Que en la sociedad del ruido y la velocidad se busque el
silencio, la tranquilidad creo que tiene justificación; que en una sociedad
robotizada y repetitiva se busque la originalidad de una escapada, de una
salida creo que tiene justificación; que en una sociedad teledirigida y
uniforme uno intente pensar por sí mismo creo que cada vez tiene más
justificación y más aún que a mis años uno exponga y diga lo que siente creo
que es una obligación, aunque no contente a todos.
Con estas premisas celebré mi Día del Padre en el concejo de
Cangas de Narcea, en el sur-occidente asturiano, los días 16 y 17 de marzo, y
es que cuando nuestros jóvenes planifican sus fines de semana a Madrid,
Londres, París o Roma…los ya mayores y
con cierta experiencia de la vida sabemos que para pasarlo bien y descansar,
nos basta con un viaje corto y cómodo, y
un entorno agradable, placentero. Me consuela suponer que soy uno de los
muchos asturianos que a pesar de conocer algunas capitales españolas y
extranjeras, no conoce todos los concejos de Asturias, que si no recuerdo mal
son 78, y algunos sólo de pasada, esporádicamente, obligado por diversos
avatares sociales: bodas, funerales, visitas, homenajes…y es que como muy bien
dice el pintor Manolo Linares hay personas que conocen Nueva York y nunca
estuvieron en Navelgas. Esto es una verdad que no necesita evidencias si cada
uno es sincero consigo mismo. Bien decía el Señor que nadie es profeta en su tierra.
Los que somos de lo que ahora se llama Área Central , en mi
caso Siero, tenemos el defecto de pensar que Asturias es solo esto, pero , a
poco que uno ande y circule, descubre el error, el engaño y apurando casi se podría decir que hay
tantas Asturias como concejos, 78,
aunque para una mejor comprensión
hablamos de la Asturias Occidental, central y Oriental.
Con estas alforjas preparé mi viaje . No era la primera vez
que visitaba el concejo. Nuestro destino era el Monasterio de Corias y la misma
ciudad. Duración de la incursión 30 horas. Balance: Excelente, no exento
de los remordimientos que
provocan estas letras. A la ida fuimos en dirección
Avilés-Pravia-Cornellana-Cangas, y a la vuelta Cangas-Salas-Oviedo- Pola de
Siero. Llegamos hacia los 12 de la mañana del sábado, 16 de marzo, y ya ubicados fuimos a la cercana ciudad,
sita en una hondonada entre montañas, que cruza el río Narcea. Día de luz y sol
espléndido. Ajetreo en las calles céntricas y en la Calle Mayor las terrazas
colmadas, ambiente festivo y alegre, y en este arreo de multitudes un encuentro
inesperado que favoreció la visita. Nos hallamos con nuestro amigo y conocido
Emilio Rodriguez y señora, que rápidamente nos ubicó en una céntrica terraza y
nos invitó a conocer una de la delicias vinícolas de la zona, el Sietevidas.
Entre vino y charla llegó la hora de la comida en el mismo restaurante, Casa
del Río. Comida original, excelente, buena atención, cercanía y consideración
con el cliente y consistió en unos
entrantes a base de sardinas escabechadas con verduras, base de tomate de
Cangas, queso de cabra y jamón(pincho ganador del Certamen de 2015 en la zona)
y después unos escalopines de solomillo con queso ahumado de Pría, jamón y
salsa española; de postre, cuajada de leche con miel de brezo. De diez. Con
buena proporción entre calidad y precio.
Después del necesario descanso, visita a la Plaza Mayor y asistencia a
la misa vespertina del sábado, a las 20:00. En los laterales de la Iglesia, en
la Plaza, gente sentada y en sosegada
conversación, temperatura agradable y niños correteando. En la parte trasera de
Iglesia, un mirador a modo de almenas, desde donde uno puede observar el
paisaje que forma el río en el casco urbano y como cumbre el puente colgante
que cimbrea al paso de los viandantes. Entramos en misa y otra sorpresa, allí
estaba como acólito un seminarista de Siero, Marcos. El señor párroco Don Jesús
Bayón, allerano de Moreda, lleva casi cuarenta años en la zona y ha sido
nombrado Hijo Predilecto de Cangas , por unanimidad, en atención a sus muchos méritos y
desvelos. Su homilía directa y cercana
sobre la Transfiguración de Pedro en el monte Tabor nos hizo ver un anticipo del cielo. Al
concluir la misa saludamos a Marcos que en compañía de Sandalio y del sacerdote
avilesino Juanjo nos acompañó a saborear los vinos de Penderuyos en el Chicote,
sus patas cocidas con pimiento y su
empanada de embutido. El vino excelente,
entraba solo. Hacia las 22:00 regresamos
al Monasterio de Corias. Noche agradable. Lleno absoluto en el parking.
Aparcamos en la antojana de su Iglesia.
El domingo, día 17
después del desayuno, a las 10:30 teníamos una visita guiada por el
Parador y por la Iglesia. La guía de nombre Nuria, burgalesa de la Bureba hizo una exposición excelente tanto del
parador como de la Iglesia, con datos históricos, sociológicos y artísticos muy
imprescindibles para asombrarse ante lo que se ha considerado el Escorial
asturiano. En el parador y recordando
sus orígenes como monasterio, el arquitecto, el conocido Peridis y su equipo,
realizó una transformación del monasterio
en Hotel respetando con una elegante sobriedad sus orígenes monásticos, donde
destaca su comedor- antigua sala capitular de los frailes- decorado en tonos morados y con hilogramas
que se adjuntan a sus paredes, sus salones de ocio, su biblioteca, con
incrustaciones doradas en las
estanterías de madera que copian textos del Evangelio, sus claustros interiores
con enormes árboles de gran belleza y
poco frecuentes por esta tierras o bien sus restos arqueológicos, del siglo IX,
en la parte inferior. La decoración se completa con elementos típicos de Cangas
donde la vid , el vino y la minería – hay una vagoneta de hierro en la puerta
de acceso al Hotel- tienen singular
importancia, y con otros elementos del
folclore astur, como las madreñas coladas a la entrada de cada una de sus
habitaciones. También y evocando su
historia reciente como centro educativo e internado se han situado en los vestíbulos de los ascensores de cada planta un restaurado pupitre de madera de dos plazas
de la época. Como concesiones a la modernidad su bella y tranquila piscina
climatizada o su spa.
Si tuviera que
escribir la impresión que me ha causado la Iglesia de Corias o de San Juan
Bautista os diría que no hay palabras suficientes para expresar el asombro y
sorpresa que me han producido su presbiterio y sus muchas capillas laterales,
sus muchos motivos ornamentales y la
variedad de los mismos, sus muchos
estilos y sus muchas leyendas. Sólo puedo deciros que nunca he visto tanto
arte concentrado en el espacio de un
templo, donde hasta el solemne coro y su amplia sacristía tienen su fundamentación
histórica y baste como prueba de lo que dijo que hasta Santa Rosa de Lima, la
primera santa americana y ahora que el
mejicano Obrador quiere reinventar el pasado, tiene aquí su veneración y
aplauso.
Treinta horas no dan para mucho, pero sí han servido para
reconocer lo mucho que uno ignora y también para encontrarme con uno de los
mejores libros que he leído en mi vida, y es que en uno de los anaqueles de la
Biblioteca estaba destacado el libro de Rafael Sánchez Mazas “ La nueva vida de
Pedrito Andía”, hoy título difícil de hallar. Los motivos , los de siempre,
silenciar al adversario, o confundir la buena literatura con la política.
Después de comer, regreso a casa. El día estaba tristón,
gris, con amenaza de lluvia. Se había abierto la temporada de pesca y las orillas
del Narcea estaban repletas de pescadores. Una vez más el Monasterio de Corias,
hoy Parador Turístico , es un elemento dinamizador de la zona. Recuerden que no
había plazas en el aparcamiento. La
única sorpresa desagradable de la jornada me la dieron dos jóvenes que supongo
en apuesta, antes de llegar al primer túnel de Grado, me pasaron a una velocidad
tal que me fue imposible saber que marca de coche pilotaban.
Terminó estas palabras con un “sietevidas” , como si con el vino pudiera recuperar las
vivencias recientes y al primer trago se hacen presentas las acertadas palabras de Manolo cuando
decía: “Hay personas que conocen Nueva York y nunca han estado en
Navelgas…Valdesoto, Pola de Siero, Lugones, Lieres, Traspando…”. Acabado el vino sólo puedo deciros que
repetiré la visita, pero con más tiempo y menos prisa.
José Antonio Noval Cueto.
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