lunes, 30 de noviembre de 2015

“Ya van cuarenta años…”


Si cuando empecé en el Colegio, allá por 1980, era el profesor más joven del claustro , hoy, pasados treinta y cinco años llevó  el honroso título de ser uno de los profesores más antiguos– perdónenme, no sé por qué, que me niegue a usar el calificativo de “viejo”-  y supongo que estos muchos años son los que han hecho a la revista literaria del Colegio “Cuartodehora” pedirme estas letras, con la única intención de recordar que se cumplen cuarenta años del inicio de la actividad docente del Colegio Los Robles, curso 1975-76, ubicado en una zona llamada “el Cantu Les Cabres”, y donde en otro tiempo , primera mitad del siglo XX- según testimonios del lugar -  jugaba el equipo de fútbol de Pruvia que se hacía llamar el  Olimpia. Eran los tiempos en que la comunicación con Oviedo, Gijón era menos fluida y donde las lecheras acercaban la leche a  Oviedo, mediante caballerías o asnos. Estaba en sus inicios la Urbanización Soto de Llanera.

Pretender encerrar la vida del Colegio en una cuartilla es una meta imposible y creo que tampoco es el cometido que se me ha pedido o al menos yo no lo entiendo así, de ahí que me tome el atrevimiento de recordar o destacar aquellos aspectos que nos singularizan y que pasado un tiempo, cuarenta años,  nos afirman más aún en la idoneidad de nuestro proyecto educativo en una época donde escasea la  educación en valores y donde la frontera  del mal y del bien  se estrecha, infectada por el determinismo y la moral del momento, el éxito fácil y ,a ser posible, sin esfuerzo.

Estas condiciones reinantes en el mundo actual no han sido un impedimento para que el Colegio llevara a cabo su  proyecto educativo, su formación integral , sustentada en los principios de libertad, dignidad y trascendencia, y el mejor reflejo de esto nos lo dan , lo hacen visibles los alumnos que pasan por nuestras aulas. Es muy frecuente que al encontrarme con diferentes profesionales y hablarme de sus colaboradores si alguno fue alumno del colegio me diga:

 - José Antonio, no sé qué  tienen vuestros alumnos, que se nota que son de Los Robles. Se hacen querer. Dejan huella. Tienen un estilo propio : son generosos, buenos compañeros, tienen iniciativa  y capacidad de entrega, obedientes, leales...No pasan desapercibidos y para bien.

Este mismo ambiente lo percibo ,año tras año, en los encuentros que organiza Colegio con las antiguas promociones al cumplirse los diez o quince años de terminar sus estudios y especialmente en el Acto de Imposición de Becas a los veinticinco años – y donde muchos planifican con antelación la jornada y no les importa tener que coger avión o coche para reencontrarse con sus compañeros de Promoción, los que les pedían o dejaban apuntes,  pipas, caramelos o les hacían alguna que otra faena como guardarles la ropa, los zapatos o tirarles alguna que otra bola de papel… los que les guardaron sus primeras confidencias y les acompañaron en sus primeros pasos de adulto, los de la amistad más desinteresada a cambio de nada. Y es que el compañerismo es una de las notas más características de nuestros alumnos y buena prueba es que creo que no existe promoción del colegio que no celebre por  navidades la típica comida o cena, mero pretexto para reunirse  y evocar viejos tiempos. Diferentes profesiones y diferentes responsabilidades con mayor o menor proyección social. En esos momentos son su Promoción, sus compañeros de siempre. Trabajen o estén en paro…

Ahora que tanto se habla de la necesidad de la educación en valores, ahora que hasta en los centros públicos se usan uniformes y la tutoría con alumnos está cobrando importancia no viene mal recordar que esto ya se lleva haciendo en el colegio desde 1975, y que uno de sus impulsores fue don Víctor García Hoz, cuyo libro “Manual Técnico del Profesor”, era consulta obligada    .

Ahora que tanto se habla de éxito, de rendimientos, de porcentajes de selectividad, creo que el mayor logro que ha tenido y tiene el Colegio es  que nuestros alumnos sean personas,  ser personas de bien, en quienes se pueda confiar, personas que tengan criterio, plan de vida para los pocos y los muchos años, y todo ello independientemente de su actividad profesional, pues como me dijo un padre que iba a ser intervenido en una operación con mucho riesgo:  “¡A la puerta de un quirófano que importa que uno sea ingeniero, profesor o  pescadero…!”. En resumen,  personas que sepan qué hacer con su vida, personas con sentido  trascendente – ahí se nota la mano de Familias,  Capellanía y preceptores-   no cosificadas y vacías. Y en esa tarea estamos.

Sé que me estoy quedando sin espacio , pero en esto pequeño recuerdo no puedo dejar de  hacer hincapié en la importancia que han tenido y tienen las familias en la vida del Colegio Los Robles. Han sido y son nuestra marca distintiva. Siempre hemos tenido padres de alta calidad humana y eso se nota a la hora de formar esas personas que han sido- por desgracia algunos alumnos ya no están con nosotros - , son y deben ser  referentes en una sociedad donde domina más la conducta de la trucha que la del salmón.


                                    José Antonio Noval Cueto

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