Si cuando empecé en el Colegio, allá por 1980, era el
profesor más joven del claustro , hoy, pasados treinta y cinco años llevó el honroso título de ser uno de los profesores
más antiguos– perdónenme, no sé por qué, que me niegue a usar el calificativo
de “viejo”- y supongo que estos muchos
años son los que han hecho a la revista literaria del Colegio “Cuartodehora” pedirme
estas letras, con la única intención de recordar que se cumplen cuarenta años
del inicio de la actividad docente del Colegio Los Robles, curso 1975-76, ubicado
en una zona llamada “el Cantu Les Cabres”, y donde en otro tiempo , primera
mitad del siglo XX- según testimonios del lugar - jugaba el equipo de fútbol de Pruvia que se
hacía llamar el Olimpia. Eran los
tiempos en que la comunicación con Oviedo, Gijón era menos fluida y donde las
lecheras acercaban la leche a Oviedo,
mediante caballerías o asnos. Estaba en sus inicios la Urbanización Soto de
Llanera.
Pretender encerrar la vida del Colegio en una cuartilla es
una meta imposible y creo que tampoco es el cometido que se me ha pedido o al
menos yo no lo entiendo así, de ahí que me tome el atrevimiento de recordar o
destacar aquellos aspectos que nos singularizan y que pasado un tiempo,
cuarenta años, nos afirman más aún en la
idoneidad de nuestro proyecto educativo en una época donde escasea la educación en valores y donde la frontera del mal y del bien se estrecha, infectada por el determinismo y
la moral del momento, el éxito fácil y ,a ser posible, sin esfuerzo.
Estas condiciones reinantes en el mundo actual no han sido un
impedimento para que el Colegio llevara a cabo su proyecto educativo, su formación integral ,
sustentada en los principios de libertad, dignidad y trascendencia, y el mejor
reflejo de esto nos lo dan , lo hacen visibles los alumnos que pasan por
nuestras aulas. Es muy frecuente que al encontrarme con diferentes
profesionales y hablarme de sus colaboradores si alguno fue alumno del colegio
me diga:
- José Antonio, no sé qué
tienen vuestros alumnos, que se nota que
son de Los Robles. Se hacen querer. Dejan huella. Tienen un estilo propio : son
generosos, buenos compañeros, tienen iniciativa y capacidad de entrega, obedientes, leales...No
pasan desapercibidos y para bien.
Este mismo ambiente lo percibo ,año tras año, en los
encuentros que organiza Colegio con las antiguas promociones al cumplirse los
diez o quince años de terminar sus estudios y especialmente en el Acto de
Imposición de Becas a los veinticinco años – y donde muchos planifican con
antelación la jornada y no les importa tener que coger avión o coche para
reencontrarse con sus compañeros de Promoción, los que les pedían o dejaban
apuntes, pipas, caramelos o les hacían
alguna que otra faena como guardarles la ropa, los zapatos o tirarles alguna
que otra bola de papel… los que les guardaron sus primeras confidencias y les
acompañaron en sus primeros pasos de adulto, los de la amistad más
desinteresada a cambio de nada. Y es que el compañerismo es una de las notas
más características de nuestros alumnos y buena prueba es que creo que no
existe promoción del colegio que no celebre por
navidades la típica comida o cena, mero pretexto para reunirse y evocar viejos tiempos. Diferentes
profesiones y diferentes responsabilidades con mayor o menor proyección social.
En esos momentos son su Promoción, sus compañeros de siempre. Trabajen o estén
en paro…
Ahora que tanto se habla de la necesidad de la educación en
valores, ahora que hasta en los centros públicos se usan uniformes y la tutoría
con alumnos está cobrando importancia no viene mal recordar que esto ya se
lleva haciendo en el colegio desde 1975, y que uno de sus impulsores fue don
Víctor García Hoz, cuyo libro “Manual Técnico del Profesor”, era consulta obligada .
Ahora que tanto se habla de éxito, de rendimientos, de
porcentajes de selectividad, creo que el mayor logro que ha tenido y tiene el
Colegio es que nuestros alumnos sean personas, ser personas de bien, en quienes se pueda
confiar, personas que tengan criterio, plan de vida para los pocos y los muchos
años, y todo ello independientemente de su actividad profesional, pues como me
dijo un padre que iba a ser intervenido en una operación con mucho riesgo: “¡A la puerta de un quirófano que importa que
uno sea ingeniero, profesor o pescadero…!”.
En resumen, personas que sepan qué hacer
con su vida, personas con sentido trascendente – ahí se nota la mano de
Familias, Capellanía y preceptores- no cosificadas y vacías. Y en esa tarea
estamos.
Sé que me estoy quedando sin espacio , pero en esto pequeño
recuerdo no puedo dejar de hacer hincapié
en la importancia que han tenido y tienen las familias en la vida del Colegio Los
Robles. Han sido y son nuestra marca distintiva. Siempre hemos tenido padres de
alta calidad humana y eso se nota a la hora de formar esas personas que han
sido- por desgracia algunos alumnos ya no están con nosotros - , son y deben
ser referentes en una sociedad donde domina
más la conducta de la trucha que la del salmón.
José
Antonio Noval Cueto