Tal día como hoy, hace diez años,
viví uno de los momentos más agradables de mi vida – se dice comúnmente que todos
tenemos derecho a un momento de gloria - y eso me pasó a mí en el Salón de Actos del
Hotel Lóriga de Pola de Siero el 19 de
enero de 2007 al presentarme como candidato a la Alcaldía de Siero por el
Partido Popular. En el acto estuve acompañado por el periodista y eurodiputado
don Luis Herrero, por el Presidente del PP asturtiano, don Ovidio Sánchez,
demás compañeros de partido, amigos y familiares, entre los que se encontraban
mi esposa Beli, mi hija Beatriz y su novio, hoy marido, Älvaro, y mi madre
Consuelo, de noventa y uno años. Después de las intervenciones del Presidente
del PP de Siero, don Eduardo Martínez y la mía propia, cerró el turno de la
palabra, con su habitual tono didáctico y familiar, el ya citado Luis Herrero,
que nos habló de prudencia, de sentido común, de ayuda, de responsabilidad, y
de la necesidad que la sociedad civil asuma su protagonismo y toque la campana,
cuando sea necesario, para ahuyentar los peligros. Se nos invitaba a hacer un
ejercicio responsable de la acción política. Terminado la parte política del
acto se invitó a los presentes a reponer fuerzas con pinchos de tortilla , embutidos á variados y la digestiva y vital copa
de vino español, que fue
el pretexto para que todos los presentes se repartiesen por diferentes mesas ,
intercambiaran palabras y entraran en conversación sobre los temas más
variados, donde no faltaba la política, la anécdota, el recuerdo o los deseos…
Ese día, 19 de enero de 2007, se
celebraba algo más, que sólo los más allegados a mi sabían, y es que mi madre
cumplía noventa y un años, y allí estaba, contenta, satisfecha, muy elegante,
preciosa – siempre lo fue, no tenía arrugas- con su traje negro, su camisa
blanca, su pelo de peluquería y con esa simpatía desbordante que siempre tuvo, que
era su marca de la casa. Saludaba a la gente que conocía y al cabo de un
tiempo, en un momento que puede hablar a solas con ella, me dijo, pletórica:
- - Mereció la pena.
Yo sabía bien el significado de
esas palabras, que eran como el balance de una vida. Ese día, en este acto,
donde hasta el propio Luis Herrero la felicitó, encontró la respuesta a una
decisión de su vida, quizás la más importante, y es que mis padres allá por
1957 decidieron romper con el pasado, dejar la casería y el molín de Reanes y
buscar un futuro mejor, y con ese objetivo se establecieron en Lugones,
concretamente en el Cruce Nuevo y en su nuevo negocio, el Bar Madrid; de un día
para otro, pasaron de campesinos, molineros a chigreros, y fue en este nuevo
destino, en este paraíso en la tierra
que fue y es Lugones para mí, donde fui
forjando mi carácter y preparándome para
desempeñar la función que la sociedad me
tenía asignado . Aquel 19 de enero de 2007 , cumpleaños de mi
madre y de mi presentación como candidato a la Alcaldía por segunda vez, mi
madre estaba radiante, feliz satisfecha y lo resumía con su “mereció la pena”, yo,
por aquel entonces, ya en la etapa que los expertos llaman la madurez del
ser humano, iba camino de cincuenta y dos años.
Hoy, nuevamente 19 de enero, pero
del 2017, mi madre cumple nuevamente años, concretamente ciento uno, y desde
hace casi siete años vive en el cielo, como dice San Agustín “en la habitación
de al lado”. y sé que desde allí vela
por todos nosotros, nos ayuda y , a veces, en sueños, nos regaña, nos recuerda
nuestras obligaciones y un día como hoy me obliga a escribir, a exponer estas
letras que se cargan de lágrimas para
decirte: Mereció la pena tener una madre como tú”.
Tu hijo Jose.
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