martes, 26 de marzo de 2019

“Mis remordimientos asturianos…”




Que en la sociedad del ruido y la velocidad se busque el silencio, la tranquilidad creo que tiene justificación; que en una sociedad robotizada y repetitiva se busque la originalidad de una escapada, de una salida creo que tiene justificación; que en una sociedad teledirigida y uniforme uno intente pensar por sí mismo creo que cada vez tiene más justificación y más aún que a mis años uno exponga y diga lo que siente creo que es una obligación, aunque no contente a todos.

Con estas premisas celebré mi Día del Padre en el concejo de Cangas de Narcea, en el sur-occidente asturiano, los días 16 y 17 de marzo, y es que cuando nuestros jóvenes planifican sus fines de semana a Madrid, Londres, París o Roma…los ya mayores  y con cierta experiencia de la vida sabemos que para pasarlo bien y descansar, nos basta con un viaje corto y cómodo, y  un entorno agradable, placentero. Me consuela suponer que soy uno de los muchos asturianos que a pesar de conocer algunas capitales españolas y extranjeras, no conoce todos los concejos de Asturias, que si no recuerdo mal son 78, y algunos sólo de pasada, esporádicamente, obligado por diversos avatares sociales: bodas, funerales, visitas, homenajes…y es que como muy bien dice el pintor Manolo Linares hay personas que conocen Nueva York y nunca estuvieron en Navelgas. Esto es una verdad que no necesita evidencias si cada uno es sincero consigo mismo. Bien decía el Señor que nadie es profeta en su tierra.

Los que somos de lo que ahora se llama Área Central , en mi caso Siero, tenemos el defecto de pensar que Asturias es solo esto, pero , a poco que uno ande y circule, descubre el error, el engaño y  apurando casi se podría decir que hay tantas  Asturias como concejos, 78, aunque para una mejor  comprensión hablamos de la Asturias Occidental, central y Oriental.

Con estas alforjas preparé mi viaje . No era la primera vez que visitaba el concejo. Nuestro destino era el Monasterio de Corias y la misma ciudad. Duración de la incursión 30 horas. Balance: Excelente,  no exento  de los  remordimientos que provocan estas letras. A la ida fuimos en dirección Avilés-Pravia-Cornellana-Cangas, y a la vuelta Cangas-Salas-Oviedo- Pola de Siero. Llegamos hacia los 12 de la mañana del sábado, 16 de marzo,  y ya ubicados fuimos a la cercana ciudad, sita en una hondonada entre montañas, que cruza el río Narcea. Día de luz y sol espléndido. Ajetreo en las calles céntricas y en la Calle Mayor las terrazas colmadas, ambiente festivo y alegre, y en este arreo de multitudes un encuentro inesperado que favoreció la visita. Nos hallamos con nuestro amigo y conocido Emilio Rodriguez y señora, que rápidamente nos ubicó en una céntrica terraza y nos invitó a conocer una de la delicias vinícolas de la zona, el Sietevidas. Entre vino y charla llegó la hora de la comida en el mismo restaurante, Casa del Río. Comida original, excelente, buena atención, cercanía y consideración con el cliente y consistió  en unos entrantes a base de sardinas escabechadas con verduras, base de tomate de Cangas, queso de cabra y jamón(pincho ganador del Certamen de 2015 en la zona) y después unos escalopines de solomillo con queso ahumado de Pría, jamón y salsa española; de postre, cuajada de leche con miel de brezo. De diez. Con buena proporción entre  calidad y  precio.  Después del necesario descanso, visita a la Plaza Mayor y asistencia a la misa vespertina del sábado, a las 20:00. En los laterales de la Iglesia, en la Plaza, gente sentada y en  sosegada conversación, temperatura agradable y niños correteando. En la parte trasera de Iglesia, un mirador a modo de almenas, desde donde uno puede observar el paisaje que forma el río en el casco urbano y como cumbre el puente colgante que cimbrea al paso de los viandantes. Entramos en misa y otra sorpresa, allí estaba como acólito un seminarista de Siero, Marcos. El señor párroco Don Jesús Bayón, allerano de Moreda, lleva casi cuarenta años en la zona y ha sido nombrado Hijo Predilecto de Cangas , por unanimidad,  en atención a sus muchos méritos y desvelos.  Su homilía directa y cercana sobre la Transfiguración de Pedro en el monte Tabor  nos hizo ver un anticipo del cielo. Al concluir la misa saludamos a Marcos que en compañía de Sandalio y del sacerdote avilesino Juanjo nos acompañó a saborear los vinos de Penderuyos en el Chicote, sus patas cocidas con pimiento  y su empanada de embutido. El  vino excelente, entraba solo.  Hacia las 22:00 regresamos al Monasterio de Corias. Noche agradable. Lleno absoluto en el parking. Aparcamos en la antojana de su Iglesia.

El domingo, día 17  después del desayuno, a las 10:30 teníamos una visita guiada por el Parador y por la Iglesia. La guía de nombre Nuria, burgalesa de la Bureba  hizo una exposición excelente tanto del parador como de la Iglesia, con datos históricos, sociológicos y artísticos muy imprescindibles para asombrarse ante lo que se ha considerado el Escorial asturiano. En el  parador y recordando sus orígenes como monasterio, el arquitecto, el conocido Peridis y su equipo, realizó  una transformación del monasterio en Hotel respetando con una elegante sobriedad sus orígenes monásticos, donde destaca su comedor- antigua sala capitular de los frailes-  decorado en tonos morados y con hilogramas que se adjuntan a sus paredes, sus salones de ocio, su biblioteca, con incrustaciones doradas  en las estanterías de madera que copian textos del Evangelio, sus claustros interiores con  enormes árboles de gran belleza y poco frecuentes por esta tierras o bien sus restos arqueológicos, del siglo IX, en la parte inferior. La decoración se completa con elementos típicos de Cangas donde la vid , el vino y la minería – hay una vagoneta de hierro en la puerta de acceso al Hotel-  tienen singular importancia, y con otros  elementos del folclore astur, como las madreñas coladas a la entrada de cada una de sus habitaciones.  También y evocando su historia reciente como centro educativo e internado se han situado  en los vestíbulos de los ascensores de cada planta  un restaurado pupitre de madera de dos plazas de la época. Como concesiones a la modernidad su bella y tranquila piscina climatizada o su spa.

 Si tuviera que escribir la impresión que me ha causado la Iglesia de Corias o de San Juan Bautista os diría que no hay palabras suficientes para expresar el asombro y sorpresa que me han producido su presbiterio y sus muchas capillas laterales, sus muchos motivos ornamentales  y la variedad de los mismos, sus  muchos estilos y sus muchas leyendas. Sólo puedo deciros que nunca he visto tanto arte  concentrado en el espacio de un templo, donde hasta el solemne coro y su amplia sacristía tienen su fundamentación histórica y baste como prueba de lo que dijo que hasta Santa Rosa de Lima, la primera santa americana y  ahora que el mejicano Obrador quiere reinventar el pasado, tiene aquí su veneración y aplauso.

Treinta horas no dan para mucho, pero sí han servido para reconocer lo mucho que uno ignora y también para encontrarme con uno de los mejores libros que he leído en mi vida, y es que en uno de los anaqueles de la Biblioteca estaba destacado el libro de Rafael Sánchez Mazas “ La nueva vida de Pedrito Andía”, hoy título difícil de hallar. Los motivos , los de siempre, silenciar al adversario, o confundir la buena literatura con la política.

Después de comer, regreso a casa. El día estaba tristón, gris, con amenaza de lluvia. Se había abierto la temporada de  pesca y las orillas del Narcea estaban repletas de pescadores. Una vez más el Monasterio de Corias, hoy Parador Turístico , es un elemento dinamizador de la zona. Recuerden que no había plazas en el aparcamiento.  La única sorpresa desagradable de la jornada me la dieron dos jóvenes que supongo en apuesta, antes de llegar al primer túnel de Grado, me pasaron a una velocidad tal que me fue imposible saber que marca de coche pilotaban.

Terminó estas palabras con un “sietevidas” ,  como si con el vino pudiera recuperar las vivencias recientes y al primer trago se hacen presentas  las acertadas palabras de Manolo cuando decía: “Hay personas que conocen Nueva York y nunca han estado en Navelgas…Valdesoto, Pola de Siero, Lugones, Lieres, Traspando…”.  Acabado el vino sólo puedo deciros que repetiré la visita, pero con más tiempo y menos prisa.

                           José Antonio Noval Cueto.



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