La noticia surge cuando menos se espera y esto me ha ocurrido
a mí el pasado 12 de diciembre, con motivo de la festividad
de la Virgen de Guadalupe y entregar en Siero el Premio Derechos Humanos al
sacerdote mejicano don Alejandro Solalinde Guerra. Al concluir el acto a eso de
las 21:15 horas de la tarde, tuve la oportunidad de felicitarle, agradecerle las bellas palabras que dedicó a
su patrona “La morenita del Tepeyac” y balbucear
esa oración que suele acompañar su
estampa y que dice “Dulce Madre no me
dejes, tus ojos de mi no apartes…”. A
esa misma hora fallecía en Roma el Prelado del Opus Dei, Don Javier Echevarria,
al que momentos antes de su muerte le acercaron un retrato de la Guadalupana , aunque ya no la percibía con nitidez, les
dijo que sentía su fuerza, su ayuda. ¡Qué extraña coincidencia! La Virgen de
Guadalupe era noticia en Méjico, en Siero, en Roma y en otros muchos lugares
que ni siquiera imagino.
Todo esto me ha dado pie para recordar
la vinculación que siempre ha habido entre Asturias y Méjico, y basta para ello
evocar algunos indianos cuyos apellidos o bustos habitan las calles , plazas o
avenidas de Méjico, de España, como los
hermanos Huerta, naturales de Sierra(Nava), benefactores de la primera entidad
de apoyo a los emigrantes españoles necesitados, el Sanatorio
Español de Méjico, fundado en 1907 por el madrileño, de Cinchón, Don Eduardo
Villalobos; de don Salvador Vega Berros, natural de Sariego, cuyo Colegio
Público lleva su nombre; del poleso Juan Hevia ; en Traspando recibíamos todos
los veranos a Don Antonio, el tío de los David, el de Ramos y en Lieres o en
Pola recibimos a Faustino. En mi época de estudiante coincidí con Manolo Arias,
fallecido en plena juventud; con don
José Antonio Gómez Haces , y ya en carrera con el tevergano Nicieza, fallecido
no hace mucho. En la actualidad suenan nombres como Plácido Arango, Antonio
Suárez y otros muchos que están en la mente de todos y que muestran los
estrechos lazos que existe entre ambas comunidades.
Estrecha vinculación que
ha resistido en los tiempos más difíciles de nuestro pasado reciente,
donde Méjico fue cobijo de muchos emigrantes y exilados de la guerra civil , y donde
la España de postguerra llenó el vació institucional que generaba la
incomunicación institucional - según
cuenta Francisco Umbral en su libro “Memorias de un niño de derechas”: “gracias a la presencia entre
nosotros de cantantes mejicanos de
renombrada fama como Jorge Negrete, El Trío Calaveras, Irma Vila, el indio
Fernández, Dolores del Río y el genial
Cantinflas” . Eran los tiempos de allá
en el rancho grande, allá donde vivía, había una rancherita que alegre me
decía, posteriormente llegarían los tiempos de "El Rey" y "Volver, volver..." de Vicente Fernández...", pero el embrujo de lo que fue Méjico lo recibí de labios de un indiano naviego en el finca recreativa de "Las Virtudes", en Villayón , a principios del 2.000.
“Ahorita”, primeros
del año, sin tequila en las venas y los mariachis en auge , hago mía la petición
del indio Juan Diego: “ Virgen guadalupana…Patroncita mexicana. Hoy te traigo
otra petición. Has que mi patria se salve, de la maligna ambición…” .
José
Antonio Noval Cueto.
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