domingo, 1 de noviembre de 2015

“Billy el Niño”




Superada la etapa de los tebeos, del capitán Trueno, del Jabato o de las Hazañas Bélicas, nuestra adolescencia se abastecía de las películas de cine, bélicas, históricas, patriotas o del oeste, o bien de las lecturas del Coyote o de las novelas de  Marcial Lafuente Estefania, con aquel protagonista de siete pies de altura, atractivo y bueno que enamora a la ranchera acorralada por el mal y que resolvía sus problemas gracias a su habilidad con el revólver. En los quioscos de prensa,  de chucherías y en Lugones, el bazar de García,  se intercambiaban novelas a un módico precio de cinco pesetas. Los hombres preferían las del oeste; las mujeres, más sentimentales,  las de trama romántica, amorosa, especialmente las de la Corín Tellado. Mientras esto ocurría,  se iba implantando poco a poco la red de bibliotecas en nuestra provincia, con el consiguiente auge de lectura y cultura.

De aquella época y gracias a las muchas veces que su figura fue  recreada en el celuloide – la primera en el año 1941, nominada para el Oscar a la mejor fotografía, fue dirigida por David Miller- perdura en nosotros la leyenda de Bill el Niño que periódicamente reaparece en nosotros por diferentes motivos y cuando aún no existe unanimidad en torno al mismo , pues su valoración oscila de villano a héroe, de caballero andante a ángel negro.

En estos últimos tiempos el nombre de Billy el Niño ha vuelto ser noticia en los medios. En primer lugar para referirse a un inspector de policía que lleva este sobrenombre y que es reclamado por la justicia argentina; más recientemente, hace escasos días, para comunicarnos que una foto suya, del auténtico Billy el Niño, jugando con sus compinches a croquet en 1878, está valorada en la actualidad en 5 millones de dólares. No es la única fotografía que existe de Billy, pero sí quizás la más antigua, y digo esto porque en 2007 ya se subastó otra, de finales de 1880 , por el estimable precio de 2,3 millones de dólares.  Y en estos momentos en que escribo mi sorpresa va a más, cuando uno de los relatos de “Historia Universal de la Infamia”, de Jorge Luis Borges, titulado “El asesino desinteresado Bill Harrigan”, se centra en el mítico Billy el Niño. No hay duda que la influencia británica del autor le ha llevado a dedicar un espació a este bandolero, pistolero zurdo , según la tradición, que tiene en su haber el mérito, entre comillas, de haber matado a 21 personas en sus 21 años de vida – todo esto según la leyenda-, pues a día de hoy no hay unanimidad entre los historiadores, y hay quien afirma que no murió un julio de 1881, sino que falleció  como granjero a los 90 años .

Lo que no tiene ninguna duda es que este neoyorquino, de infancia desventurada y casi diríamos trágica, se estableció en la zona de Nuevo México, que las costumbres hispanas y el idioma español fueron parte fundamental de su vida, hasta el punto que su lectura preferida era “La conquista de México”, escrita por Hernán Cortés, e incluso  se dice, no sé si es leyenda o  realidad, que sus últimas palabra fueron en español. Sea por lo que sea, su persona sigue captando adeptos, hasta el extremo que el gobierno de Nuevo México estuvo a punto de concederle un indulto póstumo en el año 2010, algo que conseguirá no tardando mucho en cuanto se disipen algunas dudas sobre la certeza de los hechos que se le imputan acerca del  número de víctimas, si fueron en defensa propia y forzado por las circunstancias en unos tiempos difíciles, en tierra de frontera- después de la independencia de España en 1824, se producen litigios entre Méjico y Estados Unidos para hacerse  con el territorio-  . Lo que si parece que no fue maltratador de mujeres y que nunca ejerció su violencia sobre niños y personas desvalidas.

 En España ,tierra de El Pernales, El Tempranillo, Luis Candelas y Curro Jiménez   entre otros muchos,  tiene últimamente  muchos seguidores el ladrón de guante blanco, quien sin pegar un tiro y sin aparente violencia a través de escritos, empresas virtuales, sonrisas y contactos , está dejando agotadas las reservas del Estado y los problemas sin resolver, con las lógicas consecuencias de quejas ,llantos, separaciones,   desesperaciones,   violencia y muerte, y si no que se lo pregunten al sufrido pueblo español.

En tiempos de desilusión, paro, miseria y fragmentación  territorial ,  y cuando más necesitados estamos de esperanza, de confianza , no viene mal recordar que este belicoso "hispanista" apodado  Billy el Niño  nos tenía en estima  y quizás esto ha contribuido a que lo español cotice mucho en el mismo Nueva York, su ciudad natal, y con la ventaja que esto supone, pues triunfar allí, es triunfar en el mundo. De lo expuesto se deduce que hay muchas formas de ejercer la violencia, y todas perniciosas,  ya con el revólver, colt 45 en la época de Billy, ya con  papel, pluma, sonrisa y móvil,  propia de estos tiempos. Víctimas, todos.



                           José Antonio Noval Cueto

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