sábado, 10 de octubre de 2015

“Excalibur…”

No es la primera vez que desde esta columna comento el  protagonismo que adquieren los animales, de todas las clases, especialmente los considerados domésticos, en los medios de comunicación y basta para ello seguir las noticias que estampan las portadas de los periódicos un día sí y otro también o rastrear las Actas de la Junta General del Principado o las de muchos plenos de nuestros ayuntamientos…  Estos días al cumplirse un año de la ejecución de Excalibur, perro propiedad de Teresa Romero,- la primera auxiliar de clínica infectada con el virus del Ébola en España- su recuerdo ha vuelto a ser noticia y ha dado lugar a manifestaciones de protesta en muchas  ciudades españolas. También nuestro periódico, La Nueva España, esta última temporada muestra fotografías de nuestros lectores que posan satisfechos ante la escultura del perro Rufo, testigo y compañero de muchos avatares de la vida ovetense de últimos del siglo XX.

Desconozco cuales son los motivos que llevan a llamar a un perro/a de una manera concreta, aunque supongo  que si los nombres de persona dependen en muchas ocasiones del azar, de los padrinos, de las series televisivas,  del fútbol , de la política, de la historia, o del mero respeto a la tradición - menos mal que ahora uno puede cambiar su nombre y apellido - también esas mismas  influencias se dan al  nombrar  la mascota familiar. Así si rastreamos los archivos  nos encontramos con perros que se llaman: Brutus, Atila, Nerón,  Prim, Atila, Godoy, Lenin, Mas,  – suele ser aconsejable que su nombre sea corto, no más de tres sílabas - o bien con nombres  de las letras y artes en general como: Beethoven, Byron, Dalí,  o con títulos sacados de series televisivas donde es protagonista : Bambi, Laika, Mickey, Pluto, Rin Tin Tin, Rocky, Rufo- perro labrador experto en tocar el piano- o  Toby, el  perro de mi nieto. He de lamentar que los perros con tradición literaria gocen de menos afectos así :Argos, Troya, Eneas, Cipión ,Berganza, Troilo…Recientemente me he enterado que Pablo  Neruda siempre ponía el mismo nombre a sus perros y no era otro que “Kuthaka”, término de Colombo, capital de la isla de Ceilán, donde estuvo en sus años jóvenes.

No hay duda que los propietarios de Excaribur han sido muy originales y han buscado un nombre cargado de intención para llamar a su perro.   Término  este mitológico con el que se designaba a la espada del rey Arturo , forjada y diseñada  por el mago Merlín, y  que tenía la propiedad de proteger a su portador y evitar todo daño o herida. Javier Limón, marido de Teresa, al recordar a su perro, incinerado en Paracuellos del Jarama, el pasado 8 de octubre de 2014, decía que:  ”Era para nosotros el hijo que no pudimos tener…”.

En un  mundo donde el egoísmo y el individualismo cotizan al máximo, parece que va haciéndose realidad una de las frases más duras que leí en un pie de foto de un libro de Historia hace ya muchos años, en mi adolescencia,- por aquel entonces mi admiración era un pointer cazador de nombre “Lila”, propiedad de mi vecino Jesús -   y que de hacerse realidad supondría el reconocimiento de nuestro fracaso como hombres, como personas. Siempre que la recuerdo tiembla mi conciencia ante la posibilidad que sea una realidad venidera, y aquella frase la pronunció Hitler y decía: “Cuanto más trato a los hombres más quiero a los perros”. ¡Está en nuestra mano no sólo detener la tendencia, sino cambiarla!. Cuidemos a los animales, a nuestras mascotas, pero especialmente al ser humano, a nuestros semejantes, a nuestros hermanos, y no olvidemos, como decía la Santa de Ávila, que “ o se crece o se decrece” y esto me da pie a plantearme y plantearos la siguiente pregunta: ¿Pueden progresar los pueblos si descuidamos la moral?


                                 José Antonio Noval Cueto

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