Los últimos días del mes de mayo han ocurrido tantos
acontecimientos y algunos tan incomprensibles que uno no sabe por dónde empezar , pero siguiendo el
lema de esta columna de “Despacito y buena letra”, voy a poner un poco de orden
y cronología a los hechos, y estos me llevan a Madrid donde estuve durante los
días 24 y 28 de mayo, y por los mismos motivos que llevan a muchas familias a ver
a sus hijos – suele ser frecuente que en mis paseos por la
ciudad me encuentre con amigos o vecinos que pasean a sus retoños - .Hace ya
algunos años, coincidiendo con un periodista asturiano residente en Madrid me
cifró en más de doscientas mil personas los asturianos o descendientes allí
censados y supongo que esto, por los motivos que todos sabemos, ha ido a más,
con la ventaja que las comunicaciones han mejorado y más que mejorarán.
Desde mis años mozos- servicio militar- a la actualidad han
sido muchas las veces que he estado en Madrid y siempre he traído de allí un
estupendo recuerdo que anima a volver, a repetir el viaje y fruto no de grandes
emociones, sino de vivencias sencillas, agradables , de esas que vemos y oímos por televisión y
que en directo nos sorprenden y muchas derivadas del mero pasear o de una conversación informal, callejera.
Mientras escribo estas letras no sé explicaros con claridad
porque durante esos días mi subconsciente me recordaba, de manera insistente,
que Madrid era la capital del España y a ello han contribuido una serie de
hechos que a continuación intentaré sintetizar, y es que llegar a Madrid, en la
tarde del jueves, 24 de mayo, y ver en sus esquinas reproducciones individuales de “las Meninas”
de Velázquez del más variado colorido, algunas con dedicatoria y que los viandantes y turistas esperaban para
fotografiarse junto a ellas, no deja de
sorprender, y eso que el tiempo no favorecía, llovía de manera intermitente. La
circulación densa y lenta favorecía que la ventanilla hiciera de objetivo, de cámara.
Ya instalados, los
días se fueron cargando con sorpresas,
con aportaciones. Así el viernes,
después del paseo matinal, me vi tomando mi “albariño” en la Bodega de
Casanova, donde según el camarero – vestido de pantalones tejanos y chaquetilla
blanca con cuello redondo con los colores de la bandera de España - se toma el
tercer mejor vermú de España ¿por qué el tercero y no el primero? No me atreví a preguntarlo y en sus paredes decoradas
con carteles, fotografías, tallas de madera de Don Quijote, relojes, sifones, máquina registradora, banderas de España...destaca una tela con las palabras del Alcalde
de Zalamea que nos recuerda aquello de que:” Al Rey la hacienda y la vida se ha
de dar, pero el honor es patrimonio del Alma y el Alma sólo es de Dios”…y el
techo lo ocupaba totalmente una reproducción del cuadro de los Borrachos de
Velázquez. Por la tarde, en la Basílica de Jesús de Medinaceli, nos esperaba el
Cristo de la Sentencia o el Cristo de Medinaceli, también conocido como el “Señor
de Madrid”, al que subían a venerar multitud de fieles, alguno con manojos de
flores y todos con un hondo recogimiento. El Cristo de 1,73 metros de altura es
una talla del siglo XVII , del círculo
sevillano del maestro Juan de Mesa, y que se venera en Madrid desde el año
1682. Pasar delante de Él te impresionaba y más mantenerla la mirada.
El sábado, era día de mucha expectación en Madrid, y
especialmente entre los seguidores del equipo blanco, de los merengues. La
noche se presentaba tensa, pero eso no impedía que a lo largo del día fueran
llegando seguidores del equipo procedentes de diferentes lugares de España que
venían a celebrar el triunfo sin haber jugado el partido. Había y tenían una
confianza ciega. La decimotercera viene para Madrid. Tenían esa certeza, esa
intuición, y al fin, después de mucha tensión se logró. Por la mañana , según
sabia sugerencia, visité el Mercado de las Flores de la calle Jorge Juan, donde
uno queda asombrado de las novedades que presentan las floristerías de Madrid y
en una zona donde la hostelería tiene su trono, con restaurantes de mucha raíz
asturiana, como “La tienda de Quintín”, “El Paraguas” “El ten-con-ten” “El
Amazónico” o “La Máquina”. Todo muy bien organizado y muy original, con gran implicación de los hosteleros y
comerciantes de la zona y el propio Ayuntamiento, con alguna de sus
responsables presentes allí. Se da la paradoja que apenas visitamos la
calle Jorge Juan leo en el ABC la presentación de la novela titulada “El Espía
del Rey”, de José Calvo Poyato, cuyo protagonista es el excelente marino
alicantino, nacido en Novelda, Jorge Juan, el de la calle, que durante los años
1749-1750 desempeña en Londres una delicada misión encomendada por el marqués
de la Ensenada, para hacerse con las
técnicas utilizadas por los ingleses para construir sus navíos de línea. Había
que prepararse para el partido y que mejor que los “pericos y alcachofas a la
parrilla”, pulpo y albariño.
La mañana del domingo estaba cubierta, misa y visita a la
Feria del Libro, donde tuve la satisfacción de reponer mi librería con alguna
obra de Julio Camba, y puede ver a Federico Jiménez Losantos, Juan Manuel de
Prada, Monedero, Andrés Amorós, Lorenzo Silva, Almudena Grandes, María Dueñas, Inés Plana, Gabriela Adamesteanu…Mucho público, muchas casetas, a pesar de las
dificultades que generó el viento y la lluvia la víspera de su inauguración.
Presencia de Cantabria en la Feria, con promociones turísticas (Caseta del
Balnerio de Puente Viesgo), con autores y libros de Cantabria, y
escasa o nula presencia asturiana. Después,
por la tarde, era obligado estar en Cibeles y vivir un poco el ambiente del
triunfo desde la calle, desde el mismo Madrid. Patear la calle Alcalá sin
tráfico y con la policía controlando el acceso a la zona. Ambiente festivo,
exultante, y ya en el escenario de la Casa de Correos, ensayos, cánticos y
movimientos a golpe de micrófono. Ni que decir tiene que quedé impresionado del
poder de convocatoria del Real Madrid y de lo que supone la ceremonia de un
triunfo, de un sencillo triunfo, como es vencer , ganar un partido de fútbol al
Liverpool, equipo inglés. A veces me da la impresión que triunfos deportivos de
ahora encubren y sacian fracasos militares de hogaño. Si con este se ilusiona
el pueblo , cuanto más si la clase política les
representara de verdad y diera respuesta a sus verdaderas necesidades.
Al final y sin darme
cuenta llegó el día del regreso, el fatídico lunes, 28 de mayo. Sigue la lluvia
intermitente, en un intermedio doy mi último paseo mañanero y de la apoteosis
de ayer, no quedan huellas. Nuevamente las prisas, los móviles, las colas. Hacia
las 16 horas me esperan en la Estación del Sur para regresar a casa. Hago
balance del viaje, de las sencillas emociones vividas que he intentado relataros de la mejor manera . El objetivo fundamental está cumplido: visitar y estar con
mi hijo…pero otros no han sido posibles, como acudir a las Ventas – la tarde
del jueves, 24, El Juli , hizo una soberbia faena a Licenciado, y el mismo
viernes, los tendidos se llenaron para ver a Juan Bautista, Talavante y López
Simón- y saborear los deliciosos quesos y embutidos que ofrece Mercado del
Norte en una terraza de la Plaza. En otra ocasión será.
Hacía las 20:15 horas pasó el Negrón , entró en el Principado
de Asturias y en mi subconsciente aún perdura lo de Madrid, capital de España
y el salmo que repetía el sacerdote capuchino de
Basílica de Cristo de Medinaceli: “ Confiad siempre en Dios es el camino recto”
José
Antonio Noval Cueto.
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