A pesar del título, lejos de mi tener protagonismo en este
escrito que surge de la necesidad de alertar, especialmente a los más jóvenes,
de la importancia que ha supuesto para España este tiempo político llamado como
Transición, que toma su inicio a raíz de la muerte de Franco, en noviembre de
1975.
Puede sorprender que uno se atreva a escribir sobre algo de
lo que se ha divulgado mucho, casi diría todo, pero , a
veces, uno comprueba con asombro que cosas, temas o hechos que uno da por
conocidos, para los más jóvenes no lo son, y esto me paso hace unos días en una
comida con colegas de profesión, pero de
mucho más jóvenes, nacidos después de
los 80.
No hay duda que el atractivo de una buena comida no consiste
sólo en saborear unos platos bien elaborados, regados con un buen vino, sino
también acompañarla de una conversación amena sobre los temas más variados y
que interesen a todos. Y en esas estamos cuando surgen los siguientes asuntos: fútbol , vacaciones,
fin de semana, política, impuestos, problemas del trabajo … La ventaja
que tiene compartir mesas con personas jóvenes, vitales, dinámicas, es que te
trasladan su optimismo, su manera de vivir, que si bici de montaña, padell,
alpinismo, atletismo, baile de salón…; de enfermedades no se habla, no toman el
sintrón . La sobremesa se alargaba al hilo de Benitez, Luis Enrique, Cristiano,
Messi, votaciones, corrupción y si la Transición sí o no… Y no tiene nada de
sorprendente que surja este tema, ahora que algún líder de izquierda y algunas
fuerzas emergentes la cuestionen e incluso lleguen a descalificarla y
presentarla como un pacto urdido a espaldas del pueblo, que si en origen pudo
darse, el desenlace de los hechos ha demostrado fehacientemente que no es cierto,
y permítaseme recordar las palabras de un hombre clave de la época como Santiago Carrillo que dice “La Transición no
fue un regalo generoso de los franquistas. Fue conquistado por el pueblo a lo
largo de muchos años de lucha y resistencia…”.
Si ellos tienen ilusiones, ambiciones, proyectos; uno tienen
experiencias, recuerdos y esto se ha puesto
en evidencia al abordar el tema de la Transición y el día a día de la
misma y los años previos, y lo que sí me sorprendió es que a pesar de la
abundancia de libros y ensayos sobre la materia, hay cosas
cotidianas de la época que no se conocen como la implantación del calendario
universitario de Julio Rodríguez, el llamado calendario juliano - ahora que la
Consejería de Educación ha presentado la propuesta para debate de un nuevo
calendario escolar- que hizo que el primer curso de carrera empezara en todas
las facultades en enero de 1974, con la intención de hacer coincidir el año
natural y el académico; el movimiento reivindicativo de los PNN (Profesores no
numerarios) , o la tensión política que se vivía en las aulas, especialmente en
las Facultades de Letras, Derecho, Medicina… donde no era extraño encontrarse
en los vestíbulos o en los pasillos a grupos de extrema derecha, los llamados “
guerrilleros de Cristo” que quitaban carteles de los tablones de anuncios o
amedrentaban con cadenas y gritos…Quien les habla también recuerda la
repercusión del llamado enero negro o asesinato de los abogados de Atocha, una
24 de enero de 1977, compañeros de la actual alcaldesa de Madrid o la tensión
generada con la legalización del Partido Comunista en la Semana Santa de 1997,
concretamente el 9 de abril, Sábado Santo . En este breve recuerdo no olvido
los permisos militares de fin de semana Oviedo-Madrid y regreso, en los autocares
Braña, y como uno de ellos al bajarme de madrugada en el Paseo de la Florida
pasaban los tanques del ejército. La prensa del día alertaba del intento de
sublevación militar conocido como Operación
Galaxía…. ¿Alguien puede defender que todos estos hechos y hasta el mismísimo
23-F eran fruto de un pacto, de un acuerdo, de una mera puesta en escena? La
respuesta es no, y seguro que omito hechos
que pueden ahondar más en lo que estoy diciendo. No hace mucho el
periodista Miguel Ángel Aguilar al hablar de la Transición decía : “Vivíamos en
un tobogán, en una montaña rusa, con el estómago en la boca, entre los
terroristas y los golpistas que pensaban : cuanto peor, mejor. Ni la izquierda
rompía con ETA ni los militares se reconciliaban con la idea de una
Constitución, por la que sentían todo el recelo del mundo…”
Hechas estas consideraciones no viene mal recordar que el
gran enemigo del hombre es el hombre mismo, que no somos perfectos, que tenemos
fallos, que solemos caer setenta veces en la misma piedra, llámese ambición
, vanidad, riqueza, poder, y no tenemos la humildad suficiente para reconocer el
error y rectificar, y eso sí que es lo que demandan los tiempos actuales,
entonar el mea culpa, hacer los cambios que sean necesarios e ilusionar a un
pueblo que ha escrito una de las páginas más importantes de la historia de
España y dejar de escudarse en el sistema, llámese Transición, para justificar
los muchos errores que a título individual o como partido se hayan cometido en
este periodo.
Todo esto no hubiera podido lograrse si no hubiera existido
una ingeniería jurídica que diseñada por el Presidente de las Cortes y profesor
del Rey, Don Torcuato Fernández-Miranda, y mediante el principio de “la ley a la ley”, facilitase el paso de
un sistema autoritario a un régimen monárquico parlamentario, en la persona de
don Juan Carlos de Borbón, de cuyo nombramiento se cumplen cuarenta años el
próximo 22 de Noviembre de 2015.
De todo se desprende que demos al César lo que es del César y
a Dios lo que es de Dios, o dicho en romance paladino, que cada palo aguante su
vela y no olvidemos lo que nos decía la llamada Musa de la Transición, la
bella Carmen Díaz de Rivera: “La
solución está en nosotros mismos, en los ciudadanos. Sobre todo, en esos
jóvenes españoles, que han de aprender del pasado para no cometer los mismos
errores que sus mayores”
José
Antonio Noval Cueto.
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