viernes, 22 de septiembre de 2017

“Me duele España”




Me duele tener que acudir a esta conocida expresión de Miguel de Unamuno para referirme a la preocupante y angustiosa situación que vive y atenaza España, y es que nuevamente parece que algunos están interesados en que el carro pase delante de los bueyes con los daños que esto siempre acarrea. Los columnistas y analistas políticos  alertan del peligro y consecuencias de la deriva catalana y algunos nos trasladan a la revolución de octubre del 34 en Asturias, y la repercusión de la misma, sin pararse a pensar y reconocer que la situación que ahora vivimos -  inicios de despegue económico, reducción del paro, aunque aún sigue siendo abusivo – no tiene parangón con la del 34, donde la miseria y la desesperación era total, pues no teníamos para pan y menos para bicicletas, ahora , afortunadamente tenemos coche, aunque sea de segunda mano. No obstante es bueno recordar que la seguridad no existe y menos el progreso permanente, y que el futuro de los pueblos depende de la racionalidad, sentido común  y cultura de sus gentes , y es aquí donde últimamente se detectan alarmantes vías de escape,  sin que aparezca soldador que las tape y sólo , de vez en cuando y sin levantar mucho la voz, decimos que nos faltan principios, valores. De esta indefinición, de esta dejadez o comodidad se aprovechan quienes buscan el poder por el procedimiento que sea, ya con la mentira, con la manipulación o incluso con la violencia. Una vez en el poder, a mantenerse . Hoy la policía busca papeletas, urnas, dominios de páginas web; en el 34 pólvora, armas , cabecillas.

Llevamos años de intoxicación catalana y ha llegado el momento de decir la verdad, o al menos mi verdad, y es que toda esta situación que ahora se vive afecta a algo más que a una  supuesta independencia catalana, se busca romper la estabilidad vigente, crear  inseguridad, desesperación, para que una vez instalado el caos  aparezca capitán o capitana que conduzca la nave. La independencia catalana es el primer peldaño de la voladura de un país llamado España.

Los culpables de la situación hemos sido todos, aunque unos más que otros. Nadie está exento de responsabilidad, y es que cada vez que no se ha resuelto un problema, cada vez que se ha silenciado un error, atropello, fechoría  o abuso,   cada vez que se ha prometido y dicho lo que no se podía ni debía, se ha dado alas al radicalismo, a la locura, que llega al extremo de sustituir la ley por el capricho, por el  deseo. Ya va siendo hora que nos demos cuenta que algunos sólo buscan destruir, desestabilizar , impedir que el progreso llegue a todos  -¿para cuándo los balances fiscales?- . Ellos saben que para llegar al Poder solo pueden sembrar miseria ,división, odio,  desesperación, y cuanto más, mejor,  y a eso se dedican.

A mi ante esta situación límite en el área catalana me refugio en uno de sus escritores, un auténtico “payes del Ampurdan”, Josep Pla,   -nacido el 8 de marzo de 1897 en Palafrugell (Petit Empordá)  - que nos cuenta ,con fecha de 11 de marzo de 1918, en su espléndido libro o dietario  “El cuaderno gris”, que en su parroquia  los domingos de solemnidad “  Los sermones solían ser en castellano, y como quienes los pronunciaban eran generalmente predicadores de la región, resultaban mucho más castellanos que si hubieran tenido un origen auténtico: los predicadores eran ampulosos, gesticulantes, declamatorios…”.  A buen entendedor pocas palabras bastan.

                      José Antonio Noval Cueto.

                                

P.D “Me duele España” – decía Unamuno-, “soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio; español sobre todo y ante todo…”

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