El titular de este artículo me lo ha ofrecido mi vecino de
terraza del café “El Navarrín”, al
comprobar como uno, sentado a su lado, al querer saludar a un conocido que
subía por la rampla que comunica la calle Marquesa de Canillejas con la Iglesia
de San Pedro, en Pola, después de
llamarle dos o tres veces : ”Manolo, Manolo, Manolo…”, el aludido no se
enteraba, pues ya su cierta edad impedía que su oído escuchara . Al ver la
inutilidad de mi intento, me dijo:
- Avisos manda San Pedro
Expresión con la que quería indicarme que el tiempo no pasa sin
dejar su huella y sus consecuencias: se
ve menos, se oye menos, se te olvidan cosas e incluso se tropieza con más
facilidad en las baldosas de la acera. Desconocía esta acepción y este uso
popular de la misma, que me dan pie a reconocer que no tiene que sorprendernos
que San Pedro, en los aledaños de su iglesia, con un buen café, temperatura y
compañía, mande avisos, sugerencias, peticiones, ruegos, y más cuando la
lectura del 24 de abril a la pregunta del Maestro de si “¿También ustedes
quieren irse? Simón Pedro responde: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras
de Vida eterna…”
San Pedro, el de las llaves, siempre ha estado de actualidad
y muy presente en la vida española- las colas del cielo van a más, como las del
paro, del hambre, del médico, de la farmacia, de Cáritas…- pero últimamente su
protagonismo ha cogido más fuerza y ello por diferentes motivos. Así, en Gijón,
la perla del Cantábrico, nombre que la leyenda
ha llegado a relacionar con Giján, hijo de Noé, la Alcaldesa, que quizás
desconoce el pasado marinero de San Pedro,
patrono de la ciudad desde 1630, ha vuelto a ponerlo en alza, y las
misas y visitas a su Iglesia se han
incrementado notoriamente, y los pocos turistas , devotos y no devotos, que
vienen a la ciudad- tiempos de Covid-
tienen en su agenda la visita al templo, que bien lo merece por lo
cuidado que está, por lo encontradizo que es – favorece la oración- y por el
entorno que le acompaña y baña: Ayuntamiento, Cimadevilla, Naútico y el Cantábrico . Me cuesta entender Gijón sin
la Iglesia de San Pedro donde acudo siempre que puedo y donde San Pedro , como
marinero que fue, me insiste en recordarme aquello de que “si no pescas, no
comes”. Mensaje muy útil en estos tiempos de farándula y confusión, de mentiras
y engaños para que no nos distraigamos y centremos bien los objetivos: salud y
trabajo. Con esto nos basta y a esto deben entregarse en cuerpo y alma nuestros
responsables políticos.
San Pedro también hace unos meses, con el temporal de
Filomena, nos mandó avisos a todos nosotros, los de Siero y Pola, para que
hagamos un esfuerzo y reparemos su Casa, nuestra Casa, la de Abraham, Moisés,
Salomón …El templo que nos acoge al nacer, nos acompaña en la vida y nos despide
al morir. Y desde entonces, gracias a la sabia tutela de don Fermín , el
párroco, don Sergio, sacerdote colaborador y demás personas, vamos haciendo lo posible e incluso casi lo
imposible para cumplir su petición y que la Iglesia de San Pedro de Pola de
Siero, en pleno camino del Norte o de la Costa, se rehabilite y tenga la
dignidad que se merece y que nos merecemos todos sus feligreses y vecinos,
discípulos suyos.
Mientras escribo estas palabras San Pedro me hace la
siguiente pregunta que os traslado. Si los “pixuetos” imploran su protección y
le dan cuenta de los avatares sufridos el día de su festividad; si los polesos
bendicen los “Huevos Pintos”, ¿por qué San Pedro , patrono de su ciudad ,no
puede bendecir las aguas de su Gijón del alma?...Alguien tendrá que darnos convincente
respuesta. ¿No se estarán confundiendo las cosas o generando polémicas o
tensiones innecesarias, cuando los problemas que a todos nos agobian, creyentes
o no, son dos: salud y trabajo?.
Somos muchos los que con mayor o menor acierto e insistencia
buscamos las mismas palabras de
vida eterna que San Pedro ; y lejos de
nosotros tensionar, dividir…porque como muy bien dijo ,en la Bendición de las
Aguas de 2019, su párroco don Javier Gómez Cuesta, “La fe no excluye, no
discrimina; aúna, hermana, forja comunidad, genera valores para convivir…”
No pongamos murallas al campo, y querer hacer desaparecer
todo vestigio cristiano de nuestra cultura es destruirla y destruirnos. Si
alguien lo duda que lea a Cervantes y Quevedo.
José
Antonio Noval Cueto.