Desde hace algunos años y gracias a tu amigo Antonio, escucho
por Navidades un bello villancico que - con una música sublime impregnado de letra y alegría sevillana, habla del Niño que nació en la calle del
Museo, de que Velázquez con sus pinceles pinta en la Puerta Real a tres Reyes
sonrientes y que Murillo en una blanca
servilleta lleva flores de azahar a María…- titula “La Reina de los cielos”. Este año volví a escucharlo muchas veces y siempre que sonaba me acordaba
de ti, de tu enfermedad, de lo trágico que supone para un cantante no tener voz,
quedar sin voz y evidenciar, después de una larga vida, lo frágiles y vanos que somos. Pero a raíz de tu
muerte, Pascual, he sabido más cosas. Que
has hecho lo imposible por volver a cantar, aunque la voz no tuviera la
intensidad que tenías, y que este 6 de febrero, domingo, día del Señor, tenías una
actuación fuera de programa en el Cielo,
en presencia de la Reina Madre. No todos
vamos a tener ese privilegio. ¡Acuérdate de nosotros! Seguro que no tardando
mucho tus sones y sonrisas serán un elemento más de la noche sevillana.
No podía estar callado, no me lo podía permitir, es como si
me faltara a mí mismo. Algo tenía que decir, pues suelo convertir las penas en
letra, siempre que la ocasión obligue, como ésta, , pues además de implorar y
rezar al SEÑOR, , escribir es lo que
puedo hacer por ti, aunque solo sea para
pagar tanta dicha que en forma de música y letra nos has sembrado a lo largo de
tu vida. y en esas estoy a esta hora de
la noche, cuando las ausencias duelen, cuando angustian los recuerdos.
Estos días han sido muchas las columnas que han hablado de
ti, del trovador de Sevilla, del eterno pregonero, del poeta y del cantor, del
compositor de sevillanas y su modernización , del pregonero eterno que dio un sonido a Sevilla,y
eso que, por motivos que no vienen al caso, nunca Pascual fue pregonero del Domingo del Perdón (Semana Santa de Sevilla), y esa pequeña o grande frustración se ha suplido con crecer
con las letras de tus canciones y el baile de tus gentes, que arreboladas y felices
agradecen la genialidad de Pascual.
Desde las tierras del Norte, tierras de gaita y tambor, de jota, muñeira y pericote, también bailamos, y
buenos dineros nos costó, las sevillanas de Pascual que tiene el ritmo de lo bien hecho y el cariño del que siente,
de quien tiene corazón humano. Hoy , antes de escribir estas letras y quizás
buscando sumergirme en la grandeza del maestro escuché a Pascual cantar al Cristo
del Cachorro y mi villancico de siempre: Reina de los Cielos. Se me congeló la
sangre como si estuviera ante la Dolorosa de la Iglesia de San Pedro Apóstol de
Pola de Siero.
Ya ha empezado la función. Mucha gente a la espera. San
Pedro abre la puerta y recuerda: !Aforo reducido¡ ¡Por favor saquen la entrada!
José Antonio Noval Cueto.
P.D No puedo entender
las Navidades sin villancicos y su “Reina de los cielos” ¡Muchas gracias,
Pascual!
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