sábado, 26 de diciembre de 2020
sábado, 12 de diciembre de 2020
“Olalla blanca en lo blanco…”
martes, 8 de diciembre de 2020
¡Que la Inmaculada esté contenta!...
Estas palabras que escribo son una deuda pendiente que tengo
contraída con una de las personas más
destacadas y sobresalientes del siglo XX, que entre otros muchos méritos tiene
uno que le hace singular y que produce asombro con solo leerlo, y es que fue
tal su amor, su caridad y su generosidad con el prójimo, que en momentos límite
e inhumanos como era la vida en un campo de concentración, fue capaz de
cambiar, de canjear y entregar su vida, “la de un anciano de 47 años”, como él
decía, - hoy diríamos la de una persona en su madurez y plenas facultades- por
la de un desconocido padre de familia que había sido elegido para morir de sed
y hambre en el campo de exterminio de Auschwitz, junto con otras nueve personas
más elegidas al azar , en venganza y represalias por la huida de un preso.
Actos o conductas de este nivel escasean, por no decir no abundan, casi no
existen, y la Inmaculada lo hizo posible en la persona de San Maximiliano
Kolbe, ya que como el mártir reconoce.” Por Jesús soy capaz de padecer más,
pues la Inmaculada está conmigo y me ayuda” …”En la Inmaculada todo lo puedo”
Y es que estas palabras no son meras locuciones pronunciadas
en un momento de desesperación, sino que vienen avaladas por hechos. El padre
Kolbe fue creador de la asociación piadosa “Milicia de María Inmaculada”; fundó
en la ciudad de Teresín, cerca de Varsovia, el convento franciscano de “Neipokalanow”
o “Ciudad de la Inmaculada”, y en difíciles circunstancias como era la II Guerra
Mundial reeditó la revista de “El caballero de la Inmaculada”, con la intención
de llevar paz y esperanza en situaciones terribles y desesperadas
Todos los años el día 14 de agosto, víspera de la Asunción,
festividad de San Maximiliano Kolbe mi cabeza, desde la admiración asombrosa,
intenta imaginar y recrear aquellas trágicas escenas de vejación y muerte, y
más ahora que se cumplieron 75 años de
la Liberación del campo de concentración de Auschwitz o ‘campo de la muerte’ y cuando
nuevamente vivimos una situación agónica
y desesperanzada que nos va a obligar a
celebrar una Navidad, la del 2020, marcada por las prescripciones, prudencias y el temor, pero eso sí, sin renunciar a la
alegría que trae el Niño-Dios, base de nuestra fe.
En estos momentos que escribo estas palabras el Cuerpo de
Infantería, con los protocolos adecuados, rinde homenaje a su Patrona y Patrona
de España, la Inmaculada Concepción; Paraguay implora protección a su patrona,
la Virgen de Caacupé, y muchos sacerdotes se las ingenian como pueden para
llevar su prédica a sus fieles, y es que la solemne ocasión lo pide, es la
Inmaculada, y estamos en Adviento. Así,
gracias a los medios digitales, he podido seguir las certeras y medidas
homilías, de poco más de cinco minutos, que mi amigo Don Carlos, dirigía a las
familias de su colegio con motivo de la novena de la Inmaculada, y me recuerdan
que para preparar la venida del Señor debemos acudir a su Madre, a María, la
esclava del Señor , la que confirma nuestra fe y alienta nuestra esperanza, la
que es causa de nuestra alegría y que para estar alegre – en tiempos tan
funestos y aciagos como los que vivimos-
tenemos que olvidarnos un poco de nosotros mismos, abrirnos a los demás y
evitar que la tristeza dañe y lapide nuestro corazón, y es que como muy bien dice Santo Tomás de
Aquino “la alegría es el primer efecto del amor”, y es que para ser feliz como
dice San Josemaría Escrivá solo se necesita un corazón enamorado; por favor, no
confundamos felicidad con sofá.
De todo esto y de mucho más da cumplida referencia San
Maximiliano Kolbe, no hace mucho preso nº 1670 de Auschwitz, en plena Navidad
de guerra, año 1939, cuando decía “conquistemos para la Inmaculada todos los
corazones. Que la Inmaculada esté contenta. Vivamos de amor”, y es que como él
decía “En la Inmaculada todo lo puedo”.
Figuras y trayectorias de tanta fe y coherencia, de tanto
heroísmo y humanidad como la del Padre Maximiliano Kolbe no pueden quedar en el
olvido, en el silencio cómplice, y la Inmaculada , en el día de su festividad, sabedora
de la deuda de admiración y asombro que tengo contraída con su fiel devoto, el
Padre Maximiliano Kolbe, me ha alentado a escribir estas letras que sé que no logran, ni con mucho, reflejar
la excepcionalidad del fraile franciscano, pero evitan el olvido y alientan a
pensar que si otros lo han logrado, nosotros también, y es que como muy bien
decía el padre Kolbe: ”La Inmaculada está conmigo y me alienta”.
José Antonio Noval Cueto.
PD: “…Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida
de sol, con la luna bajo los pies, y sobre la cabeza una corona de doce
estrellas” (Apoc.12)
lunes, 7 de diciembre de 2020
“Fin del relato y algunas curiosidades o sorpresas…”
Después de una lectura lenta y sosegada de casi setecientas
páginas llega uno al final del viaje. En dos escritos anteriores he comunicado
la intención que se había propuesto el Arzobispado de Madrid al editar este
documentado volumen titulado “Martirologio Matritense del siglo XX”, donde
desde el perdón, con la sana intención
de que hechos tan inhumanos como los que se narran no se vuelvan a repetir, expone
, a modo de ficha, la biografía de 427 sacerdotes y seminaristas asesinados que
tristemente testimonian la persecución religiosa de la España de los años
treinta, y que a día de hoy dan la luctuosa cifra de 12 obispos, 4.200
sacerdote y seminaristas, cerca de 3000 religiosas y decenas de miles de laicos
comprometidos. Todo ello narrado con la máxima imparcialidad y desde la caridad
y comprensión cristiana de unos sucesos que entronan la locura y el odio como
norma de conducta, algo impropio del ser humano reflexivo y bien formado,
independientemente de cuál sea su manera de pensar, pues ninguna idea justifica
una muerte. Todo este relato se hace de manera objetiva, clara, sencilla, con
la única intención de dejar constancia y facilitar la convivencia entre todos.
De sus páginas no se desprende sangre, rencor, sino comprensión, perdón. Se
narra desde la verdad, la justicia , el cariño, la comprensión. No se respira
rencor, odio ni violencia.
En este último escrito como bien dice su título, como
asturiano que soy, trato de buscar cualquier implicación que Asturias y sus
gentes tengan en el desarrollo y contenido del libro. Algo que no debe
sorprendernos pues siempre ha habido mucho trasiego y comunicación y buena vecindad entre ambas
provincias, y eso a pesar de las dificultades orográficas de todos conocidas. Y he aquí que entre los 427 mártires hay cinco
asturianos y un de descendiente de asturianos. Todos ellos de edades que van
desde los 94 a los 58 años. Así el sacerdote don Antonio del Fresno Arroyo, de
66 años, Director del Refugio de San José ,natural de Oviedo, hijo de Ramón del
Fresno, que abrió en 1858 el primer estudio de fotografía de la ciudad, en la
calle de Los Pozos. Don José Fernández
Montaña, de 94 años, el más anciano de todos los biografiados ,exdecano de la
Rota y miembro dela Academia de la Historia, natural de Santa María de Miudes
(El Franco), preceptor del niño Alfonso XIII y asesinado un 26-X-1936. Don
Julio García Artamendi, de 62 años, capellán castrense retirado , natural de Trubia donde al encontrarse de
vacaciones es detenido y asesinado en Sograndio. Don Segundo Vuelta Álvarez, de 63 años, Teniente mayor jubilado de San
Antonio de la Florida y don Ramón Iglesias Suárez, de 58 años, Párroco de El
Salvador y San Nicolás, de 58 años, que es asesinado en Paracuellos del Jarama
un 28-XI-1936, y en el apartado de sacerdotes descendientes de asturianos tenemos al sacerdote Don Galo López Ordax, de 54 años, coadjutor de la
parroquia de la Asunción de Colmenar Viejo, cuyos padres descendientes de
Cangas de Narcea, eran propietarios del café Las Columnas de la Puerta del Sol
y después con el mismo nombre en Colmenar Viejo. Para concluir este apartado
referente a Asturias, no podía faltar Covadonga, en la persona de san Pedro
Poveda Castroverde, fundador de la Institución Teresiana, y canónigo de
Covadonga el 13 de octubre de 1906 , donde su fundación tiene una permanencia constante, y ya por último se hace referencia a un obispo sierense, natural
de Valdesoto, fray Bernardo Martínez Noval, cuyo biografía de Jovellanos fue
reeditada hace algunos años por el Ayuntamiento de Siero, que en su etapa
de obispo de Almería ordenó, un 29 de mayo de 1926 al ya beato Agustín Navarro
Iniesta, coadjutor de Carabanchel Bajo.
En el apartado de sorpresas y curiosidades, en la
lectura de este libro descubro que el sacerdote y mártir don César Manero Zaro,
de 61 años, párroco de Santa María de Alcalá de Henares salvó , gracias a su
previsión, el Libro de Bautismos donde consta que Cervantés nació en 1547; que
un joven sacerdote, de 25 años, coadjutor de San Martín de Valdeiglesias, hijo
de sordomudos, fue asesinado un 24 de julio de 1936; que Don Manuel Parejo
Bahamonde, de 47 años, párroco de Nuestra Señora del Carmen y San Luis, fue
nombrado Hijo predilecto de Don Benito en 1919 y que tiene calle en el lugar,
lo mismo que el párroco de Alcobendas don Mariano Sebastián Izuel, 59 años. Que
el sacerdote mártir don Julián Fernández Díaz, de 47 años, natural de Trujillo,
fue asesinado en Sigüenza un 4 -XI-1936, el mismo día que nació; que joven
párroco de Torrelodones, de 30 años, fue bautizado un 13 de mayo de 1906 o que
el sacerdote Don Santiago Carrillo de Blas, de 25 años, devoto de la Pasión del
Señor, fue asesinado precisamente un 14 de setiembre de 1936, día de la
Exaltación de la Santa Cruz, y por último no tengo empacho en reconocer que desconocía que en Guadalajara existía un pueblo que se llama Galápagos.
La lectura de este libro deja abiertas muchas preguntas que
quien más, quien menos se plantea, su respuesta no es fácil, quizás nos hace
falta más distanciamiento de los acontecimientos para ser más objetivo y más ahora que
algunos han visto rédito electoral en estas inoportunas guerras de la memoria
que tensión, dividen, dificultan la convivencia entre los españoles, algo que
nuestros mayores, ya fallecidos, nos reprocharían abiertamente. Los hechos son
estos, por mucho que nos pesen. No hay justificación para matar a nadie. ¿Cómo pudo ejecutarse semejante barbarie?¿Por
qué se produjo? ¿Quién la alentó? ¿Quién sembró tanto odio, tanta
violencia, tanto rencor?... Tácticas o
técnicas que algunos colectivos parecen querer poner en circulación nuevamente
para evidenciar una supuesta progresía, ya que no saben mover la economía, ni generar empleo, ni resolver
los problemas que de verdad preocupan al ciudadano, y a los hechos me atengo y es que parece ser que la mayor preocupación que tenemos es si el castellano ha de ser o no lengua vehicular en todo el territorio . “ Lo peor,
como dice el tío Julio- personaje de Martín Descalzo- es que todas las
guerras civiles terminan lo mismo, con dos cementerios, uno de muertos y otro
de vivos…” y es como muy bien dice el autor de "Lobos, perros y corderos", Padre José Luis Martín Descalzo, " no hay en el universo nada más digno de compasión que la condición humana..."