sábado, 3 de febrero de 2018

“Bruselas, ciudad de acogida…”

  
Quien  le iba a decir a San Gorik Gaugerico que al construir una pequeña capilla en una isla del río Zenne se formaría en torno suyo un asentamiento que con el correr de los tiempos sería la actual “Brosella” o Bruselas, sede del parlamentarismo europeo y noticia permanente en España, en Europa y de vez en cuando en EEUU,  y no por las ceremonias de emancipación (1515) y de abdicación(1555) de Carlos de Gante o Carlos I de España y V de Alemania para nosotros, celebradas en el Aula Magna del Palacio de Coudenberg (Bruselas),  ni por  las luchas y conquistas del Duque de Alba, sino por la acogida, residencia o posada de utópicos independentistas catalanes, con buena cartera y poca o ninguna  ley,  a no ser sus deseos o caprichos.

Las imágenes que día tras día nos llegan de Bruselas, de Lovaina y últimamente de Waterloo …me trasladan a mi infancia , cuando allá por los años 60, algunos de mis amigos y compañeros de escuela – del curso de doña María Luisa, a quien ya metido en canas aún recuerdo con agrado – abandonaron su Lugones natal y se fueron con sus familias en busca de un futuro mejor a Bélgica, Francia, Holanda, Alemania, Suiza… – era la época de la emigración española a Europa- . A algunos no los he vuelto a ver y a otros ,  ya de vuelta, me los han tenido que presentar, pues ya no los conocía, y eso que solían venir de vacaciones en verano.  Con el paso del tiempo y ante la cantidad de asturianos allí residentes se creó un Centro Asturiano con gran vitalidad. Creo que nunca se ha reconocido y agradecido bastante la importancia que tuvo la emigración  en el despegue económico de España. Para conocer mejor el problema aconsejo la lectura de la obra de teatro de Lauro Olmo “La Camisa”, estrenada precisamente en 1962.

Ya metidos en la Transición y después de nuestro ingreso en la Comunidad Europea se organizaron visitas para conocer Estrasburgo y Bruselas, y  mostrarnos el funcionamiento y la importancia de la Unión en un mundo tan global, y con idéntica finalidad entre otras muchas,  se crearon las Becas Erasmus que ya están en su 30 edición.  No tengo reparos en deciros que nunca he estado en Bélgica, aunque tuve oportunidades para ello, y es que uno es muy apegado al terruño, pero sí puedo deciros que  aquel espejismo belga de progreso, riqueza, vacaciones,  Ford Capri, minifalda, transgresión, música ,  libertad… se ha diluido y a ello han contribuido  dos noticias que me han reconocer que no es oro todo lo que reluce,  y me refiero a : 1/ La falta de seguridad y negligencia que  han puesto en evidencia los atentados islamistas, y eso que las principales instituciones europeas están allí  . 2/ La inseguridad jurídica que preside el acontecer belga. Es difícil de entender, para un no jurista como yo,  que después de los abusos y atropellos cometidos en España y contra  los españoles, los responsables de los mismos circulen libremente por un  territorio de la Unión, concretamente por la que se considera su capital, prueba evidente de lo endeble que es esta Europa, cuando ni  proteger puede a uno de sus aliados.

Han pasado algunas décadas y España ya no es la nación plebeya que suplía las carencias serviles de otros estados europeos. Hoy podemos tratarlas de tú a tú, y nosotros, los españoles, somos parte de esa avanzadilla europea, por mucho que nuestro pesimismo clásico y nuestros complejos de inferioridad no lo quieran reconocer y más se podría lograr si no perdiéramos el tiempo rastreando identidades como si fuéramos un país africano, y es que desde 1492 a la actualidad ya hemos tenido tiempo para saberlo. Por último sólo pediría que un poco más de investigación – garantía auténtica de progreso- y un poco menos de fútbol.   

                 

                                             José Antonio Noval Cueto


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