sábado, 2 de octubre de 2021

“Que no se siembre la nada…”

 

Cuando el Estado protector ha estado a punto y siempre que pueda lo va a intentar, de imponer y llegó a decir que “los hijos son suyos”, muchos colectivos de familias y profesores han recordado la elemental verdad de que los hijos son de los padres, de sus familias, y así lo han hecho valer y así lo demuestran con sus renuncias y sacrificios ; también el sector docente ha dicho, afirmado y demostrado que los primeros y  principales responsables de los hijos son los padres, y que según el grado de compromiso de éstos  depende, en gran manera , la potencialidad de sus hijos y su futuro. Siempre se ha dicho que una infancia feliz es el mejor pasaporte para el porvenir, y como tal la debemos cuidar y proteger.

Los padres tiene una responsabilidad que es suya, que deben cuidar y velar: la educación y formación de sus hijos, su integración en la sociedad. Quien más y quien menos sabe las dificultades que esto supone y más en una sociedad del marketing, del consumo, donde lo que importa es vender, al precio que sea, y donde la mentira tiene su trono. No todo vale y eso debemos hacérselo saber, es nuestra obligación de padres, así como evidenciar nuestra manera de ver y de vivir la vida, nuestro programa y estilo de vida. No podemos hacer dejación de funciones mientras estén bajo nuestra tutela.

 La mente de nuestros hijos tiene su límite de capacidad, de memoria de contenidos. No lo lleva todo, debemos seleccionar, marcar las prioridades. ¡Cuántas temáticas innecesarias atiborran, adormecen  sus cabezas si dejamos que la televisión y las redes sean sus prioritarias herramientas de trabajo!   Tenemos que diferenciar entre instrucción y formación, ya que   este mundo tecnológico que se nos pone de modelo, prima lo inminente y el disfrute del momento, no entra en disquisiciones sobre el pasado o sobre el futuro, prima la instrucción, el aprendizaje de aquellas asignaturas que ayudan  a ser buenos profesionales como matemáticas, física, química, informática, robótica…con ser necesarias para el momento que vivimos, pero se olvida o infravalora   aquellos contenidos que ayudan a ser buen ciudadano, buen español;  aquellas asignaturas que pertenecen al bloque de la ‘formación’, llámense literatura, historia, filosofía, religión, moral, ética… y esto está generando un vacío existencial que si algo crea es desesperación, desconfianza, desgana, apatía... Ya no se habla de verdad, ya no se diferencia el bien del mal, y palabras como solidaridad, caridad, ayuda, acogida, tolerancia, respeto son solo eso, palabras…y el progreso se reduce a meros planteamientos u objetivos económicos centrados en “mi progreso”; del progreso moral, verdadero motor de personas y pueblos, no se habla. Llegado a este punto quiero felicitar a toda la Corporación de Siero, porque en el último pleno de setiembre se aprobó una Carta-Moción presentada por el PP, de apoyo y ayuda a los vecinos de la Palma, de la que tan necesitados están en estas penosas circunstancias, e indicarles que no están solos, que nos preocupa su doloroso presente y su incierto futuro.

Estamos sembrando el planeta de “yos”, y sus consecuencias son nefastas. La explotación de sentimientos va a más, y el desencanto y la desilusión también, véase el trato que dispensamos a nuestros mayores, que si en otras épocas estaban rodeados de veneración, admiración y respeto; hoy se han convertido en problema, incomodidad, obstáculo, abandono y hasta desprecio.  La única solución que hemos arbitrado es que se mueran pronto o que no nazcan …¿Nos preocupamos del lobo y no del abuelo? Y a esto se le llama progreso?

Va siendo hora de poner las cosas en su sitio. El ser humano necesita pensar, pero también sentir. Necesita instrucción, pero también formación. Necesitamos buenos profesionales, pero también buenos ciudadanos, buenos padres de familia, buenos hijos... No podemos excluir lo uno de lo otro, o sino pagaremos las consecuencias, y algo de eso nos está pasando ahora, cuando primamos a la razón sobre los sentimientos, y las causas las conocemos todos: abandono, desprecio, tristeza, desesperación.

A la hora de hacer balance de la formación recibida a lo largo de mi vida – el proceso de formación, de ser mejor persona, no termina nunca- tienen un lugar preferente las actividades de mi infancia y juventud en mi parroquia San Félix de Lugones, donde recibí mi catequesis de primera comunión, mi confirmación, y donde regularmente participe en las diferentes actividades culturales que organizaba la parroquia(Don Jesús y su coadjutor Don Alfonso que me enseñó la poca música que sé, don Julio, don José María y sus charlas semanales) que alentaron mi vocación y favorecieron mi compromiso como creyente y ciudadano. Estas actividades facilitaron la convivencia y comunicación de todos nosotros, y todavía hoy, después de muchas décadas, los que quedamos de ese grupo de amigos, nos reunimos y recordamos con gozo la época vivida y la importancia que ha tenido en nuestro desarrollo personal. Iglesia y cultura siempre han ido de la mano, recordemos la fundación de las universidades en la Eda Media, los orígenes del teatro o las muchas actividades culturales que hacen las diferentes parroquias… como la que en su día hizo   Orihuela(Alicante) que permitió que Miguel Hernández fuera poeta, gracias a la ayuda de su amigo Ramón Sijé, y el mejor testimonio es su “Elegía a Ramón Sijé” o llanto por su muerte. Una de las mejores poesías escritas en castellano sobre la amistad.

Escribo estas letras ahora que se reanuda la catequesis en las diferentes parroquias de nuestro Principado y en la Pola, después de la Pilarica, para recordar la importancia que la misma tiene en el desarrollo del niño - la cultura española no se puede entender y comprender sin reconocer la importancia de la religión católica-   y especialmente para sabernos hijos de un Padre que nos ama y nos protege. ¿Qué sería de nosotros sin Padre? El vació ni crea ni ampara; olvida, desprecia…

  

                             José Antonio Noval Cueto.



P:D “ Yo quiero ser llorando el hortelano

          de la tierra que ocupas y estercolas,

          compañero del alma, tan temprano…

         Tanto dolor se agrupa en mi costado,

         que por doler me duele hasta el aliento…”

                                 (Elegía a Ramón Sijé)

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