“Excalibur…”
No es la primera vez que desde esta columna comento el protagonismo que adquieren los animales, de
todas las clases, especialmente los considerados domésticos, en los medios de
comunicación y basta para ello seguir las noticias que estampan las portadas de
los periódicos un día sí y otro también o rastrear las Actas de la Junta
General del Principado o las de muchos plenos de nuestros ayuntamientos… Estos días al cumplirse un año de la ejecución
de Excalibur, perro propiedad de Teresa Romero,- la primera auxiliar de clínica
infectada con el virus del Ébola en España- su recuerdo ha vuelto a ser noticia
y ha dado lugar a manifestaciones de protesta en muchas ciudades españolas. También nuestro
periódico, La Nueva España, esta última temporada muestra fotografías de
nuestros lectores que posan satisfechos ante la escultura del perro Rufo,
testigo y compañero de muchos avatares de la vida ovetense de últimos del siglo
XX.
Desconozco cuales son los motivos que llevan a llamar a un
perro/a de una manera concreta, aunque supongo que si los nombres de persona dependen en
muchas ocasiones del azar, de los padrinos, de las series televisivas, del fútbol , de la política, de la historia,
o del mero respeto a la tradición - menos mal que ahora uno puede cambiar su
nombre y apellido - también esas mismas influencias se dan al nombrar la mascota familiar. Así si rastreamos los
archivos nos encontramos con perros que se
llaman: Brutus, Atila, Nerón, Prim,
Atila, Godoy, Lenin, Mas, – suele ser
aconsejable que su nombre sea corto, no más de tres sílabas - o bien con
nombres de las letras y artes en general
como: Beethoven, Byron, Dalí, o con
títulos sacados de series televisivas donde es protagonista : Bambi, Laika,
Mickey, Pluto, Rin Tin Tin, Rocky, Rufo- perro labrador experto en tocar el
piano- o Toby, el perro de mi nieto. He de lamentar que los
perros con tradición literaria gocen de menos afectos así :Argos, Troya, Eneas,
Cipión ,Berganza, Troilo…Recientemente me he enterado que Pablo Neruda siempre ponía el mismo nombre a sus
perros y no era otro que “Kuthaka”, término de Colombo, capital de la isla de
Ceilán, donde estuvo en sus años jóvenes.
No hay duda que los propietarios de Excaribur han sido muy
originales y han buscado un nombre cargado de intención para llamar a su
perro. Término este mitológico con el que se designaba a la
espada del rey Arturo , forjada y diseñada
por el mago Merlín, y que tenía
la propiedad de proteger a su portador y evitar todo daño o herida. Javier
Limón, marido de Teresa, al recordar a su perro, incinerado en Paracuellos del
Jarama, el pasado 8 de octubre de 2014, decía que: ”Era para nosotros el hijo que no pudimos
tener…”.
En un mundo donde el egoísmo y el individualismo
cotizan al máximo, parece que va haciéndose realidad una de las frases más
duras que leí en un pie de foto de un libro de Historia hace ya muchos años, en
mi adolescencia,- por aquel entonces mi admiración era un pointer cazador de
nombre “Lila”, propiedad de mi vecino Jesús - y que de hacerse realidad supondría el
reconocimiento de nuestro fracaso como hombres, como personas. Siempre que la
recuerdo tiembla mi conciencia ante la posibilidad que sea una realidad
venidera, y aquella frase la pronunció Hitler y decía: “Cuanto más trato a los
hombres más quiero a los perros”. ¡Está en nuestra mano no sólo detener la
tendencia, sino cambiarla!. Cuidemos a los animales, a nuestras mascotas, pero
especialmente al ser humano, a nuestros semejantes, a nuestros hermanos, y no
olvidemos, como decía la Santa de Ávila, que “ o se crece o se decrece” y esto
me da pie a plantearme y plantearos la siguiente pregunta: ¿Pueden progresar
los pueblos si descuidamos la moral?
José Antonio
Noval Cueto
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