miércoles, 7 de febrero de 2018

“Necesitamos referentes morales…”

 

¿Los mejores profesores? Los niños.  Esta frase de una conocida oración de la madre Teresa de Calcuta golpea en mi cabeza mientras escribo estas letras, y todo ello debido a una experiencia personal vivida en mi clase de Literatura el pasado martes, 30 de enero, a las 10 de la mañana. Y todo ello por la lectura una  redacción que había mandado para el fin de semana bajo el título genérico de “Lo que me preocupa”, con el fin de que cada uno la hiciera de la manera más personal y creativa. Mi alumno Álvaro, de dieciséis años, aficionado a la música “rap”, convirtió la redacción en una canción “rap”, con un contenido pensado y muy positivo, que nos sorprendió a todos y más aún cuando él mismo la interpretó. 

Quien les escribe ya tiene el seis delante y bastantes años de docencia, y como seguidor de la vida nacional, ese día tenía bajón y había motivos para ello, pues a las 15:00 estaba previsto que se celebrase el Pleno de Investidura del Sr.Puigdemont en el Parlament catalán. ¿Qué pasaría? ¿Se acataría o no las indicaciones del Tribunal Constitucional? Las consecuencias ya eran y son conocidas, nos afectan a todos y especialmente  a la credibilidad de España como nación.  Uno no podía creer que después de todos los esfuerzos de estas décadas por democratizar, ajustar nuestra convivencia a la ley y mejorar la vida de todos los españoles, el saldo que se reciba sea la frivolidad, la locura y la indignidad política. Uno que siempre desprecio las etiquetas y la inacción; uno que siempre creyó en nuestras posibilidades de mejora y de progreso, a la vista de esto ya empezaba a abrir la puerta a aquellos estudiosos indiferentes y desganados que hablan del maleficio de nuestra raza, del: “  somos así,  pasionales, viscerales,  intempestivos, irreflexivos…lo tiramos todo por la borda a la primera de cambio…” Podría seguir dando argumentos derrotistas conocidos por todos, y basta para ello recurrir a Bismark cuando decía “ España es el país más grande del mundo: lleva toda la vida intentando autodestruirse sin conseguirlo…”

Pero afortunadamente llegó la palabra, en boca de un adolescente, Álvaro, que a través de sus letras, cambió la curvatura y todos, sus compañeros y yo, atentos, escuchamos su receta, la solución a nuestros males y problemas, que empezaba con las conocidas palabras machadianas de “Caminante no hay camino, se hace camino” y su noble deseo de un mundo mejor , pero para ello debe existir una “auténtica” libertad de expresión, pluralismo, tolerancia, coherencia personal, patriotismo, respeto y protección al débil (niños, mayores) , en resumen responsabilidad y compromiso real que nos lleve a denunciar y luchar contra los nuevos y falsos dioses del momento: dinero, drogas, sexo, mentira… y culto al “yo”. Reinstaurar la “auténtica” cultura del amor.

A partir de ahí, la sorpresa impregnada de optimismo me hizo ver que no se puede tirar la toalla, que hay que insistir, que  todos, a pesar de los pesares, podemos y debemos  cambiar y mejorar la sociedad, y así nos lo piden las generaciones venideras.

Hace ya unos años,  concretamente un 22 de enero de 1880, Clarín, en uno de sus célebres “Paliques” nos informaba que en el Ateneo se discutía si el mundo moderno debía más a las ciencias naturales que a las morales, y nos decía que una de las ventajas que habían traído las ciencias naturales era el alumbrado público, pero él se preguntaba, como ahora nosotros, si “ ¿no será más importante encontrar al “hombre” que buscaba el filósofo del candil?”


                              José Antonio Noval Cueto.  


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