Ahora que mi amigo José Manuel cuelga en las redes sociales
recuerdos de míticas carteleras de las sesiones del cine en El Nora y El Avenida, de mi infancia y
juventud lugonense, parece que animan a
uno reencontrase con el mundo del celuloide, del que dicho sea de paso, no
soy muy aficionado, y más desde que últimamente prima más el
espectáculo, las efectos especiales que el guion, que lo bien narrado aunque sea con imágenes, pero
un viernes de últimos de enero, el 21 de enero, volví a encontrarme con la
magia del cine en el programa “Cine
Classic” de la Trece TV, gracias a que su presentador, el guionista y director
de cine José Luis Garci tuvo a bien complacernos y sorprendernos con la
película en blanco y negro “Plácido”, ambientada en la España de 1961, que
obtuvo el premio a mejor película, mejor director-Luis García Berlanga y mejor
actor- José Luis López Vázquez- del
“Circulo de Escritores Cinematográficos” y nominada para el Oscar a mejor
película de habla no inglesa y también, en 1962, nominada a la Palma de Oro del
Festival de Cannes.
A nadie se le oculta la íntima relación que existe entre
literatura y cine, aunque una trabaja con el lenguaje, con las palabras, con
las frases; y la otra con imágenes, planos , escenas. Ambas tienen capacidad
para describir lo que nos rodea, lo que
nos preocupa y sentimos y ambas están condicionadas por la creatividad
inherente de cada escritor, de cada director de cine .Sabemos de cineastas
escritores y de escritores cineastas, así Jesús Fernández Santos, Gonzalo
Suárez, Gutiérrez Aragón…como también sabemos del éxito de excelentes novelas que
llevadas al cine lo incrementan más , aportan más mensaje, más concreción ,
véase el caso de la película “La familia
de Pascual Duarte” de Elías Querejeta, y otras que se desvirtúan, pierden
mensaje, no agradan al espectador , a veces ni al propio escritor , y
especialmente a aquellos que antes la han leído, y esto se puede deber a
múltiples causas, aunque hay una que no debemos desechar para explicar estos
desencantos, y es que cuando uno lee una novela, él es el propio ‘director’ de
su película, que puede no coincidir con la visión que tiene el director de la misma…
El otro viernes, di por bien empleado el tiempo que dedique a
ver esta fabulosa película- ahora de mayores somos un poco cuatreros del
tiempo- que aunque sea española, rodada
e interpretada por actores españoles, merece estar dentro de las grandes del
celuloide, y es que también en España
tenemos genios y estos merecen no sólo su reconocimiento y aplauso, sino que se
lean, que se vean, que los hagamos nuestros, que disfrutemos de su alta dosis de creatividad; algo muy nuestro ,que
no prolifera en otros lugares, y que no apreciamos en su justa medida por ese ese
complejo de inferioridad que tanto nos limita y encoge, pues tendemos a creer
que lo de afuera es mejor, y vemos que no , que también asaltan al Congreso en
Estados Unidos, que Boris Johnson no se confina y que Bélgica con sus decisiones parece un país
bipolar, si no es un país fallido.
Tenía ganas de escribir estas letras que muestran mi gratitud
y reconocimiento al Séptimo arte, y es que no siempre se tiene la oportunidad
de ver películas y guiones tan bien elaboradas, a pesar de sus escasos medios,
que recrean la España menesterosa y resistente de mi infancia, en la que un
desconsolado Plácido Alonso, perfectamente interpretado por el humorista
Cassen, hace lo posible e imposible para poder pagar su primera letra de la
isocarro de su empresa de transportes
“Alonso”, que se compró para sacar adelante a su familia, o la falsa caridad que brota en
el ambiente siempre que llega la Navidad y más en aquella época donde reinaba el
culto a las apariencias para tranquilizar las conciencias de algunas personas
con aquello del “Siente un pobre en su mesa”. Excelente comedia de costumbres y
un buen retrato social de la España del momento, anterior a los Planes de
Desarrollo, la del 61.
Durante toda la película los diálogos como las escenas, son
muy precisos, muy cuidados, tan certeros que encuadran muy bien la acción, en la que un Plácido
nos dice: “Yo quiero pagar, soy una persona sería”, o un bien
intencionado Gabino Quintanilla, soberbiamente interpretado por José Luis López
Vázquez, que desde su bondad y conmiseración trata de paliar la situación
agónica que se vive y organiza un
caduco festival con actrices de segundo orden para recabar ayuda y facilitar la operación de
“Siente un pobre en su mesa”, y al mismo
tiempo trata de calmar la desesperación de Plácido con palabras cuando dice “En
un día como hoy no se embarga a nadie”, y cuando la situación se le complica a Plácido,
le ayuda con dinero y el pronto pago…En el aire quedan aquellas palabras
definitorias de una conducta de entonces y de ahora de “Una Nochebuena sin
besugo, no es Nochebuena”, o la demoledora conclusión de “En la tierra no hay
Caridad, nunca la ha habido y nunca la habrá”, y todo ello no exento de humor
que reflejan diálogos como éste.
-“Póngase la cofia
- No que me acabo de hacer la permanente.”
Al fin, después de muchos avatares y de abonar su pago
pendiente, Plácido puede recogerse con su familia, para celebrar la parca cena
de Nochebuena.
Después de estar atrapado unas dos horas por esta excelente
película, de recordar la España del
isocarro, pan y garrafón, y de disfrutar
y saborear el arte, la perfección, lo bien hecho y todo con pocos recursos, me
di de bruces con la realidad y escribo estas palabras para reivindicar el buen
cine, se haga donde se haga y más en España, que también lo tenemos y muestras
como ésta lo avalan. ¡Es una lástima que muchas personas dejen de leer, de ver
cine, después de la saturación excesiva
de libros sin páginas y de películas sin imágenes que invaden el
mercado! Hemos de cuidar entre todos la calidad, lo bien hecho…y este es el
objetivo de estas letras que, además de
agradecimiento al genio, espera que sirvan de ayuda a otros futuros
espectadores. ¡Merece la pena ver una película como ésta, aunque sea española,
y es que la calidad no cansa!
Por último quisiera decir que esta película, no sé por qué,
me ha recordado otra excelente española,
la primera que obtuvo un Oscar en 1983, “Volver a empezar”, de José Luis Garci,
donde nuevamente se demuestra que con pocos medios, buen guion, buen director y buena plantilla
de actores se logra la perfección, el
aplauso , el premio.
En la noche de este viernes, 21 de enero, nuevamente se han encontrado dos películas,
dos buenos directores y dos nominados a Oscar a la mejor película en habla no
inglesa; uno con premio y otro lo puedo tener, y me han recordado que el buen
cine existe :veámoslo.
José Antonio Noval Cueto.
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