Desde la noche del pasado martes cualquier palabra que se
escriba o diga en esta nuestra querida tierra, en España, se impregna de llanto,
dolor y lágrimas. Motivo: Dana en Valencia y alrededores… Los titulares de
prensa no paran de incrementar el número de víctimas, de desaparecidos y hoy,
cuando escribo estas letras, en directo, “La Nueva España” comunica que el
Gobierno enviará a Valencia 5.000 militares y un buque de la Armada. Desde
cualquier parte de España, desde la misma Asturias, la solidaridad se ha hecho
presente desde el primer momento. Afortunadamente es más la gente buena que la
mala, que la indiferente, que la insensible o que la inhumana que aprovecha la
desesperación para hacer rapiña, pero son los menos y merecen la reprobación de
todos; por el contrario, la riada de voluntarios que arriesgan sus vidas por
salvar las de otros y que ha obligado a
las autoridades de la Generalitat , desbordadas ante tan explosión solidaria, a tomar medidas y limitar su movilidad en aras
de una mayor eficacia, evidencia la temperatura moral de una ciudadanía
comprometida, que hace lo ajeno suyo y ayuda donde sea menester y para lo que
sea menester, sin escatimar esfuerzos, ayudas y riesgos.
Nos ponemos en la
persona de los afectados y no damos crédito, creemos que es un mal sueño, una
pesadilla. Nos parece imposible que en plena época de los algoritmos, de la
Inteligencia artificial, cuando parece que la Técnica controla y domina el
Mundo, de improviso, en vísperas del puente de “Todos los Santos”, cuando se
las prometían felices ,turistas,
hoteleros y hosteleros, de repente, casi sin mediar aviso, nos
encontremos con que esa “Gota fría”, que pasa de los 90 litros/ metro cuadrado
previstos por la AEMET el domingo, 27 de octubre, a los más de 400 litros/metro cuadrado en la
tarde del martes, 29 de octubre, y ha generado el pánico y dolor que todos visualizamos en esas imágenes apocalípticos,
propias del fin del mundo, que parecen
más diseñadas por la fantasmagórica ficción del
Halloween que por la propia realidad.
¿Cómo puede pasarnos esto a nosotros, un país de la UE, con
alto nivel de vida, que recibe emigrantes y que ha llegado a pensar que con
pagar un seguro (de hogar, de coche, de vida…) estamos libres de cualquier contingencia o infortunio? Lamentablemente,
por desgracia, la realidad, la propia naturaleza se encarga, de vez en cuando,
de decirnos lo equivocados que estamos. La seguridad que se nos vende no
existe. Que no somos nada, que somos tan frágiles que hasta el agua nos zarandea,
domina y anega, y que en palabras del Salmo 24(23) se nos recuerda:” Del Señor
es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes, porque
Él la fundó sobre los mares…”. Somos humanos y aplicamos la lógica humana a
todo lo que nos ocurre, pero episodios como éste no la tienen, sólo nos queda
acudir a explicaciones genéricas que intentar dar respuesta a nuestras
limitaciones: : ¿Cambio climático? ¿Dana?...
Ante situaciones tan inexplicables como éstas, hay que ir
pasito a pasito, y ahora lo que toca es resolver, rescatar, ayudar, recobrar la esperanza, el ansia de vivir, salir a
flote; en resumen, recuperar la normalidad, que todos sabemos que no va a ser
cosa de un día, sino de muchos y de muchos esfuerzos y para ello debemos contar
con el apoyo de todos - los españoles de cualquier región ya lo estamos
haciendo-. Conseguida ésta, la razón, el sentido común nos obliga a evitar que
situaciones como éstas se vuelvan a producir, y para ello tenemos que analizar
con rigor lo ocurrido: Aciertos, errores, carencias, necesidades... Es el
momento que hable la ciencia, el rigor, el análisis, y para ello se necesita la
máxima libertad, información y transparencia, y una de vez diseccionado el
fenómeno tomar las medidas e inversiones necesarias que eviten tragedias tan
desmedidas como éstas , y si hubiera que depurar alguna responsabilidad que se
haga, pero repito, que la Ciencia, con mayúscula, trabaje, y que la política se
recluya en sus cuarteles. ¿Será mucho pedir? En la mente de todos está lo
ocurrido a principios de octubre , concretamente el 10 de octubre en las costas
de la Florida ante la llegada del huracán Miltón y cómo la colaboración estrecha entre el gobierno de
Joe Biden y el gobernador republicano de La Florida, Ron Desentis, hicieron que
el desenlace no tuviera las dimensiones que se temían.
Nuevamente el pueblo ha estado por encima de la clase
política y pruebas evidentes de ello las tenemos desde el primer momento, tarde
noche del martes; no así la clase política gobernante que ha preferido aprobar
el nuevo Reglamento de la Televisión española – que asigna a cada consejero,
quince en total, 100.000 euros anuales
hasta 2030- que suspender el Pleno del Congreso del 31 de octubre como pedía el
resto de la clase política, en solidaridad con la tragedia que en ese momento
se vivía en el Levante español. La fotografía del ministro Óscar López Agueda,
ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, solo en la
bancada azul del Gobierno lo dice todo, y más aquellas palabras de la Portavoz
de Podemos, Aína Vidal de que “los diputados no están para achicar agua”….¡¡¡Llora,
guitarra, llora!!!.
Por último un ruego. Lo que ha ocurrido en Levante puede
pasar en otras partes de España. Tomemos precauciones.
José Antonio Noval Cueto.
P.D Nuevamente son de actualidad aquellas palabras de los
burgaleses al paso del Cid hacia el destierro: “Dios que buen vasallo , si
hubiera buen señor…” El pueblo de Valencia, como afectado, y el resto de España
como samaritano han demostrado que son buenos vasallos, de excelente nivel
moral. Esperemos que los que gobiernan reciban su aplauso.
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