sábado, 1 de diciembre de 2018

¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias!



Este título entresacado de la Carta de San Pablo a los Romanos refleja bien la necesidad que tenemos todos de buenas noticias y es que últimamente no tenemos donde agarrarnos, donde buscar consuelo y justificación, pues a nuestro lado impera la desolación , la más absoluta miseria moral y basta para ello recordar que tenemos la Universidad devaluada, las Cajas de Ahorro arruinadas, el poder judicial desprestigiado y  los políticos más preocupados del interés personal que del colectivo, y en medio todos nosotros, el pueblo llano, que busca encarecidamente un apoyo y un cobijo a sus desgracias, que anhela un átomo de esperanza y se evade con  el fútbol , donde,  a pesar de la Agencia Tributaria, ejercita sus ansias, deseos y sentimientos, quizás por ese culto la azar que supone el triunfo en los minutos de descuento.

De manipulación, mentira y corrupción  ya no es necesario hablar, pues cada día son protagonistas de las portadas de los diarios y en los rincones más inesperados de España; aquí sí que no se observan diferencias ni por autonomías, ni por lenguas, hablan todos el mismo idioma y emplean todos la misma técnica, la del porcentaje, y se sirven de la periódicamente  renovada Ley de Contratos como de cualquier otra artimaña legal o no que permita multiplicar sus uvas, sus ingresos ... Abundan tanto este tipo de noticias  que ya ni las apunto en mi bloc de notas, y  ya ni siquiera genera reproche, castigo, penalización, ya ni nos sorprende ni asombra – estamos todos inmunes a sus efectos-   como si todos fuéramos de la misma calaña y nos justificamos con un silencio cómplice que dice “vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer”  , mientras ,los de siempre, tramando las suyas, enriqueciéndose y empobreciéndonos, cambiando gobiernos e imponiendo personas.

A pesar de este panorama desolador uno aún blande la pluma, emborrona folios, escribe, y a pesar de lo dicho, aún cree que con la palabra  puede cambiar conductas, mundos; combatir miserias y airear esperanzas, y más en este último mes del año, cuando toca hacer balance y renovar fuerzas e ilusiones y es que la palabra trasciende,  eterniza, testifica, da fe de nuestras alegrías y de nuestras angustias, y aún pensamos, quizás ingenuamente, que nos queda la palabra y ésta irá en socorro de las generaciones venideras ,  evitará  errores, fantasías  y locuras, de ahí que uno escriba sobre el presente, para alertar e intentar mejorar el futuro.

Uno a pesar de las modas, de internet , de las falsas verdades y falsos profetas, de los intentos de desestabilizar la cultura occidental para hacerse con el poder, con el mando, sabe que la verdad existe y que es obligación de todos perseguirla, buscarla, servirla y expandirla. Uno por muchos canales televisivos, radios y digitales que existan, no se conforma con el silencio anodino y cómplice, y con papel y pluma y a pesar de la sintaxis recuerda que  Jesús, el Redentor del género humano, hace 2018 años nos dijo que: “ La verdad nos hará libres”, y que no hace mucho, en época del general De Gaulle, los ideólogos del mayo del 68 francés tuvieron el coraje de decir y recordar que :”La verdad es revolucionaria”. Necesitamos seguidores, no fanáticos. Apúntate, pues la defensa de la verdad humaniza el mundo , y es que como bien dice el Salmo (84,85) : “El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán…La Justicia irá delante de él, y la Paz sobre la huella de sus pasos “

                            José Antonio Noval Cueto




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