El
dios Eolo desató la cadena de los vientos y éstos, incomprensiblemente y contra
todo pronóstico técnico, azotaron la ciudad filipina de Taclobán, capital de la
isla de Leyte, sita a 100
kilómetros de Cebú – isla turística por excelencia- con
ráfagas de una velocidad endiablada, más de 300 kilómetros/hora, con fuertes
lluvias y olas de 6 a
10 metros ,
que han dejado la ciudad convertida en escombros, arrasada. El número oficial
de muertos se desconoce, aunque ya se airea la astronómica cifra de 4.460
fallecidos, miles de desplazados, miseria, dolor y muerte.
Una
vez más las fuerzas naturales han hecho presencia y a los humanos, por muchos
tipos de Seguro que tengamos, sólo nos queda resignación, ayuda y colaboración,
con la sana intención de devolver las ganas de vivir, que no es poco, a miles
de personas que se han quedado sin nada, incluso sin familia, que es lo peor
que a uno le puede ocurrir. La abundancia de imágenes y la repetición de
tragedias en diferentes partes del Planeta y a mucha distancia de nosotros,
tienden a insensibilizarlos, a no considerarlas nuestras, pero en el caso de
Filipinas, a pesar de la distancia, esta tragedia no nos deja indiferentes,
pues son muchos los lazos que los españoles hemos tenido con esas tierras, donde
hasta el actual Presidente tiene por nombre Benigno, y su embajador en España,
Carlos, de apellido Salinas.
No
se puede hablar de Filipinas sin hacer referencia a España y a su idioma, pues
han sido muchos los años y siglos de presencia española en esas tierras, así
recordemos que el primer asentamiento español tuvo lugar en la Isla de Cebú en 1.565 de
manos de Miguel López de Legazpi y de Andrés de Urdaneta, y que desde la
fundación de Manila un 24 de junio de 1.571 el español ha sido lengua oficial
en esa zona hasta el año 1.973, y en mi Lugones natal una de las personas más
singulares era “el filipino”, abuelo de mi amigo Miguel, que regentaba un bar
del mismo nombre, y que todos los niños nos lo imaginábamos como persona de
mucha aventura y contienda, pues Filipinas nos sonaba a lucha, conquista,
leyenda, magia, pues teníamos en el recuerdo la película “Los últimos de
Filipinas”. Después con el correr de los años y la influencia de la prensa del
corazón los recuerdos llevan el nombre de Marcos e Imelda, con sus modelos
exclusivos de zapatos, y más recientemente la filipina por excelencia es la
bella Isable Presley que , con su
exótica, cuidada y madura belleza , aún marca las pautas de belleza del mundo
occidental.
Pero
hoy , desgraciadamente, Filipinas habla de hambre, desesperación, dolor y
muerte, y esa misma situación demanda de nosotros, de cada uno de nosotros,
AYUDA, pues si nunca lo humano nos debe ser indiferente, menos Filipinas, donde
hasta el himno habla español.
P.D “ Salamat sa iyong tulóng” o “Gracias por tu
ayuda”
No hay comentarios:
Publicar un comentario