Antes de entrar en el grueso del contenido tengo que precisar
que el Toral es un núcleo de población de Traspando, que en un pasado no muy
remoto tenía su pozo de carbón, bar-tienda y una pequeña barriada. La crisis
minera se cebó desde hace algunas décadas con la zona y hoy quedan pocos
vecinos. Está en la mitad de la ladera entre Traspando y Puñide, y una pista
aceptable lo comunica con la carretera que sube al Piqueru , Carbayín. ¡Es un
sitio para visitar! Se asienta en una amplia explanada y al fondo del mismo un
derruido castillete, casi oculto por la vegetación, vestigio minero de otros
tiempos de mayor gloria. Últimamente se han reparado con acierto dos de sus
antiguas viviendas, a base de piedra y madera, que han contribuido a dignificar
la zona y a asentar población, algo que no viene mal. Allí, a escasos diez
minutos de Pola de Siero, se aspira buen aire, oxígeno y tranquilidad, a pesar que
no muy lejos pasan cables de REE, de reciente instalación. En un entorno así
fluyen las ideas, se disfruta de cosas tan sencillas y naturales como es una conversación, sin guión previo, de
tema libre. En este caso sin buscarlo, casi de modo inesperado, uno de los tertulianos
se quejaba de la ingentes sumas de dinero que movía el fútbol, fichajes – ayer se
conocía el fichaje del belga Eden Hazard por el Real Madrid en 100 millones de
euros - y que lo que de verdad importa, la investigación o la búsqueda de
nuevas fuentes de riqueza, quedaba en segundo plano, y prueba de ello- decía-
es que las portadas de prensa un día sí y otro también las copan los deportes e
incluso los telediarios hay días que dedican más tiempo a los deportes y ocio
que a la información general.
Todo esto vino a mi cabeza el pasado 3 de junio, cuando en
plena campaña de sensibilización de la DGT contra el consumo de alcohol y
drogas al volante, al llegar a Pruvia, en el margen derecho de la carretera,
junto a la gasolinera, un agente de tráfico me indica que pare y me señala la
zona a donde tengo que ir, y allí, otro agente, con mucha educación y
prudencia, me informa que va a realizarme un control de alcohol. Hecha la
prueba satisfactoriamente – eran las once de la mañana- , una de las tres
personas en silla de ruedas que colaboran en la campaña, pertenecientes a la Asociación
Aspaym, se dirige a mí, me entrega un díptico muy útil , me informa de una manera breve – supongo que
no quería robarme mucho tiempo-, pero certera, de los riesgos y consecuencias de una
conducción temeraria, de la incompatibilidad de conducir e ingerir alcohol, drogas,
y me dice que una imprudencia, un exceso…nos puede convertir en usuarios de una
silla de rueda y a veces, aunque uno no haya tenido la culpa. Le agradecí su testimonio
humano y me recordó algo tan elemental como que lo que le ha pasado a él, José
Luis, puede pasarle a cualquiera, incluso a mí.
En esta breve pero intensa conversación le comenté que al
ritmo que avanza la ciencia – la media de edad de 1900 era de cuarenta años y
ahora estamos en ochenta y dos- yo estaba convencido que la lesión medular se
corregiría, siempre que se empleé más dinero en investigación y de hecho no
hace mucho la prensa nos había ofrecido imágenes de como cuatro lesionados de
médula daban sus primeros pasos.
José Luis, con cierta resignación, con cierto escepticismo,
me dijo:
-Eso quizás pueda dar resultado con los se han lesionado hace
poco tiempo, pero los que ya llevamos muchos años, lo tenemos más difícil.
No desisto de mi intuición o tesis. Si de verdad se
investigase, si se creasen equipos y se pusieran recursos, esa lesión se
curaría, pero , repito, debemos marcarnos prioridades y la investigación debe
ser una de ellas y más aún cuando tenemos en España excelentes profesionales
que , ante la apatía o desgana institucional, emigran en busca de mejores caladeros.
Creo que ha llegado el momento de menos espectáculo y más seriedad, más rigor, más futuro,
y lo digo desde la base que siempre me
han enseñado y es que el ser humano es lo más importante que existe y a él se
le debe cuidado y mimo.
Decía Gila en uno de sus monólogos humorísticos que si su
abuelo el inventor fuera japonés no se habría muerto nunca, algo habría
inventado. Yo creo que lo que hace falta es que se investigue, ya sea aquí – en
su día se propuso al Pleno de Siero que facilitará unos terrenos para crear un
centro puntero de investigación no lejos del HUCA – o en otra parte, pero que
redunde en beneficio de todos.
No quiero concluir estas letras sin agradecer a la DGT y a la
Asociación Aspaym todos los esfuerzos que han realizado y realizan en favor de
todos nosotros, los confiados e imprudentes conductores. Viene bien asumir
cuanto antes que no hay repetición de la jugada. Que no hay moviola.
José Antonio Noval Cueto.
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