Basta una simple avería de la luz para ver que el plan del día
se te venga abajo y hay que diseñar un plan B. Esto es más o menos
lo que me pasó este puente de mediados
de agosto cuando al atardecer del viernes me quedó sin luz una parte de la casa
y afectó a mi ordenador, televisión... Situación que sólo se pudo resolver en
la tarde del lunes y que me llevó a más
lectura (periódicos, libros) y menos escritura, y fue en esas lecturas donde ha
surgido la materia de este artículo que tiene título sorprendente – la palabra “tovar” no existe en el
Diccionario- y que al leer de este
escrito que quede suficientemente esclarecido.
Soy quizás más lector de periódicos que de libros, soy de los
que compraba y compró periódicos por seguir a determinado columnista y de los
celebra que las editoriales recopilen los artículos de nuestros mejores
columnistas en antologías o resúmenes – últimamente buscó una de Pedro
Rodríguez y estoy releyendo a Emilio
Romero-, y es precisamente en el mundo del periódico donde me encontré con una
pequeña columna de don Ángel Expósito titulada “ Entre la vergüenza y el horror”, donde para
alertarnos de la situación límite que se vive en Venezuela, transcribe el
sonido de un audio que ha recibido y que dice:
“Buenos días, venezolanos: todos los venezolanos que están afuera,
a esas personas humanitarias que de alguna manera u otra se solidarizan con nosotros…Les
habla Lisbeth Guerrero, de Tovar…Nos están matando aquí en Tovar, a todo el
mundo…”
No sabía que uno de los municipios más florecientes del estado
de Mérida, en Venezuela, se llama Tovar, que tiene en la actualidad más de
41.000 vecinos y que pertenece a la llamada Zona del Valle del Mocotíes, que es uno de los enclaves agroturísticos más importantes del país,
debido a la belleza de sus parajes naturales. No tengo reparo en confesarles que apenas leí el nombre de Tovar me vino a la cabeza la figura de don Antonio
Tovar , uno de los intelectuales más lúcidos de la España de la segunda mitad
del siglo XX , y a quien me referiré posteriormente, aunque solo sea por eso de
“ Tovar a Tovar…”.
Que Venezuela nos duele y nos sangra a todos los españoles y
a toda persona de bien no es ninguna exageración y más a nosotros que sabemos
de amigos , conocidos o vecinos que viven allí – en la misma Caracas hay o
había un centro asturiano donde se jugaba a los bolos…- y que las están pasando
canutas cuando no trágicas. Las palabras de Lisbeth atizan nuestra conciencia ,
impresionan y denuncian la desidia e inoperancia internacional que les conduce a la desesperación, a la
muerte…Reclaman soluciones y cuanto más pronto mejor.
No es la primera vez que alerto del drama humanitario que se
vive en la zona, por muchas palabras de algodón que quieran taponar nuestros
oídos y una manera de reflejarlo es con cifras, números, cuentas, por eso de
que a buen entendedor pocas palabras bastan. Así, a principios de agosto,
concretamente el pasado 5 de agosto, el embajador de España en Venezuela , don
Jesús Silva, nos decía que cuando llegó allí, a últimos de marzo, un dólar
equivalía a 3.900 bolívares; hoy, ya se cambia a 21.000 bolívares.
Recientemente el líder opositor Héctor Capriles
comentaba que el salario de un
trabajador es de 250.000 bolívares,lo que equivale a 15 dólares. Los números
cantan y hablan de la gravedad y dificultades del diario vivir. A partir de ahí
que cada uno saque sus conclusiones y busque soluciones, y para más colmo con
un petróleo barato. Eran otros los
tiempos que animaban a muchos de los nuestros a embarcarse y buscar un futuro mejor en la
zona como en su día hizo la tía de mi amigo Higinio, la tía Casimira, que siempre
se hacía notar el día de Reyes.
Las coincidencias, en este tiempo a media luz, no habían
hecho más que aparecer, aún me esperaba otra, y es que si antes descubría que un concejo se llamaba
Tovar, poco tiempo después me encuentro con artículo de Emilio Romero titulado “Precisiones
a un profesor”- auténtico joya periodística- , y que tenía como protagonista a
Don Antonio Tovar y su trayectoria personal, que concluye con una frase que considero
básica para la situación que se vive no sólo en Venezuela, sino también en
otros muchos lugares del Planeta, “y es que los errores no se pueden confesar
demasiado tarde.”
José
Antonio Noval Cueto.
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