Este título entresacado de la Carta de San Pablo a los
Romanos refleja bien la necesidad que tenemos todos de buenas noticias y es que
últimamente no tenemos donde agarrarnos, donde buscar consuelo y justificación,
pues a nuestro lado impera la desolación , la más absoluta miseria moral y
basta para ello recordar que tenemos la Universidad devaluada, las Cajas de
Ahorro arruinadas, el poder judicial desprestigiado y los políticos más preocupados del interés
personal que del colectivo, y en medio todos nosotros, el pueblo llano, que busca
encarecidamente un apoyo y un cobijo a sus desgracias, que anhela un átomo de
esperanza y se evade con el fútbol , donde,
a pesar de la Agencia Tributaria, ejercita
sus ansias, deseos y sentimientos, quizás por ese culto la azar que supone el
triunfo en los minutos de descuento.
De manipulación, mentira y corrupción ya no es necesario hablar, pues cada día son
protagonistas de las portadas de los diarios y en los rincones más inesperados
de España; aquí sí que no se observan diferencias ni por autonomías, ni por
lenguas, hablan todos el mismo idioma y emplean todos la misma técnica, la del
porcentaje, y se sirven de la periódicamente renovada Ley de Contratos como de cualquier
otra artimaña legal o no que permita multiplicar sus uvas, sus ingresos ...
Abundan tanto este tipo de noticias que
ya ni las apunto en mi bloc de notas, y ya ni siquiera genera reproche, castigo,
penalización, ya ni nos sorprende ni asombra – estamos todos inmunes a sus
efectos- como si todos fuéramos de la misma calaña y
nos justificamos con un silencio cómplice que dice “vale más lo malo conocido
que lo bueno por conocer” , mientras ,los
de siempre, tramando las suyas, enriqueciéndose y empobreciéndonos, cambiando
gobiernos e imponiendo personas.
A pesar de este panorama desolador uno aún blande la pluma,
emborrona folios, escribe, y a pesar de lo dicho, aún cree que con la
palabra puede cambiar conductas, mundos;
combatir miserias y airear esperanzas, y más en este último mes del año, cuando
toca hacer balance y renovar fuerzas e ilusiones y es que la palabra
trasciende, eterniza, testifica, da fe
de nuestras alegrías y de nuestras angustias, y aún pensamos, quizás
ingenuamente, que nos queda la palabra y ésta irá en socorro de las generaciones
venideras , evitará errores, fantasías y locuras, de ahí que uno escriba sobre el presente,
para alertar e intentar mejorar el futuro.
Uno a pesar de las modas, de internet , de las falsas
verdades y falsos profetas, de los intentos de desestabilizar la cultura
occidental para hacerse con el poder, con el mando, sabe que la verdad existe y
que es obligación de todos perseguirla, buscarla, servirla y expandirla. Uno por
muchos canales televisivos, radios y digitales que existan, no se conforma con
el silencio anodino y cómplice, y con papel y pluma y a pesar de la sintaxis
recuerda que Jesús, el Redentor del
género humano, hace 2018 años nos dijo que: “ La verdad nos hará libres”, y que
no hace mucho, en época del general De Gaulle, los ideólogos del mayo del 68
francés tuvieron el coraje de decir y recordar que :”La verdad es
revolucionaria”. Necesitamos seguidores, no fanáticos. Apúntate, pues la
defensa de la verdad humaniza el mundo , y es que como bien dice el Salmo (84,85)
: “El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán…La
Justicia irá delante de él, y la Paz sobre la huella de sus pasos “
José Antonio Noval Cueto
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