Hace unos días , previos a la Semana Santa o Semana de
Pasión, alertaba desde esta columna de la peligrosa y destructiva socialización
de la nada, que lleva aparejada la ausencia de obligaciones y compromisos, la
entronización del “yo”, del hedonismo y del mundo a mi medida , con desprecio del pasado , sin
horizontes del futuro, sin compromisos con nada ni con nadie, como si sólo
existiera el presente, mi presente, como si lo quisiéramos absolutizar, aunque
reconociendo que no tenemos mimbres, cuerdas, para detenerlo, y que ese axioma
de la eterna, musculosa y perenne juventud, por muchos masajes, terapias y cremas que nos demos, tiene fecha de
caducidad, es un imposible, y cuanto más
tardemos en asimilarlo, mayor será nuestra frustración o desesperación. Es bueno saberse finitos y limitados, y a
partir de ahí pedir clemencia, ayuda… en mi caso al Amo de la Vida. Y a esto se
nos invita en esta Semana de Pasión, donde todo un Dios se hace hombre para
salvarnos, cargar con nuestros pecados y
mostrarnos un rayo de esperanza, y sólo nos pide, dentro de la máxima libertad,
que tengamos los oídos y ojos abiertos, ya que sólo Él tiene palabras de vida
eterna.
De las rigurosas semanas santa de los años 60 a las actuales
hay muchas diferencias, si antes dominaba la excesiva austeridad, ahora el
relajo más absoluto, con coche, playa, sol y churrasco, pero , afortunadamente, entre ambos extremos empieza a moverse algo y
así, sorprendentemente, cada año tenemos más pasos y procesiones en nuestras
calles y más fieles en pos de ellas, y ello en toda España, incluso en
Asturias, donde el amplio abanico de procesiones alcanza a todos los concejos.
Mi semana santa tuvo como preludio la lectura del libro “Quo
Vadis?” del polaco Henryk Sienkiewicz,
donde aparecen personajes como Nerón, entonces dueño del mundo, y los
protagonistas del relato : el joven ambicioso y apuesto Marco Vinicio, que
regresa a Roma después lograr grandes éxitos con la Vigésimo Cuarta Legión
Romana, y la bella y honesta Ligia, y a Petronio, inteligente y hábil cortesano, o el
mismo Quilón Quilonides (en algunos libros aparece Chilón, Chilonides) mal utilizado
en esta película que está ambientada en
los primeros años del cristianismo en Roma, con la presencia de los apóstoles
Pedro Y Pablo…Mi propósito era cotejar las relaciones entre la literatura y el
cine – de ahí que mis alumnos tenían también la obligación de ver la película- así como la
evolución de la conducta de un Marco pagano a un Marco cristiano.
Afortunadamente la noche del miércoles santo se televisó “Quo Vadis” en Tele 13. De todo este trabajo
me quedó con unas frases que sirven bien para introducirnos en la Pasión cuando se nos dice: “Mírate en tu corazón y
reconócete como realmente eres”, y cuando la misma Ligia, heroína cristiana, le
dice a Marco: “A Cristo ya lo llevas dentro, lo sientes más fuertemente de lo
que tú crees…”.
Con esta sensibilización
uno se mete en los sufrimientos del Señor, de Jueves y Viernes Santo con el cuidado exquisito de la Palabra, y es que
como bien dicen los Evangelios el principal mandamiento de la Ley de Dios es:” ¡Escucha
Israel!, amarás a Dios sobre todas las cosas”, y esto de “escuchar” en una época de ruido y prisa es necesario
recordarlo. Todo esto lo ha cuidado y mimado la comunidad parroquial de San
Pedro de Pola de Siero y su máximo responsable don Juan Manuel Hevia Fisas, y de todo
nos hemos beneficiado sus feligreses, y estas letras quieren ser testimonio de
ello.
Decía uno de los personajes de “Quo Vadis?” que “las lágrimas siempre se vierten como
preludio de alegrías”, y la Vigilia Pascual del Sábado Santo en San Pedro de
Pola de Siero, con muchos fieles, con oscuridad, silencio y velas, ha sido de
las que marca época, de las difunde sentimientos, de la que expande la alegría
de los que vivimos una misma fe, y es que mientras los versos de Lorca hablan
de que “viejos cuchillos están tiritando bajo el polvo”, suenan en mi cabeza
palabras que dicen : “Si supieras lo que te amo, si supieras lo que te amo, no
te atreverías a vivir sin amor…” o el
bello fragmento del Pregón Pascual que nos dice : “¡Que noche tan dichosa en que
se une el cielo con la tierra, lo humano con lo divino!...¡Resucitó! ¡Aleluya!…”
Alegría que el propio sacerdote, don
Juan Manuel, testimonió desde el altar y que efusivamente traslado a sus
fieles.
Nuevamente cabe plantearse la pregunta que hacía Marco
Vinicio en carta a Ligia de :”¿cómo pueden caber juntos en la tierra hombres
como Pedro, Pablo y Nerón?... y la respuesta la aventuro en palabras de San
Pablo cuando dice: “El amor sujeta más sólidamente que el miedo”. Reitero mi agradecimiento.
¡Felices Pascuas!
José Antonio Noval Cueto.
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