“Día Internacional del niño”
Siempre he defendido que la política es cercanía, trabajo,
oportunidad, y es la oportunidad de celebrarse hoy el “Día Internacional del
niño” – malo cuando hay que celebrar la importancia del niño en el futuro de
los pueblos- lo que provoca estas letras, que quieren ser una llamada, una
reflexión, un aviso sobre el lema que bautiza esta festividad que no es otro
que “ Somos igual de importantes que los mayores”, contenido que se queda
corto, pues, en mi humilde opinión, y en las
circunstancias actuales el niño cobra cada vez más importancia.
Estamos en precampaña electoral, se acerca galopante el
20 de diciembre, y va siendo el momento que
las fuerzas políticas vayan desgranando sus propuestas y mejor si coincide con
celebraciones como la de hoy. Y eso es lo que ha hecho acertadamente el líder
de Ciudadanos , Albert Rivera, al airear sus propuestas para conciliar la vida
laboral y familiar - uno de los problemas más importantes pendientes de
resolver, pues debe preocuparnos que las madres sean madres por primera vez
pasada la treintena y eso si se lo plantean - que consiste básicamente en elevar a seis
meses el permiso por nacimiento de hijo y poder repartirlo entre ambos cónyuges .
Comunicado muy oportuno para los tiempos que vivimos donde
uno de los problemas de la vieja Europa y más concretamente España, Asturias,
es el excesivo envejecimiento de nuestra población y la falta del lógico relevo
generacional que garantice nuestro futuro – baste citar que Asturias cuenta con
más del doble de población de mayores de 64 años que menores de 16-, todo ello facilitado
por nuestro aumento de la esperanza de
vida, una de las más altas de Europa, que se aproxima a los ochenta y dos años de
media .
Los niños son si cave más importantes que los mayores,
representan el futuro, el porvenir, el necesario relevo generacional, aportan
el optimismo que la sociedad necesita para justificar una vida, un destino y más aún en el mundo rural donde hay
que buscarlos con lupa y su nacimiento se convierte en fiesta y júbilo para
todo el pueblo. Ya, por desgracia, no se
oyen gritos en las plazas ,y en los paseos y avenidas pasean o deambulan
personas con tres piernas o en sillas de rueda, empujadas por personas de otras
latitudes.
Ante esta situación de emergencia, de desconfianza en
nosotros mismos, las soluciones no sólo
no aparecen, sino que si alguna surge,
se obstruye, se archiva, se penaliza, y
esto es lo que ha ocurrido recientemente en el Parlamento asturiano el pasado
mes de octubre al rechazar una Iniciativa Legal popular (ILP) en apoyo de mujer
embarazada y avalada por 23.000 firmas y que llevaba tramitándose desde el 2010
, dando la impresión que el problema antes citado no existe, que ya somos
muchos y tocamos a poco, haciendo caso omiso de aquellos versos de Neruda que dicen “si el paso más grande de la muerte es
el nacer, el paso menor de la vida es el morir”.
Decía la madre Teresa que siempre que nace un niño/a es que Dios
sigue confiando en el hombre, pero nosotros, los terrícolas , en esta cultura
de mercado, miedo y muerte que nos hemos proporcionado , carecemos del coraje
necesario para dejar, como decía Neruda, “como herencia la fe en nuestros
destinos”, y todo ocurre por cerrar nuestros ojos y nuestro corazón a las
necesidades del otro, del prójimo , al que vemos como invasor, refugiado, que huye
de la miseria y muerte que le rodea, en busca de una esperanza, de una ilusión,
de un paraíso en la tierra y sirva como muestra la historia del adolescente
afgano que conduce a su abuela en silla de ruedas hacia los territorios que manan
leche y miel, hacia la próspera y gélida Europa. ¿En qué se diferencian de nosotros? En que
tienen una razón para vivir y nosotros, impregnados de nihilismo, egoísmo y consumo, somos hijos de nosotros mismos, de
la nada, del desencanto, no tenemos consistencia, solidez y ni siquiera proyecto,
pues ni la generosidad de nacer tenemos.
José
Antonio Noval Cueto
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