viernes, 27 de octubre de 2017

“La música de las palabras…”


No hace mucho en estas misma columna comentaba la inmortalidad del árbol, del “texu, del roble”, testigo de la vida de muchas generaciones, y ahora de la palabra escrita, que justifica la existencia de escritores, periodistas y notarios… aunque no por los mismos fines u motivos.  El escritor intenta detener el instante, parar el tiempo y testimoniar su época.  Relata las aspiraciones , anhelos,inquietudes  y angustias  del ser humano  y para ello su  único instrumento es la palabra y su prosodia.  Y es precisamente la prosodia quien motiva   estas letras , y es que desde hace algún tiempo y quizás debido a la saturación informativa de los personajes como  Puigdemont  y el presidente coreano Kim Jong Un – el hombre bomba  del presidente Trump- , residente en Pyongyang,  su difícil pronunciación y memorización , quizás por eso de la “g”  final de sílaba, me hace relacionarlos, sin entrar en  otros motivos que dejo para los sesudos expertos de la política nacional e internacional.

Hoy sólo quiero hablar de las palabras, de su fragilidad e importancia, y esta preocupación me viene últimamente de mis lecturas, pues no hace mucho me encontré con Nemrod, hijo de Cus y bisnieto de Noé, impulsor de la torre de Babel y  a Cascas, el augur griego que ideó el caballo de Troya y  es que , de un tiempo a esta parte, de megalómanos y tahúres vamos bien, con las perniciosas consecuencias que todos conocemos...Cada día me doy más cuenta de la importancia y fragilidad de las palabras. Importancia que viene de su pretensión  de clasificar la realidad   y es que todo idioma que se precie alardea de precisión, flexibilidad, utilidad y belleza, y sabe  que no todos los contenidos encuentran la expresión o término adecuado ya que el tipo de vida, costumbres , fines e incluso alimentación  varia de un pueblo, región o nación a otros… 

Todo esto me da pie para plantearme la relación que existe entre las palabras y las personas, del mismo modo que  los biólogos estudian  el color de las aves según la alimentación que reciben, y  esto  es fácil de detectar, con oír al hombre del tiempo o al parroquiano, que con voz grave, pide su consumición en una taberna madrileña y oye la pronta respuesta del camarero que le dice:

-      -   Se nota que es usted del Norte.

Afortunadamente la diferente pronunciación según origen, no impide ni dificulta la comunicación, ni el amor entre los mortales, pero la velocidad que imprimimos al diario vivir, - las motos de Telepizza circulan a las 21:30-  no deja momento para el sosiego, para la tranquilidad y menos para saborear una deliciosa tortilla, y esto provoca  la fragilidad del idioma que opera con  palabras muy parecidas de significados muy opuestos que se introducen en el subconsciente para participar en esta ceremonia de la confusión en la que estamos instalados , y es que la  diferencia que existe entre “tradición “ y “traición”,  “patetismo” o “patriotismo”, de “héroe” a “Herodes”, o de “Siero” a “serio”…al ritmo que vamos y más en la época de la posverdad o mentira, se atenúa o va desaparece.

La culpa no es de la palabra, sino del usuario , y algo tenemos que hacer para que el idioma se use correctamente y que las diferencias entre el bien y el mal sean claras , nítidas, transparentes y evidentes, y es que como decía Dante “La confusión de las personas fue siempre el principio de las desgracias de las ciudades, como la mezcolanza de los alimentos lo es de las del cuerpo”… Como consolación también he de decir que hay semejanzas con positiva carga cultural y docente, como la de “libro “ y “libre”. La conclusión es clara.

Desde últimos del siglo XX y principios del XXI los habitantes de Lugones han pasado de ser “lugoninos”, a  “lugonenses” y ahora “lugoneses”.¿Motivos? ¿Linguísticos?... Merecen un análisis más pormenorizado. Si quieren que sus escritos perduren usen tinta azul que no se diluya,  papel de buena textura, y cuando sea preciso consulten al diccionario.Un saludo.


                                                  José Antonio Noval Cueto.


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