Y esto da pie a preguntarse si la tabla de valores que damos
a nuestros hijos, a nuestros alumnos es la adecuada, la necesaria para circular
por la vida. ¿Se defiende la verdad o mi verdad? ¿Se potencia la voluntad, el
esfuerzo, la lealtad, el compromiso y fidelidad a la palabra dada? ¿Educamos a
nuestros jóvenes para que respondan de sus actos y sus consecuencias? ¿Se les
anima a ser coherentes o se practica la moral de la ocasión o hacer lo que en
cada momento convenga, independientemente de su bondad o maldad? ¿Se les
inculca el respeto por la dignidad de las personas, independientemente de su
edad, raza o posición social? ¿Qué idea se les traslada del ser humano y de la
sociedad? Dicho de modo más sencillo y directo ¿Tienen nuestros jóvenes proyectos
para todas las edades y un motivo o porqué por el que luchar, sabiendo que en
la vida no sólo hay alegría, triunfos, poder, sino también momentos de
tristeza, de fracaso, de miseria?¿se les educa el corazón, los
sentimientos? ¿Se les educa para vivir o
sólo para ganar dinero? ¿Se alienta la fraternidad y la necesidad que tenemos
todos de todos? Podría hacerme más
preguntas pues la realidad que nos rodea es bipolar, se dice
acatar la Ley y al mismo tiempo se la vulnera, se promete y se incumple sin el
menor rubor, se ama y se odia en décimas de segundo, se jura y se traiciona , y es que para ser importante o intentarlo vale todo y así nos
va que hemos generado una sociedad donde el suicidio es la primera causa de
muerte entre nuestros jóvenes. Todo es consecuencia de la sociedad del espectáculo
en que vivimos.
Ahora ya entiendo aquella respuesta que una hija dio a su
madre cuando ésta insistentemente le preguntaba qué quería ser de mayor y ella
tímida y titubeante respondió: PERSONA. ¿Les ayudamos entre todos con nuestro
ejemplo a conseguirlo? ¡BUEN VIAJE!
José
Antonio Noval Cueto.
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