Desconozco los motivos por los que ahora que decae el Latín,
se extiende el castellano y se divulgan y expanden las demás lenguas
vernáculas; un día sí y otro también me encuentro con palabras desconocidas o
en desuso que me obligan a consultar
continuamente el diccionario – uno no
siempre aumenta en palabras según crecen los años- hasta el extremo que siempre que leo – ya sea
prensa o literatura- lo tengo a mi lado, y más en estos tiempos de
confusión , ruido y mentira.
Las palabras que provocan mi curiosidad surgen cuando menos lo espero y por los motivos más dispares.
Ya sea la mera fonética, la mera pronunciación , su exotismo, su originalidad,
su rareza como el nombre de algunas ciudades como “ Cachoeira de Itaperimim”,
Tapachula, Antigua, Veracruz, Rosario, Sacramento…pero la mayoría de las veces
es su desconocimiento o la precisión de
su significado, lo que me obliga a buscarlas así recientemente: “pródromo, tílburi, grímpola…” .
Uno de los errores más arraigados entre nuestros estudiantes es el poco uso del diccionario, a pesar de la
importante información que contiene por muy simple que sea. Recientemente provocó mi sorpresa la palabra “Apoticaria”
junto al de Farmacia en el letrero de una céntrica botica mallorquina, y me ha
evidenciado el desconocimiento que tenemos de la lengua y
esto cobra más gravedad cuando son muchas las personas, de cierto relieve, que
se jactan de hablar tres o cuatro idiomas, y otros, a duras penas, nos
defendemos con el nuestro, de ahí que
quizás haya que concretar que se entiende por “habla, domina”, pues no es lo
mismo defenderse comercialmente en un idioma, que culturalmente. Hace ya mucho
tiempo, casi cincuenta años, en aquel inolvidable Viaje de Estudios por la Ruta
de la Plata, en la recepción de un hotel
de Granada cuyo nombre no recuerdo, nos
encontramos con un gitanillo de Sacromonte que gentilmente nos entregó las
fotos sacadas el día anterior. Al marcharse el recepcionista nos dijo: “Este gitanillo
no sabe leer ni escribir, pero sabe hablar inglés y francés”. En aquel entonces
la respuesta, a un adolescente como yo, asombró, pero ahora ya entiendo que la
explicación del recepcionista no fue completa, venía a decirnos que comercialmente
se defendía en aquellos idiomas.
Algo de esto está pasando hoy, pero con más gravedad, con
real voluntad de engaño y más en una época donde se observa cierta
desprotección del idioma que nos singulariza e identifica, y es que últimamente
confundimos conocimientos con herramientas, con instrumentos. No hace mucho en
un Congreso sobre Inteligencia Artificial uno de los ponentes a la pregunta de
un periodista sobre dónde o cómo podría reflejarse esto en la vida diaria .
El investigador contesto:
- - No
tardando mucho no será necesario el aprendizaje de idiomas. Con un móvil algo
más perfeccionado nos basta.
Molesta que las primeras palabras que escuches
en un viaje de avión sean en inglés y como pidiendo perdón, después el
castellano, el español o como quiera que le llamemos y todo esto en pleno
territorio español.
No hace mucho me encontré con San Agustín que decía :” El
mundo es un libro y los que no viajan solo leen una página”, pero páginas y
realidad se escriben con palabras, pero con las palabras del alma, que calan
hondo, que no se olvidan; las palabras del biberón, de la madre, de la escuela,
de la tradición; con las palabras de todos .
José Antonio Noval Cueto.
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