domingo, 6 de febrero de 2022

“Plácido, una noche del viernes…”

Ahora que mi amigo José Manuel cuelga en las redes sociales recuerdos de míticas carteleras de las sesiones del cine en  El Nora y El Avenida, de mi infancia y juventud lugonense, parece que animan  a uno reencontrase con el mundo del celuloide, del que dicho sea de paso, no soy  muy aficionado,  y más desde que últimamente prima más el espectáculo, las efectos especiales que el guion,  que lo bien narrado aunque sea con imágenes, pero un viernes de últimos de enero, el 21 de enero, volví a encontrarme con la magia del cine  en el programa “Cine Classic” de la Trece TV, gracias a que su presentador, el guionista y director de cine José Luis Garci tuvo a bien complacernos y sorprendernos con la película en blanco y negro “Plácido”, ambientada en la España de 1961, que obtuvo el premio a mejor película, mejor director-Luis García Berlanga y mejor actor- José Luis López Vázquez-  del “Circulo de Escritores Cinematográficos” y nominada para el Oscar a mejor película de habla no inglesa y también, en 1962, nominada a la Palma de Oro del Festival de Cannes.

A nadie se le oculta la íntima relación que existe entre literatura y cine, aunque una trabaja con el lenguaje, con las palabras, con las frases; y la otra con imágenes, planos , escenas. Ambas tienen capacidad para describir lo que nos rodea,  lo que nos preocupa y sentimos y ambas están condicionadas por la creatividad inherente de cada escritor, de cada director de cine .Sabemos de cineastas escritores y de escritores cineastas, así Jesús Fernández Santos, Gonzalo Suárez, Gutiérrez Aragón…como también sabemos del éxito de excelentes novelas que llevadas al cine lo incrementan más , aportan más mensaje, más concreción , véase el caso de la película  “La familia de Pascual Duarte” de Elías Querejeta, y otras que se desvirtúan, pierden mensaje, no agradan al espectador , a veces ni al propio escritor , y especialmente a aquellos que antes la han leído, y esto se puede deber a múltiples causas, aunque hay una que no debemos desechar para explicar estos desencantos, y es que cuando uno lee una novela, él es el propio ‘director’ de su película, que puede no coincidir con la visión que tiene el director de la misma…

El otro viernes, di por bien empleado el tiempo que dedique a ver esta fabulosa película- ahora de mayores somos un poco cuatreros del tiempo-  que aunque sea española, rodada e interpretada por actores españoles, merece estar dentro de las grandes del celuloide,  y es que también en España tenemos genios y estos merecen no sólo su reconocimiento y aplauso, sino que se lean, que se vean, que los hagamos nuestros, que disfrutemos de su  alta dosis de creatividad; algo muy nuestro ,que no prolifera en otros lugares, y que no apreciamos en su justa medida por ese ese complejo de inferioridad que tanto nos limita y encoge, pues tendemos a creer que lo de afuera es mejor, y vemos que no , que también asaltan al Congreso en Estados Unidos, que Boris Johnson no se confina y que  Bélgica con sus decisiones parece un país bipolar, si no es un país fallido.

Tenía ganas de escribir estas letras que muestran mi gratitud y reconocimiento al Séptimo arte, y es que no siempre se tiene la oportunidad de ver películas y guiones tan bien elaboradas, a pesar de sus escasos medios, que recrean la España menesterosa y resistente de mi infancia, en la que un desconsolado Plácido Alonso, perfectamente interpretado por el humorista Cassen, hace lo posible e imposible para poder pagar su primera letra de la isocarro  de su empresa de transportes “Alonso”, que se compró para sacar adelante  a su familia, o la falsa caridad que brota en el ambiente siempre que llega la Navidad y más en aquella época donde reinaba el culto a las apariencias para tranquilizar las conciencias de algunas personas con aquello del “Siente un pobre en su mesa”. Excelente comedia de costumbres y un buen retrato social de la España del momento, anterior a los Planes de Desarrollo, la del 61.

Durante toda la película los diálogos como las escenas, son muy precisos, muy cuidados, tan certeros  que encuadran muy  bien la acción, en la que  un Plácido  nos dice: “Yo quiero pagar, soy una persona sería”, o un bien intencionado Gabino Quintanilla, soberbiamente interpretado por José Luis López Vázquez, que desde su bondad y conmiseración trata de paliar la situación agónica que se vive   y organiza un caduco festival con actrices de segundo orden  para recabar ayuda y facilitar la operación de “Siente un pobre en su mesa”,  y al mismo tiempo trata de calmar la desesperación de Plácido con palabras cuando dice “En un día como hoy no se embarga a nadie”, y  cuando la situación se le complica a Plácido, le ayuda con dinero y el pronto pago…En el aire quedan aquellas palabras definitorias de una conducta de entonces y de ahora de “Una Nochebuena sin besugo, no es Nochebuena”, o la demoledora conclusión de “En la tierra no hay Caridad, nunca la ha habido y nunca la habrá”, y todo ello no exento de humor que reflejan diálogos como éste.

-“Póngase la cofia

- No que me acabo de hacer la permanente.”

Al fin, después de muchos avatares y de abonar su pago pendiente, Plácido puede recogerse con su familia, para celebrar la parca cena de Nochebuena.

Después de estar atrapado unas dos horas por esta excelente película,  de recordar la España del isocarro, pan y garrafón,  y de disfrutar y saborear el arte, la perfección, lo bien hecho y todo con pocos recursos, me di de bruces con la realidad y escribo estas palabras para reivindicar el buen cine, se haga donde se haga y más en España, que también lo tenemos y muestras como ésta lo avalan. ¡Es una lástima que muchas personas dejen de leer, de ver cine, después de la saturación excesiva  de libros sin páginas y de películas sin imágenes que invaden el mercado! Hemos de cuidar entre todos la calidad, lo bien hecho…y este es el objetivo de estas letras que,  además de agradecimiento al genio, espera que sirvan de ayuda a otros futuros espectadores. ¡Merece la pena ver una película como ésta, aunque sea española, y es que la calidad no cansa!

Por último quisiera decir que esta película, no sé por qué, me ha recordado otra excelente  española, la primera que obtuvo un Oscar en 1983, “Volver a empezar”, de José Luis Garci, donde nuevamente se demuestra que con pocos medios,  buen guion, buen director y buena plantilla de actores se logra la perfección,  el aplauso , el premio.

En la noche de este viernes, 21 de enero,  nuevamente se han encontrado dos películas, dos buenos directores y dos nominados a Oscar a la mejor película en habla no inglesa; uno con premio y otro lo puedo tener, y me han recordado que el buen cine existe :veámoslo.

 

                     José Antonio Noval Cueto.




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