Me duele tener que acudir a esta conocida expresión de Miguel
de Unamuno para referirme a la preocupante y angustiosa situación que vive y
atenaza España, y es que nuevamente parece que algunos están interesados en que
el carro pase delante de los bueyes con los daños que esto siempre acarrea. Los
columnistas y analistas políticos alertan del peligro y consecuencias de la
deriva catalana y algunos nos trasladan a la revolución de octubre del 34 en
Asturias, y la repercusión de la misma, sin pararse a pensar y reconocer que la
situación que ahora vivimos - inicios de
despegue económico, reducción del paro, aunque aún sigue siendo abusivo – no tiene
parangón con la del 34, donde la miseria y la desesperación era total, pues no
teníamos para pan y menos para bicicletas, ahora , afortunadamente tenemos
coche, aunque sea de segunda mano. No obstante es bueno recordar que la
seguridad no existe y menos el progreso permanente, y que el futuro de los
pueblos depende de la racionalidad, sentido común y cultura de sus gentes , y es aquí donde
últimamente se detectan alarmantes vías de escape, sin que aparezca soldador que las tape y sólo
, de vez en cuando y sin levantar mucho la voz, decimos que nos faltan
principios, valores. De esta indefinición, de esta dejadez o comodidad se
aprovechan quienes buscan el poder por el procedimiento que sea, ya con la
mentira, con la manipulación o incluso con la violencia. Una vez en el poder, a
mantenerse . Hoy la policía busca papeletas, urnas, dominios de páginas
web; en el 34 pólvora, armas , cabecillas.
Llevamos años de intoxicación catalana y ha llegado el
momento de decir la verdad, o al menos mi verdad, y es que toda esta situación que
ahora se vive afecta a algo más que a una supuesta independencia catalana, se busca
romper la estabilidad vigente, crear inseguridad, desesperación, para que una vez
instalado el caos aparezca capitán o
capitana que conduzca la nave. La independencia catalana es el primer peldaño de
la voladura de un país llamado España.
Los culpables de la situación hemos sido todos, aunque unos
más que otros. Nadie está exento de responsabilidad, y es que cada vez que no
se ha resuelto un problema, cada vez que se ha silenciado un error, atropello,
fechoría o abuso, cada
vez que se ha prometido y dicho lo que no se podía ni debía, se ha dado alas al
radicalismo, a la locura, que llega al extremo de sustituir la ley por el
capricho, por el deseo. Ya va siendo
hora que nos demos cuenta que algunos sólo buscan destruir, desestabilizar ,
impedir que el progreso llegue a todos -¿para cuándo los balances fiscales?- . Ellos
saben que para llegar al Poder solo pueden sembrar miseria ,división, odio, desesperación, y cuanto más, mejor, y a eso se dedican.
A mi ante esta situación límite en el área catalana me
refugio en uno de sus escritores, un auténtico “payes del Ampurdan”, Josep Pla,
-nacido
el 8 de marzo de 1897 en Palafrugell (Petit Empordá) - que nos cuenta ,con fecha de 11 de marzo de
1918, en su espléndido libro o dietario “El
cuaderno gris”, que en su parroquia los
domingos de solemnidad “ Los sermones
solían ser en castellano, y como quienes los pronunciaban eran generalmente
predicadores de la región, resultaban mucho más castellanos que si hubieran
tenido un origen auténtico: los predicadores eran ampulosos, gesticulantes,
declamatorios…”. A buen entendedor pocas
palabras bastan.
José Antonio Noval Cueto.
P.D “Me duele España” – decía Unamuno-, “soy español, español
de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de
profesión y oficio; español sobre todo y ante todo…”
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