lunes, 7 de diciembre de 2020

“Fin del relato y algunas curiosidades o sorpresas…”



Después de una lectura lenta y sosegada de casi setecientas páginas llega uno al final del viaje. En dos escritos anteriores he comunicado la intención que se había propuesto el Arzobispado de Madrid al editar este documentado volumen titulado “Martirologio Matritense del siglo XX”, donde desde el perdón,  con la sana intención de que hechos tan inhumanos como los que se narran no se vuelvan a repetir, expone , a modo de ficha, la biografía de 427 sacerdotes y seminaristas asesinados que tristemente testimonian la persecución religiosa de la España de los años treinta, y que a día de hoy dan la luctuosa cifra de 12 obispos, 4.200 sacerdote y seminaristas, cerca de 3000 religiosas y decenas de miles de laicos comprometidos. Todo ello narrado con la máxima imparcialidad y desde la caridad y comprensión cristiana de unos sucesos que entronan la locura y el odio como norma de conducta, algo impropio del ser humano reflexivo y bien formado, independientemente de cuál sea su manera de pensar, pues ninguna idea justifica una muerte. Todo este relato se hace de manera objetiva, clara, sencilla, con la única intención de dejar constancia y facilitar la convivencia entre todos. De sus páginas no se desprende sangre, rencor, sino comprensión, perdón. Se narra desde la verdad, la justicia , el cariño, la comprensión. No se respira rencor, odio ni violencia.

En este último escrito como bien dice su título, como asturiano que soy, trato de buscar cualquier implicación que Asturias y sus gentes tengan en el desarrollo y contenido del libro. Algo que no debe sorprendernos pues siempre ha habido mucho trasiego y  comunicación y buena vecindad entre ambas provincias, y eso a pesar de las dificultades orográficas de todos conocidas.  Y he aquí que entre los 427 mártires hay cinco asturianos y un de descendiente de asturianos. Todos ellos de edades que van desde los 94 a los 58 años. Así el sacerdote don Antonio del Fresno Arroyo, de 66 años, Director del Refugio de San José ,natural de Oviedo, hijo de Ramón del Fresno, que abrió en 1858 el primer estudio de fotografía de la ciudad, en la calle de Los Pozos.  Don José Fernández Montaña, de 94 años, el más anciano de todos los biografiados ,exdecano de la Rota y miembro dela Academia de la Historia, natural de Santa María de Miudes (El Franco), preceptor del niño Alfonso XIII y asesinado un 26-X-1936. Don Julio García Artamendi, de 62 años, capellán castrense retirado ,  natural de Trubia donde al encontrarse de vacaciones es detenido y asesinado en Sograndio. Don Segundo Vuelta Álvarez,    de 63 años, Teniente mayor jubilado de San Antonio de la Florida y don Ramón Iglesias Suárez, de 58 años, Párroco de El Salvador y San Nicolás, de 58 años, que es asesinado en Paracuellos del Jarama un 28-XI-1936, y en el apartado de sacerdotes descendientes de asturianos tenemos al sacerdote Don Galo López Ordax, de 54 años, coadjutor de la parroquia de la Asunción de Colmenar Viejo, cuyos padres descendientes de Cangas de Narcea, eran propietarios del café Las Columnas de la Puerta del Sol y después con el mismo nombre en Colmenar Viejo. Para concluir este apartado referente a Asturias, no podía faltar Covadonga, en la persona de san Pedro Poveda Castroverde, fundador de la Institución Teresiana, y canónigo de Covadonga el 13 de octubre de 1906 , donde su fundación tiene una permanencia constante, y ya por último se hace referencia  a un obispo sierense, natural de Valdesoto, fray Bernardo Martínez Noval, cuyo biografía de Jovellanos fue reeditada hace algunos años por el Ayuntamiento de Siero, que en su etapa de obispo de Almería ordenó, un 29 de mayo de 1926 al  ya beato Agustín Navarro Iniesta, coadjutor de Carabanchel Bajo.

En el apartado de sorpresas y curiosidades, en la lectura de este libro descubro que el sacerdote y mártir don César Manero Zaro, de 61 años, párroco de Santa María de Alcalá de Henares salvó , gracias a su previsión, el Libro de Bautismos donde consta que Cervantés nació en 1547; que un joven sacerdote, de 25 años, coadjutor de San Martín de Valdeiglesias, hijo de sordomudos, fue asesinado un 24 de julio de 1936; que Don Manuel Parejo Bahamonde, de 47 años, párroco de Nuestra Señora del Carmen y San Luis, fue nombrado Hijo predilecto de Don Benito en 1919 y que tiene calle en el lugar, lo mismo que el párroco de Alcobendas don Mariano Sebastián Izuel, 59 años. Que el sacerdote mártir don Julián Fernández Díaz, de 47 años, natural de Trujillo, fue asesinado en Sigüenza un 4 -XI-1936, el mismo día que nació; que joven párroco de Torrelodones, de 30 años, fue bautizado un 13 de mayo de 1906 o que el sacerdote Don Santiago Carrillo de Blas, de 25 años, devoto de la Pasión del Señor, fue asesinado precisamente un 14 de setiembre de 1936, día de la Exaltación de la Santa Cruz, y por último no tengo empacho en reconocer que desconocía que en Guadalajara existía un pueblo que se llama Galápagos.

La lectura de este libro deja abiertas muchas preguntas que quien más, quien menos se plantea, su respuesta no es fácil, quizás nos hace falta más distanciamiento de los acontecimientos para ser más objetivo y más ahora que algunos han visto rédito electoral en estas inoportunas guerras de la memoria que tensión, dividen, dificultan la convivencia entre los españoles, algo que nuestros mayores, ya fallecidos, nos reprocharían abiertamente. Los hechos son estos, por mucho que nos pesen. No hay justificación para matar a nadie. ¿Cómo pudo ejecutarse semejante barbarie?¿Por qué se produjo? ¿Quién la alentó? ¿Quién sembró tanto odio, tanta violencia, tanto rencor?...  Tácticas o técnicas que algunos colectivos parecen querer poner en circulación nuevamente para evidenciar una supuesta progresía, ya que no saben mover la economía,  ni generar empleo, ni resolver los problemas que de verdad preocupan al ciudadano, y a los hechos me atengo y es que parece ser que la mayor preocupación que tenemos es si el castellano ha de ser o no lengua vehicular en todo el territorio .  “ Lo peor,  como dice el tío Julio- personaje de Martín Descalzo- es que todas las guerras civiles terminan lo mismo, con dos cementerios, uno de muertos y otro de vivos…” y es como muy bien dice el autor de "Lobos, perros y corderos", Padre José Luis Martín Descalzo, " no hay en el universo nada más digno de compasión que la condición humana..."

                                                          

                                                  José Antonio Noval Cueto.






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