sábado, 1 de junio de 2019

“No merezco tanto” (Acto Académico de los XXV de la Décimo Cuarta Promoción del Colegio Los Robles)




Uno año más he podido comprobar la fertilidad de lo sembrado – el año pasado no sé si por aquello de ser la décimo tercera,  un incomprensible fallo de memoria,  me demostró que el tiempo deja huellas y que las Agendas a cierta edad son necesarias para no faltar a los eventos a los que uno es invitado- , de ahí que este año tomase las máximas precauciones y no faltase a la ceremonia de imposición de becas a la Décimo Cuarta promoción del Colegio Los Robles, al cumplirse veinticinco años de graduación de COU, hoy segundo de bachiller.

La ceremonia se ha celebrado de manera discreta, sencilla y profunda y digo lo de profunda porque son los recuerdos y sentimientos quienes imponen su ruta. Este homenaje al pasado no precisa de grandes ceremonias y protocolos, se escribe solo, lo único que necesita es que acudan los más que puedan y quieran y con este pretexto  intercambiar un hola, darse un abrazo y lo más importante hablar, revivir y comentar proyecto e ilusiones – sé que muchos desde que se graduaron suelen reunirse anualmente, pero no todos pueden -. En esta ocasión en el Cantu Les Cabres, sede en otro tiempo del Olímpico de Pruvia, ubicación del Colegio Los Robles desde 1975, luce un sol de primavera, el aire no molesta y el azul del cielo es tan intenso que mezclado con el verde de sus jardines, trasmite una sensación de plenitud, de paraíso, que nos embriaga a todos.

Este ceremonia de agradecimiento comienza con la Santa Misa, la oración por excelencia, donde el capellán, don José Juan, también recuerda sus años colegiales en su Coruña natal y anima a no ser mediocres, reflexionar, plantearse metas y especialmente la de ser digno hijo de Dios. Posteriormente, en el vestíbulo del Colegio, el de primaria, el de las grandes emociones, que hace con frecuencia de Salón de Actos o Sala de Conferencias, empieza la imposición de becas a estos antiguos alumnos, unos cuarenta, no sin que antes, don Guillermo Suárez, profesor tutor de esta promoción en su día, recuerde momentos y anécdotas escolares o haga sugerencias e invitaciones. A continuación el señor director don Ángel Gallo, acompañado de su cuadro directivo y del Presidente de los Antiguos Alumnos, impone nuevamente la beca verde de colegial a cada alumno. Antes de concluir el acto, con las palabras agradecidas del Director, dos antiguos alumnos, Alfonso y Pedro María, toman la palabra en nombre de sus compañeros, y de manera dialogada hilan un mensaje natural,  original y agradecido  , unas veces ceremonioso, cuando habla Alfonso, y en tono más simpático y conciliador, Pedro María, cuando tiene que aclarar o matizar algunas de las expresiones vertidas por su compañero. Foto de familia y recorrido por el colegio.

Ahora llega el aperitivo. Se ubican convenientemente las mesas en el porche , se disponen los aperitivos , tapas, quesos, jamón, empanadas, pates, pastelitos y lo más importante: hablar, cambiar impresiones, recordar. Saber unos de otros y lamentando que dos de sus compañeros, Javier y Carlos,  sigan la ceremonia desde las dependencias de la Casa del Padre. De pie y agrupados en torno a las diferentes mesas se habla de África, de la bella y urbanística Vitoria, del Méjico azteca, de Madrid, Alic
ante, La Rioja, Santiago de Compostela,  Gijón, Oviedo, Grado, Villaviciosa, Pola de Siero…De los hijos y sus cuidados, de las tareas de la casa, de las noches sin sueño velando niños, de sus inquietudes y problemas, y por el medio el poder de la prensa, justamente llamado cuarto poder y de las noticias que no salen, que no se publican y de su poder y la influencia que ejercen en todos nosotros y especialmente en los más vulnerables, nuestros jóvenes. Junto con esto la lectura y su desventaja ante los atractivos del mundo de la imagen y de los videojuegos. Se habla de literatura, de la necesidad de conocer el pasado para encarar el futuro y de las dificultades de la labor política y las deslealtades que genera.

El tono es civilizado, sereno, reflexivo; de vez en cuando se entremezcla el recuerdo de su familia, sus trabajos y su excesiva movilidad. Es una generación cosmopolita, universalista, que cambia de domicilio en menos que canta un gallo. Son más que leyenda urbana. Los menos en Asturias, los más, en avión y con los aeropuertos como segundo domicilio. Están en la madurez de sus vidas, en pleno rendimiento de sus capacidades, ya como ciudadanos, ya como padres responsables, y todos con un saber estar que sorprende, que asombra, que provocan estas palabras antes que la memoria se vele.

Regreso a casa, a eso de las 6 de la tarde, cuando aún queda partido, cuando todos con los bancos colocados de forma rectangular siguen desgranando historias, actividades, lecturas y entre ellas una de mis preferidas y hoy no muy difundida, la  exquisita prosa de “La vida nueva de Pedrito Andía”, de don Rafael Sánchez Mazas, “La Aldea perdida” o “El Quijote”, parcelado en capítulos y como estrella la nueva reedición de “Las Armas y las letras” de Andrés Trapiello. De García Márquez hablamos en otra ocasión, pues hay alumno que tuvo el privilegio de conocerlo y otro de los presentes ha escrito recientemente un libro  que me va a hacer llegar, con la particularidad que el escritor es el mismo personaje de la novela, o sea es una novela de la novela. Le prometo crítica, la que sé, la impresionista, la del me gusta o no me gusta.

Llega el momento de dejarlos solos, que cuenten sus travesuras, sus chuletas, que se desahoguen en un día bañado de luz, del mes de junio. La emoción impregna mis palabras y en mi cabeza golpean las palabras, los recuerdos y especialmente la frase que da título e estas letras. He vivido unos momentos mágicos y de ello quiero dar constancia. ¡Gracias por hacerme partícipe de una experiencia tan bonita como ésta!¡Gracias por las muestras de gratitud y cariño que habéis desplegado hacia nosotros, los profesores!

Para acabar permitidme que cite una frase que seguro conocéis y que yo intento aplicar cada día en  mi vida: SIEMPRE DE CARA A LA BELLEZA.
                                                         Un fuerte abrazo.

                                                 José Antonio Noval Cueto




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