En un país como el nuestro que ostenta el honroso título de
ser el tercer productor de vinos, con 33,6 millones de hectolitros y líder
mundial en su comercialización, con 22,1 millones de litros vendidos – son los
más baratos-, no tiene que sorprender que hablemos de uvas y siempre que
hablamos de uvas sale a relucir la figura de Lazarillo y su astuto y cruel amo,
el ciego , como se cuenta graciosamente en la novela que da inicio al género picaresco, de autor
desconocido, y que titula “El Lazarillo de Tormes”, publicada en 1554 , donde
el protagonista es un pícaro, que tiene que buscarse desde la indigencia y
abandono un puesto en la sociedad.
Que estamos en un país de pícaros se hace cada día más evidente, solo basta con
leer los titulares de prensa , comprobar en manos de quien estamos y fijarse en
las conductas de sus dirigentes, y no me refiero sólo a los políticos, sino a
todos aquellos en quienes se presupone una cierta autoridad, dignidad,
honradez, saber hacer y prestigio . Quedan lejos los tiempos que se publicitaba
aquello de “Hacienda somos todos” – se ve que algunos más que otros- , y sólo
de vez en cuando y en una época concreto – la de la declaración y recaudación-
se publican – quizás por aquello de pagar el anuncio – los fraudes o impagos
con Hacienda de algún deportista, artista,
contratista o dentista…De los políticos cicateros y tramposos que
incumplen se dice que ha sido un error, un descuido, un fallo del asesor, un no lo sabía, y después con cara de angelito
degollado que busca comprensión y perdón, a resistir y exigir a los demás lo
que ellos no cumplen, y pasado un tiempo aquí paz y después gloria; y es que
eso de pagar no tiene adeptos; siempre se buscan estrategias para pagar menos y
a ser posible que nos invite el vecino de al lado o el último que llega, o como
en otras épocas y más ahora que sube la luz: ”Que pague Ruton en el hogar”.
Cada vez son más difusas las fronteras entre el bien y el
mal, lo justo y lo injusto, la alabanza o la queja, el mérito o el demérito, el
aprobado y el suspenso – ya ni clases de recuperación se necesitan -, el piropo
y el acoso... La única norma la utilidad, el me gusta, me conviene, el mero
interés personal…Y ejemplos tenemos a montones, desde la virtual Universidad y
sus devaluadas titulaciones, que hacen actual la
queja del 98 cuando decía que la mejor
Universidad era una buena biblioteca ; el mundo de la política donde en menos
de veinticuatro horas se pasa de Cortes
a cárcel, de diputado a delincuente…o en el mundo de la prensa donde a golpe de
publicidad y cheque se encubren o publicitan los méritos o deméritos de uno, y si
alguien tiene duda y tiempo que acuda a
las hemerotecas y se encontrará con loas y elogios que avergüenzan y
sonrojan…pero, se publicó…¿por qué?... Cada vez es más difícil encontrar un “sí” o un “no”, razonado, fundamentado,
argumentado. Cada vez es más difícil informarse, razonar, escoger y juzgar . Y en medio estamos nosotros, el pueblo de a
pie, el contribuyente que tiene que pedir socorro a la inteligencia cuando le
dicen que el dinero público no tiene dueño, que el Acueducto de Segovia es
símbolo de la opresión romana o que nadie es responsable de las inversiones
fraudulentas ni de sus sobrecostes y mientras en el Paraíso Natural los ríos
sin limpiar y las patatas sin sembrar.
¿Quién da más? Cada día vemos la política convertida en
lodazal, teatro y barro, y en medio nosotros, el pueblo, el vulgo, la prole – palabra que según Clarín
dio origen al término “proletario”- , a quien se le engaña y se le
oculta información hasta que los hechos consumados nos lleven y conduzcan al
hoyo, al desahucio, al olvido…Últimamente se han puesto de moda en algunos
países europeos las carreras de caracoles y aquí, en España, la de mentiras y
ya nadie se inmuta, incluso hay quien la busca en la prensa del día para
comentarla con los amigos, mientras las hordas intelectuales y científicas guardan
un triste y vergonzante silencio, pues
no tienen madera de héroes.
Hace un tiempo por las calles de Pola ondeaba al viento una
pancarta que decía: “Violencia es no llegar a final de mes”, hoy en esta
ceremonia de la confusión que vivimos, hay más mentiras que uvas, y eso que
Noé, después del Diluvio, lo primero que planto fue una viña. Violencia es mentir y mentir compulsiva y reiteradamente
sin que nadie se inmute, lo denuncie, lo
pene. Creo que ya va siendo hora que nos demos cuenta que si fuéramos más
honestos, nos iría mejor a todos e incluso hasta podrían subirse más las
pensiones.
José
Antonio Noval Cueto
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