Publicado el 5 de marzo en "La Nueva España"
Hay
días que nos deparan sorpresas tan agradables que hacen que miremos la vida de un
modo diferente, con distinta perspectiva. Y esto es lo que me ocurrió el pasado
17 de Febrero de 2.013 cuando asistía a misa de 11 de la mañana en la Iglesia parroquial de San
Félix de Lugones, y es que a la entrada
del templo se oían los sones de trompetas y tambores, que hacían pensar que
alguna celebración o algún acontecimiento teníamos, y en verdad que era así. Empezaba
la misa catequética para los niños, y
desde el coro, sito en la parte central
del templo, encima de la puerta de entrada y enfrente del presbiterio, sonaron
las fuertes notas de trompetas y tambores. Parecía que las paredes, columnas y
techumbre de la Iglesia se desprendían, se fragmentaban al interpretar el “Cerca de
Ti”, pero poco a poco nos fuimos adaptando al momento y asimilando su tono y a ello contribuía la medida y
prudente palabra del párroco, Don Joaquín. Los feligreses de Lugones íbamos a
tener el privilegio de escuchar y apreciar el buen hacer de la Cofradía de La Hermandad de los
Estudiantes, que tiene su sede en la parroquia de San Javier , en Oviedo, y que
ya es un referente dentro de la
Semana Santa ovetense Una vez más la música, elemento sagrado
donde los haya , iba a testimoniar y acompañar nuestra fe. Los niños, bien
despiertos por la celestial y sorprendente música, situados en los primeros
bancos, volvían sus cabezas curiosas hacia el Coro o hacia la derecha del altar,
donde un integrante de la
Hermandad izaba el bello estandarte del Grupo. La Palabra de Dios, la Música y los fieles, en
especial los niños, iban a ser los protagonistas. La Palabra , con textos tan
adecuados como las tentaciones de Jesús en el desierto, imagen certera de
nuestras ambiciones y tentaciones; la
Música , con su intervención en los momentos más relevantes de
la misa, así al empezar con la conocida canción “Cerca de Ti, Señor”; en la Consagración con el
Himno de España, y al acabar la misa con la conocida Saeta de Antonio Machado
“Al Cristo de los Gitanos”; y, por último, los niños que no perdían ripio de lo
que pasaba y que en algunos momentos, con sus cantos acompañados de palmas y
pies, competían en percusión con los músicos. . En medio de toda esta mezcla de
sensaciones, el sacerdote que , con un texto bíblico tan sugerente como el ya citado, nos ilustraba a cerca del mal en el mundo y
de nuestra pequeña o gran responsabilidad en su extensión o freno, y nos
recordaba que siempre existe una culpa personal, un mal propio que debemos reconocer y combatir
.
Pocas
veces he visto una mayor coordinación entre fieles y sacerdote, y a todo ello
contribuyó la música, que hizo que esta Santa Misa de este 17 de Febrero
tuviera un tono especial y que hasta la bella imagen de Cristo crucificado que
preside el presbiterio de San Félix - ese
Cristo vivo , de medianas dimensiones, de
cabeza levantada y sufriente- lanzara unos destellos de alegría , de
contento , y no era para menos, pues
pudo comprobar como todos hacíamos suyo ese
deseo popular de pedir una escalera para subir al madero y quitarle los clavos
a Jesús el nazareno, de ayudar al hermano, al próximo, - no viene mal recordar
que los conceptos de fraternidad, caridad o solidaridad u otros semejantes, son
patrimonio cristiano, no se dan en otras culturas- y pudo percibir como todos ,
a ritmo de trompetas y tambores, teníamos diferente pulso y recordábamos que en
el Año de la Fe ,
en palabras del Papa Emérito Benedicto XVI, Dios no puede entrar en mi corazón si yo no le
abro la puerta.
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