. Ha empezado el año con
muerte, desolación, desesperanza y quizás sea el momento de mirar, de mantener la mirada en el Niño-Dios, en el Dios que se
hace hombre por salvarnos y que sólo nos pide que le escuchemos y le acojamos,
el resto seguro que lo pone Él.
José Antonio Noval Cueto.
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