domingo, 3 de septiembre de 2017

“El 1 de setiembre de 2017”


 Cuando el labrador siega sus campos y recoge la hierba, suele decir: “!Hasta el año que viene, hasta la nueva cosecha!", es como si dijéramos el fin de su calendario laboral;  para los profesores y otras muchas personas el 1 de setiembre supone un nuevo curso, una nueva navegación. Esperemos que el mar esté en calma y  que los muchos problemas que lastran y torpedean la vida española no nos impidan iniciar y seguir el camino. A todo esto hemos de añadir que hoy concluyen las vacaciones estivales de muchas personas que inician remolones y torpes su incorporación al trabajo, con la ventaja que este año el primer día de trabajo cae de viernes, festividad de San Gil (San Egidio).

Mientras desayuno observo que el tráfico se intensifica y que hay más viandantes por las calles. Se inicia la faena, y en mi caso concreto el curso 2017-2018. El día de hoy es como un preámbulo, como una toma de contacto, tendremos sólo horario de mañana, saldremos a las 13:30. Reencuentro con compañeros de trabajo, noticias nuevas, balance del curso pasado, objetivos para este año y plan de trabajo hasta que empiecen las clases. En los descansos los rostros bronceados y lozanos de mis compañeros esbozan sonrisas de lo vivido y conversaciones lastimosas sobre lo rápido que pasa el tiempo , de que si parece que ayer nos despedíamos y de nuevo estamos aquí . Se habla de las noticias de última hora, de las vacaciones, de la familia, de fútbol – ingrediente básico de toda conversación-, de alumnos , de la crisis política catalana y lo que ésta conlleva de referéndum y de terrorismo que nos hace  preguntarnos :¿Cómo se ha permitido que unos neófitos terroristas hicieran tanto mal y todo ello a pesar de los avisos o alertas recibidos? ¡Que pudo explotar la Sagrada Familia! En fin, como diría un castizo no se puede estar replicando y en la procesión,  y es que cuando nuestro único objetivo es romper, fragmentar, separar e independizarse , las demás obligaciones son secundarias, incluida la misma seguridad y protección de los vecinos.

La mañana que amaneció alegre, sonriente, en pocas horas se oscurece y en algunos puntos en exceso, con presagio de tormentas, lluvias o quizás algo más. Hacia las 14:00 ya me encontraba en Villaviciosa donde me esperaba mi hijo Pablo, que me tenía reservada una sorpresa, un premio, que no era otro que conocer la cocina tradicional japonesa y para ello teníamos que desplazarnos al concejo de Piloña, pero en vez de ir por la ruta clásica y conocida de siempre, el GPS – los jóvenes son discípulos de la técnica-  nos llevó por la AS 330 y AS 258 , carreteras sin coches, estrechas, con las orillas sin podar hasta el extremo que en algunos momentos más parecía pista de cortar madera que propiamente carretera. Según pasaban los kilómetros –más de 20 - nuestra inquietud aumentaba , pues el pueblo o destino final de Huentes no llegaba, y sólo gracias a la ayuda de una conductora que nos encontramos en un cruce, pudimos llegar a él y al restaurante “La fuente de la Llova”, nombre sugerente que nos alerta de la importancia que tiene la titulación de un negocio. Durante todo el recorrido  pasamos por las poblaciones de Miravalles, Moriyón, Sietes, Anayo, Robleu, Huentes… y en todo este trayecto dos ideas surgieron en mi cabeza: a/ Que cada concejo tiene sus propios pueblos, con más o menos población, que dan pie a decir, no exenta de cierta exageración, que hay muchas Asturias, casi tantas como concejos. La niebla y la lluvia no muy intensa, ni muy persistente, hacía que el paisaje adquiere una tonalidad misteriosa, triste. En el origen vimos paisajes espectaculares de la Ría de Villaviciosa y de la costa malayesa; después, más en el interior, nuestro compañero de viaje el pétreo y silencioso Sueve y más al fondo, de frente, las lejanas estribaciones de la Cordillera Cantábrica. b/ La otra idea fue todo lo relacionado con el turismo y su promoción, que se ha convertido en uno de los espejismos y necesidades que nos hemos inventado, pero obviando la necesidad de descansar, pasear y conocer otras culturas y otras formas de vida, costumbres, y digo todo esto, porque para muchos sus vacaciones se reducen a madrugones y carreras para plantar la sombrilla y al número de cervezas y terrazas que frecuentan, y esto da pie a preguntarse  si no es un contrasentido conocer playas lejas sin conocer las nuestras... ¿conocemos los 78 concejos que tiene Asturias? ¿Podemos valorar lo que tenemos si no lo conocemos? Estas y otras reflexiones pasaron por mi cabeza hasta que llegamos al templo de la cocina japonesa tradicional, donde de manera serena y reposada, se nos fue deleitando con su menú degustación que empezó por la tradicional sopa de miso, wakame con salsa con semilla de sésamo, tempura con salsa de soja condimentada con “hikate”, tataqui de atún, sushi con gamba, con caballa, con huevas de salmón y como postre bizcocho de miel con helado de jemgibre…Sabores nuevos, agradables que facilitan una digestión suave, ligera, ayudada bien de cerveza japonesa o de vino Rioja, en mi caso. Me fue imposible utilizar los palitos, se ve que el reúma ya hace estragos. No hay buena comida, buena mesa, sin una buena ambientación – en este caso típicamente japonesa- y una agradable conversación, como en esta ocasión, donde se habló de gastronomía, de la cocina de autor japonesa que ya coge fuerza en Madrid, de las bebidas como el sake y sus variedades, o del pisco peruano…del periodismo y la crisis del mismo, de la imaginación y la literatura, de la necesidad de ser artesano del tiempo, de tu tiempo, de escoger en qué y con quién lo empleas…

Nos esperaban otras obligaciones y teníamos que regresar a casa. Atrás dejamos el Sueve y sus valles y mi última reflexión, quizás no muy acertada ni lógica, establece una relación entre paisaje y comida, y puedo afirmar la perfecta simbiosis vivida entre comida japonesa y paisaje piloñes, pero me queda la duda si hermanará  bien el paisaje japonés con un buen pote asturiano o una fabada, por muy buen vino que tomemos para evitar que las tripas se paralicen.

 No pudo empezar mejor el 1 de setiembre , gracias a mi hijo y sus amigos Moncho y Eduardo,  que me han hecho  recordar aquella canción de mi infancia que decía: “Cuando llegue septiembre todo será maravilloso”, y es que a pesar que apenas levantarme recibí un “whatsapp” que decía: “Alerta en Asturias: El Principado convoca el Asturexit”, a pesar de empezar a trabajar, a pesar que el GPS nos despistó, a pesar de todos los pesares que uno quiera inventarse, setiembre no ha podido empezar mejor, y de ello son culpables  una exquisita comida ,  agradable compañía y  un entorno bonito. Estas letras son testimonio de ello. ¡Un fuerte abrazo!


                                     José Antonio Noval Cueto.


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