De todos es sabido que los martes, desde hace más de 708
años, son un día muy especial en Pola, capital del concejo de Siero, y desde
entonces acuden a ella vecinos y forasteros, tratantes y ganaderos, campesinos
y tenderos…y en épocas concretas, azuzados por la necesidad o el calendario
electoral, políticos o activistas que
recorren sus calles aireando consignas y repartiendo programas cargados de propuestas
posibles e imposibles, sin cuantificación económica. No hace mucho en una época
turbulenta de la historia de España, en plena II República, en la preguerra y
en la misma contienda se vociferaba eso de :” Hagan juego, señores, que la
Falange es dinero del estraperlo español”.
Hoy, ochenta años después, con menos miseria, mejor nivel de
vida, coche, TV, título de bachiller, más universitarios , más edad (media de ochenta y dos años para
hombres y más para mujeres) y con problemas, que nos acompañan siempre desde que
nacemos, especialmente el del paro –antes se iban a América ahora no se sabe a
dónde - nuevamente se oye por las calles
el “Hagan juego , señores… “ que “el independentismo es dinero de la nación
española”.
En esta sociedad del consumo más que del bienestar, con mentiras,
silencios, promesas, ilusiones y sentimientos que ocultan ambiciones y
vanidades, se prepara el gran partido, el último asalto, a celebrar el próximo
día 28 de abril, festividad de San Prudencio de Tarazona, patrono de Álava. En el terreno de juego
muchos partidos, aunque los principales, como siempre son dos: PSOE y PP, que
en esta ocasión no se bastarán a sí mismos, y tendrán que pedir ayuda a sus
subalternos, ya sea Podemos, Independentistas, Ciudadanos, Vox y quien tenga
algún otro mimbre o diputado. En las gradas expectante el pueblo español, desconfiado,
receloso y harto de que le engañen y que no den respuesta a su verdadero
problema y quebradero: el paro, el futuro de sus hijos y familias; y cansado de que no respeten su identidad, su
historia, sus creencias, su manera de entender la vida y hasta sus diversiones (fútbol, toros, caza…). Los socios o
afiliados, militantes en el argot político, no deciden el partido.
Todos luchan por un mismo objetivo: el poder, Moncloa, pero
con diferente motivación. Unos para gestionar, generar confianza y estabilidad y poner a España en ruta europea y mundial, y
con ello garantizar el progreso y bienestar de todos nosotros – en la reciente crisis
nuestras elevadas exportaciones paliaron mucho el problema- . Otros quieren el poder no para resolver nuestras necesidades diarias, sino para imponer sus
caprichos, su credo, desestabilizar, confundir , enfrentar y dividir. Unos
creen en España, en su forma de Estado y
en sus gentes; otros ni siquiera creen en su soflama política , ni en sus discípulos; menos en España y sus
gentes. Cambian de mensaje según les
convenga y si no que se lo pregunten a los jueces y a los independentistas que
les apoyan. Cuando interesa son radicales, cuando no, socialdemócratas. Uno
siempre ha pedido que los políticos sean previsibles, coherentes, honestos…ya
que es la única manera de garantizar el voto.
Una vez más se repite la historia. El próximo día 28 de
abril, festividad de San Prudencio de Tarazona, patrono de Álava, se enfrentan, luchan, combaten , los que
creen en España y en sus gentes, y los que solo creen en sí mismos y en las
oportunidades que da el poder para su ambición , llámese casa con jardín o
viaje a Méjico. Omito hablar de líderes, ya que muchos solo se limitan a leer,
y cuando hablan ni ellos mismos creen lo que dicen. Si hablan, hablan del quebrantahuesos, de Franco, de
Hernán Cortés, Magallanes, pero de la deuda pública que atenaza a España y sus
gentes- debemos más del 97% de lo que producimos- la única respuesta es el silencio. Supongo que Obama , de visita en Sevilla, no haya recordado
la desagradable llamada telefónica que
tuvo que hacer a Zapatero en mayo de
2010.
Mientras tanto y hasta que se recuperen: “Hagan juego,
señores, que el independentismo es dinero de la nación española”. Por favor, eviten las mentiras. El “no” y el “sí”
existen.
José Antonio Noval Cueto.
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