A tenor de lo que estamos viviendo últimamente en este
mercado persa del todo vale, cada vez es más difícil concretar qué es España.
No consiste en tener banderitas en reloj, pulseritas en la muñeca, banderas
colgando del balcón o blandiendo en las manifestaciones. A España se defiende
con la verdad, con el trabajo, con la honradez, con la justicia, con la responsabilidad y ejemplo de
vida, con la conciencia de sabernos
responsables de nuestro futuro y del de las generaciones venideras. Esto es lo
que dice la Historia de la nación más
antigua de Europa y que todos debemos
respetar. Y digo esto porque, por muchas justificaciones que se nos den no es
lógico ni asumible que nuestro futuro dependa de un prófugo de la justicia, que
lleva años diseñando y programando como desestabilizarla, fragmentarla y empobrecerla.
Quizás cada uno tenemos un versión simplificada de España,
que se reduce a nuestra familia, círculo de amistades, compañeros de trabajo y
vecinos, pero a poco que salgamos de nuestros lares comprobamos la variedad de
formas de vida y manifestaciones culturales que impregnan nuestras regiones,
desde la sardana, la muñeira, la jota, el zarziko , soleás, chotis…gaita,
chistu y guitarra, fandangos, bulerías, tonás, pasodobles… pero a lo largo de
nuestra vida siempre nos encontramos con momentos que nos sacan del error. Así
aquella concentración de quintos
procedentes del Sur , con destino al Norte, y viceversa, que se concentró
un día de Reyes de 1977 en las instalaciones militares de Cuatro Vientos
(Madrid). Éramos más de cuatro mil personas, y en sus miradas se leía
incertidumbre, preocupación no exenta de temor, nostalgia y quien más quien
menos reflejaba su procedencia y su estilo de vida. Para algunos era la primera
vez que salían de su hogar, de su familia, pueblo y las lejanas torres de Madrid
les infundía respeto, pavor, no exento de cierto componente de aventura. Era la
mili.
El pasado jueves, 17 de agosto, festividad de San Eusebio, cuando
hacían su paseíllo los toreros de la segunda corrida de la tradicional Feria
Taurina de Begoña, y en una tarde de luz y sol que resaltaba más aún la
majestuosa y variada indumentaria de los toreros, que iba del ceniza y oro, de
Andrés Roca Rey; el grana y oro, de José Antonio Morante de la Puebla, y el
bermejo y oro de José María Manzanares, con sus cuadrillas y mozos , mientras aún perduraban los sones de
“Ese Gijón del alma”, bellamente ejecutado por la Banda de Música, con los
tendidos de sol y sombra llenos, hasta el extremo que la empresa pidió
disculpas por demorar unos cinco minutos el inicio del festejo, para acomodar a
los muchos aficionados que aún esperaban,… al son del pasodoble y del aire
marcial de los protagonistas, me vino a la cabeza la expresión que da título a
esta artículo: “Esto es España” o mejor, parte de nuestra España, nos guste o no
nos guste , y si no basta contemplar los cuadros de Picasso, Goya, Bayeu, las estatuas de Sebastián
Miranda, los versos de Alberti, Lorca…o la multitud de crónicas taurinas que
embellecen nuestra literatura y anidan en los periódicos.
El espectáculo estaba servido antes de empezar, y es que una
errónea decisión municipal de manera unilateral privó a los gijoneses y a los
muchos foráneos que durante este mes nos visitan, de la feria taurina de Begoña
y ahora, en una decisión sensata y respetuosa con una longeva tradición, la
actual alcaldesa, doña Carmen Moriyón, en tiempo récord, recuperó la fiesta y
la multitud presente agradeció la decisión tomada. Dos horas antes de iniciarse
la corrida las calles aledañas, cafeterías y tabernas estaban llenas de público
de todas las edades, - se tuvieron que servir los Gin-Tónic en vaso de
plástico- que estaban expectantes por ver actuar a estos tres toreros, que en
la actualidad son la élite del panorama taurino.
A todo esto hemos de añadir que el día anterior el Juli, en
su corrida de retirada de los ruedos, consiguió lo nunca visto en El Bibio, el
indulto de un toro, con el singular nombre de “Caritativo”.
No soy experto taurino, pero sí aficionado desde que mi amigo
Basilio me llevó, en la época de “El Cordobés”, “El Litri”, a ver torear a
Jaime Ostos, Diego Puerta, Paco Camino…y en esas jornadas de sol y aplausos,
música y oro, arraigo en mí la decisión que acudir al Bibio en agosto y a San
Mateo, en Oviedo, en setiembre, en cuya plaza
toreó el Juli, en su tercer corrida como matador, pocos días después de
tomar la alternativa en Nímes.
Nos guste o no nos guste, no se puede entender España sin los
toros. Recuerdo que hasta en Belmonte teníamos un torero de nombre Tinín. Ayer,
a pesar de la poca fuerza de los toros de la ganadería salmantina de Montalvo,-
cinco negros y uno color tierra oscura, de escasas fuerza y bravura. Sólo uno
acudió libremente al picador-, los tres diestros les sacaron faena y nos
dejaron muestras de su buen hacer, como molinetes, martinetes, naturales,
derechazos marca de la casa, como Morante, Manzanares y, en el último de la
tarde, de nombre “Fajín”, de 522 kilos,
Roca Rey se ganó al público con sus dos pases por la espalda y con el
magisterio y dominio que trasmite.
En esta pelea de poder a poder, con la muerte en medio, entre el instinto del toro y la inteligencia
humana, nuevamente los tres diestros dejaron constancia de su magisterio. Los
tres podían haber llevado triunfo, pero la espada, el descabello les jugó mala pasada,
y sólo en el sexto de la tarde, el de más fuerza y mejor dotado, permitió a
Roca Rey lograr el triunfo y la puerta grande de “EL Bibio”.
El jueves, 17 de agosto, dos años después de la supresión de los toros en Gijón, la afición ha vuelto a la Plaza y ha disfrutado de una buena tarde de toros. ¡Muchas gracias, Carmen Moriyón, a seguir en esa línea que te caracteriza! ¡Enhorabuena! Dentro de las urgencias de tiempo, se cuidaron los detalles, hasta el sugerente y bello cartel.
José Antonio Noval Cueto.
P.D Siempre he dicho que política es sentido común.
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