Si siempre el agua ha tenido protagonismo, más ahora que
hasta Hollywood la ha premiado con cuatro óscar en la película “La Forma del
Agua”, cuyo título ya habla por sí solo. No hace mucho se nos dijo que Asturias necesita para abastecerse el agua
de las minas o nuevas presas; que los asturianos consumimos más litros de agua
que la media nacional – concretamente 31 litros más al día- y eso que los españoles consumimos menos agua
al día que la media de los europeos. En resumen, que los tiempos de la
palangana y el baño semanal están muy lejos.
No soy muy partidario de las celebraciones o conmemoraciones
para publicitar o evidenciar un problema, pues creo que con el pasar de los
años se banaliza – por eso de que el sistema lo engulle todo -, queda en anuncio, en protocolo, en un hacer que se
hace; no obstante reconozco que aun así
si alguien se sensibiliza y se compromete, bienvenido.
Este año de tantas ciclogénesis explosivas celebramos el Día Mundial del Agua , un 22 de marzo de 2018, con una de
ellas, la de Hugo, que ya acecha a nuestra costa , y me va a permitir plantear algunas consideraciones. No
estaba en el guion que el Día del Agua se celebrase con abundante agua,
que bien aprovechada y utilizada será energía y riqueza para todos. Reflexiones
que vienen a mí, cuando se cumplen veinticinco años que la Asamblea General de
las Naciones Unidas declaro que el 22 de marzo de 1993 se celebrase Primer Día
Mundial del Agua. De entonces para acá pocos logros se han obtenido en España,
y a los hechos me remito.
No hace mucho el ideólogo de Podemos, el Sr.Monedero, en una
entrevista periodística decía que uno de los problemas más importantes que
tiene España era su desertización – desconozco si su Grupo presento alguna
proposición sobre el tema en el Parlamento- . En todo esto tiempo poco se ha
hecho para atajarlo y cuando se intentó algo, como en la época del gobierno del
Sr. Aznar con el trasvase del Ebro, un macabro atentado terrorista y la llegada
al poder de un inexperto e imprudente Presidente lo impidieron.
En tiempos de banalización y desprestigio de la política no
viene mal recordar que existe la política de altura, la que abandera grandes
proyectos capaces de transformar la sequía en fertilidad, el páramo en huerta,
el desierto en vergel, pradera, y a ello se deben dedicar nuestros políticos si
de verdad les preocupa el futuro y el bienestar de sus vecinos, de sus ciudadanos. Si lo
hubieran hecho Asturias no sería el geriátrico que es, y eso que dinero hubo en
abundancia, pero su uso y empleo muy desafortunado y de ello saben bien algunos
políticos actuales. Ahora que tanto se habla del corredor mediterráneo ¿qué
hubiera pasado si el agua les llegara con normalidad?... ¡Seríamos el frutero y
granero de Europa!…¿Y esto en qué se traduce? En riqueza, tranquilidad y trabajo
para todos… Todo esto pudo y puede hacerse, pero no a la trágala, sino cuidando y garantizando recursos para
todos…pero la cortedad de miras de unos y los prejuicios de otros, lo impidió;
no por razones técnicas, sino por mero interés político de algunos y así nos ha
ido y nos va, basta ver la penosa situación catalana actual.
También a finales de los 80, en plena hegemonía socialista se
aireó en los medios , por boca de don Alfonso Guerra, la intención de trasladar
o llevar agua del norte para el sur. A mí, en aquel momento, me pareció
exagerado, temerario, pero hoy, una vez que la técnica ha llegado al nivel que
tiene, y que gas argelino calienta
nuestras casas, ya no me parece tan imposible, siempre que hablemos de
excedentes de cuencas y que no vistamos un santo para desvestir a otro. Los
técnicos dirán…A mí se me ocurre que si los israelitas han convertidos
desiertos en vergeles, creo que algo podremos hacer nosotros para evitar la
desertización, del mismo modo que hace unas décadas se transformó el Páramo
leonés en una tierra fértil y productiva, pero mucho me temo que el problema no
es técnico, sino de índole política, y es que
hay quien prefiere que persista la ruina antes que el pueblo progrese, y
de ello deben tomar nota los votantes.
Unas vez planteadas estas cuestiones y ahora que la
Organización de Consumidores va a plantear que los bares sirvan agua del grifo
gratis a sus clientes, permitidme, que en un día lluvioso y ventoso, celebre la
efemérides con los versos del poeta Federico García Lorca nos dejó cuando las gotas de agua martilleaban los cristales de su ventana:
“La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia,
resignada y amable,
una música humilde
se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje…
Es la
aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares…”
José Antonio Noval Cueto.