Después de las elecciones del pasado 26 de mayo, los sesudos
analistas políticos y demás tertulianos de receta y recibo, no dejan de
sorprendernos a diario con tesis, justificaciones y conclusiones de lo más
sorprendente y si a esto sumamos que no hace un mes que también tuvimos
elecciones generales, todo ello produce cierto hartazgo y hace que las
pantallas de los televisores se apaguen antes, pues como decía un vecino mío “ahora la misma, pero más fuerte”…pacto va,
pacto viene, Carmena se marcha, se queda…
De todos es sabido que el gran enemigo de la política y digo
lo de “enemigo” con intención, no son los adversarios que se sientan en los
salones de pleno, juntas, Congresos o Senado, sino el enemigo imprevisto, el que
no vemos en la ventana ni en la calle, el que aparece, hiere e incluso mata
cuando menos se piensa, las
circunstancias, y más en un mundo global
como el que vivimos, que limita nuestra autonomía y capacidad de decisión. No
hace mucho el general De Gaul pedía que los franceses pudieran votar en las americanas;
hoy, nosotros, además de votar en las europeas tendríamos también que votar en
las americanas y llegado el caso buscar el respaldo chino, ya que allí de
momento votar, lo que se dice votar como lo hacemos nosotros, no es posible,
aunque algún acercamiento ha hecho Ángel García, el alcalde de Siero, desde
Lugones.
Creo que ya va siendo hora de quitarse la venda y reconocer
que la política internacional condiciona nuestra economía y futuro- recuérdese
la reducción de venta vino a EEUU por el desaire que se hizo a su bandera-, y
usar el sentido común y la prudencia son condiciones básicas si de verdad
queremos mantener nuestro nivel de vida y progresar de verdad. Una vez
reconocido esto, ¿qué nos toca hacer a nosotros como país, autonomía o concejo?
Poner al frente de los mismos a personas honestas, responsables y coherentes
que hagan bien las cosas; que tengamos unos mismos objetivos o proyectos, por
ejemplo combatir la despoblación que está ahora tan de moda, pero especialmente
la desertización- de la que no se habla- que peligrosamente se extiende desde el sur de
España, y especialmente que estemos
unidos. La fragmentación y división sólo beneficia al contrario, y es que un
competidor menos siempre es reparto para el resto. Si tenemos menos turistas,
producimos menos aceite y vino, otros se benefician.
Esta semana va a ser clave en el destino de concejos,
autonomías y nación, y una vez más la pregunta que nos hacemos todos: ¿Qué responsabilidad
contraje yo el pasado 26 de mayo votando a Pepito, cuando éste, sin
autorización mía, va utilizar mi confianza expresada en forma de voto para
hacer presidente, alcalde…a zutano? Y aquí viene el desencanto, la frustración
y el consiguiente descrédito de la política, y esto una vez más va a ocurrir,
sin que nadie lo quiera impedir, ni siquiera denunciar.
Son muchos los profetas que reclaman la reforma de la
Constitución, que si ya han pasado más de 40 años y que la sociedad ha cambiado
y esto también debe reflejarse en la Carta Magna, pero son pocos, muy pocos,
los que denuncian el verdadero problema que limita y restringe la libertad del
votante, sus expectativas, la actual Ley Electoral que pocos partidos quieren cambiar y que lleva a toda la sociedad civil bien pensante a
inmortalizar a todos aquellos diputados de las Cortes franquistas que tuvieron
la generosidad de inmolarse para permitir que en España se iniciase la
Transición Política y aprobar la Ley de la Reforma Política, un 18 de noviembre de 1976, con el 81% de los votos a favor.
Hace unos días me encontré con un buen amigo socialista y le
di la enhorabuena por sus excelentes resultados electorados y me digo:
-
José
Antonio, jugamos solos.
Es el mejor dictamen que he escuchado y leído de lo que ha
ocurrido. Alguien debe plantearse y responder por qué ha ocurrido eso. Quizás
le pueda ayudar la hemeroteca. Un saludo.
José Antonio Noval Cueto.
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