sábado, 5 de diciembre de 2015

“Nuestro anhelo es tu grandeza”

Siempre que llega el puente de diciembre o  también llamado de la Constitución o de la Inmaculada, los medios de comunicación y más en estos momentos, cargan sus tintas en la importancia de la Constitución, sus bondades y sus carencias, al cumplirse los 37 años de su aprobación, y se nos queda en un segundo plano la festividad de la Inmaculada, Patrona de la Infantería y Patrona de España según disposición de Carlos III, de 8 de noviembre de 1760.

La celebración de la Inmaculada en Siero nos lleva al Acuartelamiento Cabo Noval, donde desde su origen se celebra  la fiesta de su Patrona, la Inmaculada, como saben hacerlo los infantes, o sea, santa Misa – en agradecimiento a su Patrona que les salvó de sus enemigos en la isla de Bommel merced a una “helada milagrosa” y donde éstos llegaron a reconocer que Dios era español -  el tradicional desfile militar, su himno, “Ardor guerrero”, y la copita de vino español y demás viandas. También en estos días, nuestra ciudad hermana, Torrevieja, venera a la Inmaculada Concepción, patrona de la ciudad desde 1789. Desconozco si tenemos representación municipal en las fiestas como hubo en otros momentos.

Pero hay otros motivos que me llevan a escribir estas letras y es que este verano, en mis lecturas, descubrí la importancia que tuvo la Inmaculada Concepción en la vida de una de las personas con más solvencia moral del siglo XX como fue el padre franciscano San Maximiliano Kolbe, que  al ser martirizado en el campo de concentración de Auschwitz, un 14 de agosto de 1945, nos dejó uno de los testimonios de amor más impresionantes, que con sólo recordarlo uno se inquieta y se asombra  al comprobar a donde puede llegar la fuerza del amor y es que dar la vida por el hermano, por el próximo, no se ve todos los días y nos testimonia que no hay mejor pastor que aquel que da la vida por sus ovejas. Todo esto, como es de suponer,  no es fruto de un momento, de un arrebato, sino de mucha fe, de esa fe  que ejemplifica  que quien tiene a Dios nada le falta, y en ese tener a Dios fue esencial para  el padre Kolbe su devoción a la Inmaculada Concepción de María –Totus tuus per Mariam- y de ello ha dejado muchos testimonios a lo largo de  su vida. Así creó la llamada Milicia de la Inmaculada, puso en circulación en Japón, en su época de misionero, un periódico titulado “El caballero de la Inmaculada”, de gran tirada tanto y que posteriormente se editó en Europa, y si esto no fuera poco construyó el Niepokalanow o “Ciudad de la Inmaculada”, sita en Teresin, a unos cuarenta kilómetros de Varsovia, convento franciscano de gran actividad y apogeo en aquellos difíciles momentos de la vida europea.

Pero de la Inmaculada habla también Quevedo cuando evoca uno de los momentos  más aciagos y triste de su vida, a sus 61 años, y nos dice:  ” Un año y diez meses ha que se ejecutó mi prisión a 7 de diciembre, víspera de la Concepción de Nuestra Señora, a las diez y media de la noche”(prisión de San Marcos de León). También habla la parroquia de la Virgen Peregrina de Fátima, sita en la calle Diego de León en Madrid y regentada por los misioneros oblatos de María Inmaculada , y también nuestro Colegio, que desde siempre con todo mimo y fervor celebra la Novena de la Inmaculada, y desde 1585, concretamente 430 años,  los soldados de infantería que al cantar su “Ardor guerrero” nos dicen que :”Nuestro anhelo es tu grandeza, que seas noble y fuerte”, para referirse a España. Algo muy deseable en estos tiempos donde la seguridad peligra y donde España debe reforzarse, pues  quizás sea temerario ostentar juntamente con Luxemburgo el título de naciones europeas que menos invierten en armamento.


                                 José Antonio Noval Cueto

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