sábado, 12 de diciembre de 2020

“Olalla blanca en lo blanco…”



El pasado jueves, 10 de diciembre, se celebró la festividad de Santa Eulalia de Mérida, Patrona de la Diócesis y de la ciudad de Oviedo, y como era de esperar el Equipo de Gobierno acudió a la catedral para venerar a la Santa y pedir su intercesión, entre otras muchas cosas, por esta pandemia que nos asola. Siempre me ha sorprendido la cantidad de barrios, pueblos, ciudades e incluso ayuntamientos que responden al nombre de Santa Eulalia, así como muchas mujeres, no sólo en Asturias – Santa Eulalia de Vigil (Santolaya) en Siero; Santa Eulalia de Morcín, de Cabranes, de Oscos, e incluso el concejo limítrofe de Llanera tiene su barrio de Santolaya en la parroquia de Pruvia - sino también en toda la geografía española, desde Gerona, Barcelona(Santa Eulalia de Riuprimer, santa Eulalia de Ronsana o el mismo barrio de Santa Eulalia de Hospitalet de Llobregat), Islas Baleares, Toledo, Huelva, Álava, Galicia y en el mismísimo Perú , México, Guatemala… A más de uno le puede sorprender que una niña, de 12 años, hija del senador Liberio y nacida en Mérida, martirizada en el año 304 por Daciano, prefecto de Diocleciano, sea la patrona de nuestra diócesis desde el año 1639 y que en Oviedo se conserven sus restos, y todo ello ha sido fruto de la invasión musulmana que obligó el traslado de los mismos. Durante algún tiempo se creyó en la existencia de dos Santa Eulalias, una en Barcelona y la otra en Oviedo, pero estudios solventes han llegado a la conclusión que ambas eran la misma, la Santa Eulalia de Mérida de Oviedo, donde reposan sus restos. Ni que decir que una mártir de 12 años, con tanta madurez, firmeza y coraje fue materia muy apropiada para la poesía, para la alabanza y ejemplaridad, y no tiene que sorprendernos que poco después de los hechos, antes del año 410, el poeta Prudencio, natural de Calahorra, nos dejase en su colección de poemas el “Peristephanon” o “Libro de las coronas de los mártires, su Canto III a la Santa Eulalia. Y en esta misma línea Eulalia, “la que bien habla”, significado etimológico de su nombre, ha dado origen al primer poema completo en bable en el siglo XVII, y en esa misma línea no tiene que sorprendernos que un poeta como Lorca, con su sensibilidad humana , bondad y perfección estética, la hiciese protagonistas de uno de sus Tres Romances Históricos, que titula “El martirio de Santa Olalla”. Una vez más se demuestra que poesía y religión van hermanadas , que forman un patrimonio común del que, en honor a la verdad, no se puede prescindir, salvo que queramos pecar de falsarios o pensemos adánicamente que el presente es nuestro. Hace ya un tiempo, Clarín, en “El Imparcial”, de 3 de abril de 1896, al comentar la publicación de un tomo pequeño de literatura mística dijo :” El castellano, el bueno, parece que nació para hablar de esas cosas del cielo, con los colores y las formas de más brillo de las hermosuras naturales de la tierra”…Más recientemente, este año, con motivo de la publicación de la encíclica “Fratelli Tutti”, su santidad, el Papa Francisco nos dice: “Cabe reconocer que entre las causas más importantes de la crisis del mundo moderno están una conciencia humana anestesiada y un alejamiento de los valores religiosos…No puede admitirse que en el debate público solo tengan voz los poderosos y los científicos. Debe haber un lugar para la reflexión que procede de un trasfondo religioso que recoge siglos de experiencia y sabiduría” Hoy, más de mil setecientos años después de su muerte, la historia se repite y sigue siendo válida la pregunta que la santa se formuló en su defensa ante el opresor y que Daciano no respondió: ¿Negar a Dios, omnipotente Padre, no es el colmo , decidme , de la insania?...Para concluir estas líneas que buscan aclarar y alertar desde la ejemplaridad histórica de Santa Eulalia, niña de 12 años, creo oportuno citar unas palabras del papa San Juan Pablo II, de su encíclica “Centésimus annus” que pueden centrar más nuestra reflexión y concretar más nuestras obligaciones : “Si no existe una verdad trascendente, con cuya obediencia el hombre conquiste su plena identidad, tampoco existe ningún principio segura que garantice las relaciones justas entre los hombres…La raíz del totalitarismo moderno hay que verla, por tanto , en la negación de la dignidad trascendente de la persona humana, imagen del Dios invisible…”


                                    José Antonio Noval Cueto.

2 comentarios:

  1. Muy interesante. También en Cantabria hay muchas localidades y ermitas santa Eulalia y Santa Olaya, algunas muy antiguas como la de Penagos de cerca del año 850...

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    1. Muchas gracias por tus palabras y por tu interesante información. Un saludo

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