Tal día como hoy, festividad de la Sagrada Familia, desde el
pesebre de Belén, el Niño-Dios con sus ojos claros, relucientes y penetrantes
nos dice que de todas las cosas que hizo, hace y hará , la más importante fue la de hacerse hombre,
para darse a conocer – que a nosotros bien nos conoce - y salvarnos,
y todo ello desde un pesebre, con el amparo de unos padres y del calor de unos
animales. Desde ese humilde trono que es
su pesebre nos recuerda la obligación que tenemos todos
de ser dignos hijos de un mismo Padre. Y
ahora que se acaba el año, es un buen momento para hacer balance, para plantearse y responder la
pregunta de si entre todos estamos haciendo una sociedad más humana, más digna,
y es aquí donde aparecer los claroscuros , las luces y la sombras, y basta para
ello fijarse en la realidad más inmediata, más próxima, donde domina más la
política de las ideas – véase Cataluña -
que la de las personas, y basta para ello hablar de mayores, niños y refugiados, los grandes
abandonados del sistema, quizás por aquello de que ya no producen o no producen
aún o porque las diferencias culturales
sin dinero no se respetan, y basta para ello fijarse en el aplauso que reciben los patrocinadores
económicos de los grandes equipos del fútbol español y el desprecio que
soportan sus emigrantes . No ha sido casual que en plena Navidad
cuando baja el “centollu asturianu” y sube la angula, la palabra del año sea “aporofobia” o
desprecio al pobre.
El Niño, refugiado en su día en Egipto,
se sonríe, se lamenta , se compadece de nuestros incumplimientos, de
nuestras infidelidades , de nuestras
prisas, de nuestras vanas ambiciones, de
nuestras fantasías , pero aun así cuenta con nosotros. Nos despierta y alienta. Nos dice que si queremos , podemos, que sólo se necesita un oído limpio que escuche y un corazón que bombee afectos, cariño,
sentimientos; que no sea indiferente a lo que ocurre a su lado. De todo ello
tenemos abundante información a lo largo del año, pues por mucho que se silencie
como decía don Quijote no hay verdad que el tiempo no descubra, y un ejemplo de
esto nos lo ha dado recientemente el Papa Francisco en su defensa de los
“rohingya” durante su visita a Myanmar (antigua Birmania), y es que los
problemas no tienen frontera, sino soluciones.
Sé que uno no puede pretender resolver todas las situaciones
de injusticia o desamparo que conoce,
pero algo puede y debe hacer, y eso es lo que nos pide el Niño desde el pesebre,
que nos ayudemos -que todos necesitamos de todos- ,que aparezca la sonrisa, el
consejo, la mano cuando el prójimo tiene dificultades y la tristeza le corroe.
¡Cuántas situaciones se suavizan con nuestra sola presencia, comprensión o
consejo! Hace muchos años lo pude comprobar al visitar una Residencia de
Ancianos con mis alumnos por estas
mismas fechas, y ver que casi los
mismos ancianos del año anterior ya tenían las damas y barajas preparadas.
Después de un año nos reconocieron nada más entrar ¡Cuánta necesidad de
comunicación tenemos todos y especialmente los mayores!.
El Niño desde el pesebre sabe que son muchos los problemas
que nos azotan y algunos de difícil solución, pero creo ser fiel trasmisor de
sus deseos si digo que este nuevo año que empieza hay dos temas que se podrían
resolver y que seguro que le producirían gran contento, pues todos sabemos que
su lema es “Por un mundo más humano”. Uno de ellos es una petición de
Somos-Siero que ya se debatió en el Salón de Plenos hace unas semanas cuando
pidió que se pusiera en funcionamiento un servicio de comida a domicilio para
las personas que viven solas, actividad que hace unos meses puso en marcha el
Ayuntamiento de Piloña, y que a principios del año 2.000 ya planteó la entonces
concejala de Siero doña Rosa Valle y que diferentes motivos no llegó a buen
término. Espero y deseo que de esta vaya. La segunda petición , en la misma línea de política para las
personas, nace a raíz del incremento de indigentes que duerme en nuestras
calles, donde marida mal la miseria del
cartón que los cubre con la conciencia del viandante. Creo que nuestro Concejo
no puede permitir situaciones tan inhumanas como las que vemos un día y otro, y
ya de debe plantearse una mínima protección de estas personas desvalidas, hijas
de un mismo Padre, de ahí que el Niño desde el pesebre, bebé indigente en su
día, nos lo recuerde y reprenda, y cree que ha llegado el momento que en Siero no hay personas sin cobijo, y para ello es necesario un Centro, Residencia, Albergue,
Posada o como lo queramos llamar cuanto antes…¡A todos nos compete!
¡Feliz
año 2018! Un abrazo.