sábado, 29 de junio de 2019

¿Cuánto cuesta una mentira?


Por una mentira más o menos, en pleno cultivo y auge de la misma, no creo que nadie se inmute y más cuando llevamos años y especialmente los últimos meses haciendo de la mentira estrategia y justificación política. Hoy son muchos los seguidores y apóstoles del ministro nazi  Goebbels y su estrategia de que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.  Atrás o para el recuerdo han quedado aquellas épocas donde el rigor y la seriedad pedía y premiaba que la política y los políticos fueran previsibles, coherentes, sabios, expertos  y honestos. Hoy en pleno auge del usar y tirar, de  collages,  prótesis y ortopedias,  sólo importa  el presente, lo tangible, lo que se palpa, lo que se hace y consume en el día;  de ahí que proliferen los adanes que creen que todo lo que existe solo se debe a ellos,  y eso que sabemos que la penicilina se inventó en 1928 y de sus ventajas nos beneficiamos todos; del futuro y sus previsiones que se ocupen y piensen otros, que  mi cabeza no está para idealismos,  metafísicas ni planteamientos trascendentes. Lo importante es que a  mi coche no le falte combustible. Del pasado sólo   me interesa lo que pueda prestigiarme o reportarme algún rédito o beneficio del tipo que sea: electoral, económico, histórico, literario... Con estas premisas pedir que la ley actúe y funcione si frena las apetencias y caprichosos de la tribu, de la masa , del colectivo,  es muy difícil  y más cuando desde el mismo poder político se jalean y azuzan. Hoy, por desgracia, todo se justifica, aunque contradiga los más elementales principios de la moral, de la ciencia, del vivir que nos hemos dado. Véase el efecto placebo de la educación espartana ante las aberraciones que se cometen con el visto bueno  de cierta ciencia.

Desde los tiempos de Eva siempre se ha mentido, y sus consecuencias que ya entonces fueron funestas - nos quedamos sin paraíso- y el ser humano tuvo que ganarse la vida con el sudor de su frente. Hoy está en apogeo y basta citar hechos de todos conocidos como la Guerra de Irak y el supuesto armamento químico , el independentismo español y el ‘Brexit’, la crisis económica del 2008 y la Champions League, la publicidad engañosa, promesas electorales incumplidas, economía plateada… y con la dificultad añadida que muchos impiden o silencian que ésta no sea descubierta y eso que se dicen defensores del derecho a la información en una sociedad democrática.

Hace un tiempo, en una manifestación por las calles de Pola, se portaba una pancarta que decía: “Violencia es no llegar a fin de mes”, que me ha hecho pensar no sólo en las dificultades económicas de muchos colectivos y familias – uno de cada cinco asturianos está en el umbral de la pobreza- sino también la violencia que genera la mentira utilizada impunemente para engañar y convencer a colectivos desesperados, que no tienen ni siquiera la libertad de pensar y que confían ciega e interesadamente en la promesa del líder y que después pasa a engrosar el archivo o hemeroteca de curiosidades de campaña.

Con las ilusiones, sueños, proyectos,  dolor y  sufrimiento de los demás es inmoral y deshonesto jugar, y eso sin entrar en planteamientos de tipo económico, que den respuesta  al  título de este escrito de “¿cuánto cuesta la mentira?”. Pregunta que últimamente se hacen algunos periodistas en sus escritos y que lleva a preguntarnos cuánto nos costará el macrojuicio del “Procés catalán” , cuánto costó el Consejo de Ministros celebrado en Barcelona en diciembre de 2018 o a cuánto ascienden las medidas aprobados los viernes por el Ejecutivo en funciones .  Hoy se nos informa que en 1º Trimestre del 2019 la deuda de todas las Administraciones del Estado se ha incrementado en 38.594 millones de euros(3,3%) respecto a marzo de 2018… Expuesto esto quiero reiterar mi preocupación y origen de estas letras y haceros  una pregunta más profunda y de difícil respuesta que no es otra que ¿cuánta violencia   genera la mentira? Sé que la respuesta no es fácil y quizás ni homogénea, pero me contento con que sirva de reflexión, de pensamiento, que sensibilice y reitero  mi petición de una reforma de la Ley Electoral. Últimamente ya pide una segunda vuelta el mismo director del ABC, señor Bieito Rubido y alguno de sus colaboradores como el periodista don Alberto García Reyes, que en su columna del pasado 15 de junio titulada “Los partidos de Gobierno”, que los pactos urdidos últimamente son un auténtico y cito palabras textuales: “Timo al votante. Uso la palabra timo en toda su complejidad semántica: un engaño que requiere la colaboración activa del engañado y que, por tanto, lo humilla”.

El principal objetivo de  este “blog” ha sido y es buscar y defender la verdad  , y respetar el derecho a una información objetiva y  veraz que tenemos todos. La verdad existe. La verdad no es patrimonio de nadie, sino de quien la encuentra y defiende.

A ti y a mí se nos invita a descubrir y combatir la mentira y  tengo que confesaros que cada vez es más difícil y más ahora con  las conocidas “serpientes de verano”. Dicho esto, permitidme que os plantee una duda “¿Será verdad que los cuernos de los ciervos tengan compuestos que puedan frenar los tumores o que los medicamentos de las mujeres no siempre valen para los hombres aunque tengan la misma dolencia?



                           José Antonio Noval Cueto.






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