Decir que los españoles estamos padeciendo un secuestro del
poder no es ninguna exageración. Decir que la democracia real y no formal, se
está variando, tergiversando, alterando el funcionamiento normal de las instituciones
no es ningún despropósito,- véanse los
avatares del Poder Judicial-, y esto y
más sucede todos los días desde la engañosa y torpedera moción de censura a
Rajoy, que habilitó el todos contra el PP, que también, no podemos negarlo,
hizo méritos para ello, por sus complejos, temores y excesivo tacticismo, al
pensar que los problemas se solucionan solos, que el tiempo todo lo arregla...Así
el fallido referéndum de noviembre de 2014 y las nulas consecuencias penales
para sus promotores, que los envalentonó más y llevó a las funestas
consecuencias del ‘procés’ de octubre del 17. Decir que la Ley no es igual para
todos, que depende de las circunstancias, hechos y personas, tampoco es una
exageración. Omito dar detalles que todos conocemos. ¿Se está respetando el
llamado ‘Estado de Derecho?
Hace ya un tiempo que Mariano de Larra nos decía que
“escribir en España era llorar”, más recientemente Quino, con su precisa e
incisiva Mafalda nos avisaba que opinar era una profesión de riesgo y esto no
se frena, va a más y anunciado desde el atril de la ONU por el propio Presidente
en su plan de regeneración informativa. En
circunstancias como éstas, cuesta hilar unas palabras, hacer una reflexión, buscar
la noticia agradable que alimente nuestra dicha, nuestra esperanza, y es que el
lector, el pueblo llano está tan desencantado, tan frustrado que ya no espera
nada, solo subsistir, pasar los días y dosificar su desesperanza… Y es que el
ser humano es algo más que estómago, necesita del aliento vital de ese aire
fresco que ilusione y justifique proyectos, ideas, vidas, destinos y naciones,
en ese objetivo constante de hacer un mundo mejor.
Finalidad que cada día se ve más lejana, pues es tal el nivel
de emisiones acústicas, de mentiras, de
ruidos e imágenes que ya no se puede respirar. En el ambiente impera, -no me
atrevo a decir ‘reina’ por no herir-, “el sálvese quien pueda”. Y es que España
está padeciendo en sus carnes un nuevo episodio de “empleomanía”, o sea,
primero ‘yo’, ‘mi cargo’, que el interés general, que el bien de todos. La
llamada disciplina de voto encubre
muchos intereses personales y solo esta
actitud puede justificar lo que está ocurriendo, lo que se está consintiendo,
lo que está avergonzando a los españoles, …- leyes sin aprobar: apoyo, critico y
cuestiono a la vez un mismo tema, hecho…-
y sólo si peligra la coalición de
intereses unidos - ley de amnistía, indultos, malversación, ERES…- apoyo.
España se está convirtiendo en un botín de reparto, con las exigencias insolentes
e insolidarias de unos pocos y el silencio interesado de otros muchos que pase
lo que pase, ocurra lo que ocurra, hagan lo que hagan, digan lo que digan,
permanecen en su puesto y a esto le llaman gobernar y representar al pueblo. Siempre
he dicho que la única condición que le pongo a un político es que tenga
autonomía para decir “sí” o “no”; si no la tiene, por el bien de todos, que se
vaya.
En este pugilato interesado que llevamos padeciendo desde
hace casi seis años, ahora le toca el turno a Hispanoamérica. Hemos empezado
por Argentina, inmiscuyéndonos en su proceso electoral; posteriormente con
Venezuela, con el doble juego de cobijar al Presidente electo y no reconocer
sus resultados electorales, por mucho que el Congreso y la Eurocámara lo exijan,
y ahora, últimamente con Méjico, cuyo idioma dominante es el castellano, el que
nos une y nos internacionaliza. El Gobierno condena el desprecio de la
Presidencia entrante al no invitar al Rey de España a su toma de posesión y
miembros de ese mismo Gobierno justifica y apoya con su presencia el desprecio
recibido. Motivo: España conquistó a Méjico en el siglo XVI. Toca callar. Aquí
no pasa nada. ¿Es mucho pedir cordura, altura de miras, dignidad, respeto a lo
que somos? ¿Puede representar a España quién no acata su Historia? Hace ya un
tiempo Pablo Neruda dijo que: “España nos lo quitó todo, pero nos lo dio todo,
hasta el idioma…”
No todo vale en política. ¡Por favor, no insulten más a
nuestra inteligencia!
José Antonio Noval Cueto.