Hoy, 22 de abril, a las 11:30, tenía una cita con los alumnos
de la Décimo quinta promoción del Colegio Los Robles/Curso 1994.1995, al
cumplirse los veintiocho años de su graduación en el Colegio, Celebración que
ha tenido que retrasarse tres años por
los motivos de sobra conocidos: la pandemia. En esta imposición de Becas es
costumbre que uno de sus profesores, imparta la tradicional lección magistral, y
en esta ocasión he sido yo el elegido. Y estas son las palabras pronunciadas y
que quiero compartir con vosotros. ¡Muchas gracias!
Sr.Director, Don Luis Alberca, demás miembros de la mesa
presidencial, alumnos y amigos de la Decimoquinta Promoción del Colegio Los
Robles: ¡Buenos días! Deseo que sean
espléndidos, pues vamos a celebrar esta Imposición de Becas, que supone para
todos un balance – para vosotros y para mí- y además un motivo de
agradecimiento: Estamos aquí. Hay vida,
proyectos, ilusiones, compañía, amistad… Todo ello lo vamos a compartir hoy, entre nosotros, en nuestra casa, en
vuestro Colegio de siempre, donde habéis pasado los años más decisivos de
vuestra vida, y no son palabras protocolarias, sino palabras de Don Tomás Alvira Alvira,
catedrático, en su día, de Ciencias
Naturales en el mítico Instituto madrileño
“Ramiro de Maeztu”, cuando dice:” Construir – no meramente instruir- , educar una
persona, una sociedad, esa es la tarea escondida y grandiosa. Y la clave
principal está en esos años hasta la frontera de los estudios universitarios.
En ellos - a través de la familia y el colegio- se forja una personalidad’’-.
Hoy festividad de San Agapito Papa, Papa nº 57 , que muere
precisamente en Constantinopla cuando trataba de disuadir al emperador Justiniano I , uno de
los Putin medievales de entonces, de sus ansias de conquista de las tierras
italianas, y también festividad de Santa Oportuna, abadesa
francesa, famosa por su austeridad y santidad, me dais la oportunidad de
dirigirme a vosotros y es algo que os agradezco mucho y espero que mis palabras
estén a la altura de la confianza que en mi habéis depositado. Ni vosotros ni
yo somos los mismos. Vosotros unas personas en plena madurez y esplendor – en
torno a los cuarenta y cinco o más- y yo ya un joven mayor jubilado de la
profesión, pero, afortunadamente, mientras
la salud me respete, no de la vida. Sigo
teniendo proyectos, entre ellos mi porción de prensa y mi alvariño del medio
día.
A la hora de hilar estas palabras me pregunté qué puedo deciros,
qué puede seros útil y que os guste. Quizás mi pretensión sea demasiado ambiciosa,
pues uno da lo que da, pero al menos lo voy a intentar. Agradezco que no se me
haya puesto limitación de tiempo, aunque intentaré ajustarme al esquema del
Acto.
Como alumnos del
Colegio que cursasteis COU en el curso académico 1994-95,- año de la primera Guerra de Chechenia, de la
declaración del Parque de Doñana como Patrimonio de la Humanidad, del
descubrimiento en Atapuerca de los restos humanos más antiguos de Europa o del
atentado a Aznar un 19 de abril de 1995- sé que
hay expresiones como que “el escritor consciente e inconscientemente manipula
el idioma”, “que tenemos que ir de cara a la belleza”, “que de quien menos
pensamos vamos a necesitar” , “ que toda persona que se gane el pan
honradamente merece consideración y respeto “ “ que todos en algún momento de
la vida somos maestros y discípulos”, “que debemos conocer la realidad que nos
rodea”, “ “que no podemos hacer dejación
de la responsabilidad de ser ciudadanos
libres “. “que debemos leer todos los días el periódico, aunque sean solo los
titulares” o la muy repetida de “eu pequeño carpinteiro…” y otras
semejantes deambulan por vuestro
subconsciente en un día como hoy… . Eran tiempos en que la verdad cotizaba y en
los que el imperio de las redes sociales y las noticias falsas no habían
mostrado todavía sus tentáculos. Eran los tiempos de buenos columnistas como
Martín Descalzo, Umbral, Camilo José Cela , Miguel Delibes, Luis María Ansón, Pedro J. Ramírez, Martín Prieto,
Oriana Fallachi, Indro Montanelli … Soy
de aquellos que compran un periódico por leer un buen artículo y son muchos los
que recorto y archivo, y me abastezco de las antologías de artículos de grandes
periodistas como Pemán, Julio Camba, Josep Plá, Francisco Umbral, Martín
Descalzo, Cándido, Manuel Rivas, Clarín y por supuesto el maestro de
maestros, Mariano José de Larra… Cada
vez hay más escritores-periodistas, y cada vez es más difícil separar el
llamado lenguaje periodístico del literario, y tengo claro que en estos tiempos
difíciles para el periodismo, éste se salvará por la calidad. No hace mucho
descubrí que escritores periodistas como Umbral y García Márquez se abastecían
en sus años mozos de mucha poesía. De ahí la importancia de la forma para que
el contenido resalte, sorprenda o la tan abstracta y opaca explicación de mi
época juvenil, de fondo y forma.
Hoy, casi treinta años después de vuestra graduación,
concretamente veintiocho, el mundo es
más triste, menos esperanzado, más inseguro y la mejor prueba es la baja natalidad
de España y en especial de Asturias, -con una edad media de casi cincuenta años
- , hasta el punto que ya no tenemos garantizado el deseable relevo
generacional, y necesitamos unos 12.000 cuidadores sociales. La frontera entre
el bien y el mal es más difusa y esto no es bueno para nadie, y especialmente
para nuestros jóvenes que tienen ante sí la enorme responsabilidad de pagar la
deuda de sus mayores con una incertidumbre laboral que los angustia, y esto
parece importar a pocos. Hoy, por desgracia, parece que se van incrementando
los seguidores de aquella gélida y tétrica frase de Hitler que heló mis venas
adolescentes y que decía: “Cuando más trato a los hombres, más quiero a los
perros”…Véase la guerra de Ucrania, Nicaragua y ahora Sudán... ¡Qué desilusión! ¡Qué desencanto! Uno
creía que las guerras eran de otros tiempos o de otras latitudes, y al lado de
casa, en plena Europa, en Ucrania , los muertos se cuentan por miles, y en el
ambiente flota la pregunta planteada por Kissinger de cómo poner fin a esa
guerra y ver cómo encontrar un lugar
para Ucrania y otro para Rusia si no queremos que Rusia se convierta en un
puesto avanzado de China en Europa…
Entre estas paredes y en todo este recinto se concentran
muchos recuerdos, muchas vivencias, deseo que sean más las buenas que las malas, que
seguro que también las hay, pues la vida humana no es uniforme, se compone de bajadas
y subidas, de alegrías y penas, de éxitos y fracasos, de frustraciones y
afirmaciones, y todo esto seguro que va a salir una vez demos un paseo por el
Colegio ,le pongamos la beca a Nuestra Señora de Los Robles, visitemos aulas, zonas de recreo, campos de
deporte, de fútbol…Del Colegio conocéis muchas cosas, especialmente la más
importante y es que “Los principales y
primeros educadores son los padres”, con razón decía Napoleón que había
preocuparse de la educación de los hijos unos veinte años antes de que nacieran
. Si tuviera que decir qué es lo que
hace diferente a este colegio de otros, no es el inglés, ni la informática , ni
las canchas deportivas, ni los resultados de Selectividad, ni la calidad de la
tutoría, con ser excelentes, óptimos…sino el alto nivel humano de las familias
que teníamos y que sé que aún tenemos, y esto ayuda mucho, pues no sólo
educamos los profesores, también os educáis entre vosotros. Familias a quienes tengo presentes en este
momento que os hablo y con quienes aprendió mucho este entonces joven de 26
años, que iniciaba su trayectoria profesional en el año 1980.
La casualidad quiso que cuando me llamaron para sugerirme
sobre la posibilidad de deciros unos palabras en este importante día , estaba leyendo un libro de Don Tomás Alvira Alvira titulado “El Ramiro de Maeztu, una pedagogía viva” , que me va a
permitir hablar de cosas que quizás no conozcáis y también del Polideportivo Magariños, de gran actualidad
estos días,-pues hace veinte día se presentó en sus instalaciones Yolanda Díaz
con su proyecto “SUMAR”-, que debe su nombre al Catedrático de Latín del
Ramiro, don Antonio Magariños y primer presidente del Club Estudiantes de Baloncesto, que inició
su andadura en el curso 1948-49. La primera piedra del Polideportivo la
bendijo y colocó el Ministerio de Educación Nacional un 18 de junio de 1966, al
cumplir el Instituto, como vosotros, los veinticinco años de su apertura
A estas alturas de mi exposición seguro que más de uno se
habrá preguntado que tiene que ver el Instituto Ramiro de Maeztu y el Colegio
Los Robles, y la respuesta es el mismo Tomás Alvira Alvira y voy a tratar de
justificarla.
Antes os decía que conocíais muchas cosas del Colegio, su
estructura, su ideario, sus objetivos que no son otros que educar en cristiano,
pero me ha entrado la sospecha que quizás lo que voy a deciros ahora no lo conocéis
y es bueno que un día como hoy lo sepáis. Son muchas las personas que han hecho
posible que se crease Fomento de Centros de Enseñanza y se extendiera por toda
España, también en Asturias, pero me vais a permitir que hoy me centre en don Tomás Alvira Alvira, excelente catedrático del Ramiro, y de reciente
actualidad por su iniciado proceso de canonización en compañía de su esposa Paquita . Lo que
deseo sea una realidad cuanto antes.
Vinculado al Instituto Ramiro de Maeztu casi desde sus
orígenes, cuando su propósito era educar, tener vida, cariño… ha sido pieza
clave en la navegación de Fomento y como no, también del Colegio Los Robles y es de justicia decirlo, ya que como él mismo
dice :”La principal grandeza de una institución o de una persona está en poner
todo el corazón para dar vida a una gran idea, y hacerlo sin que apenas se
note, con esa sencillez y naturalidad que son muestra de la verdadera
elegancia”, o sea tener la elegancia de la sencillez.
Conocí a don Tomás Alvira Alvira en la última semana del mes
de agosto de 1980, en el “Curso de nuevos profesores” que se impartía en el
Colegio Los Olmos de Madrid” y que uno de sus apartados incluía una entrevista
con un directivo o responsable de la Institución. Yo tuve la oportunidad y
suerte de ser entrevistado por Don Tomás Alvira Alvira y siempre recordaré el
clima de bondad, serenidad, humanidad que trasmitía a un aspirante nervioso,
que según avanzaba la conversación se volvía tranquilo, relajado, como si estuviera
a las puertas del Cielo. ¡Siempre recordaré esa atmósfera y ese exquisito trato
y delicadeza! Y es esa sensación, esa
vivencia la que motiva estas letras que espero que contribuyan a conocer un
poco más vuestro colegio, vuestra casa.
Esto no ha sido ni es fruto de la casualidad, sino de un
trabajo, de una perseverancia y de unos objetivos claros: educar, preparar para
la vida, formar buenos ciudadanos, buenos profesionales, buenos Hijos de Dios.
Antes de concluir mi intervención quiero confesaros que uno
de mis santos preferidos es San Dimas, ‘el buen ladrón’. El porqué intuyo que
todos lo sabéis. Y ya que hemos hablado del Instituto Ramiro de Maeztu y su
relación con el Colegio Los Robles, don Tomás Alvira nos cuenta que ya en 1941 San Josemaría Escrivá de
Balaguer impartió Ejercicios Espirituales para profesores del Instituto y que uno
de los grandes poetas de la segunda mitad del siglo XX, don José María
Valverde, antiguo alumno del Instituto en su poemario “Hombre de Dios”(Salmos,
Elegías y oraciones”), publicado en 1947 , nos dice:” Tú no has hecho tu obra
para hundirla en el silencio…Sigue, sigue cumpliendo esa tierna ley que te
obliga a cantar”. También en Los Robles tenemos excelentes poetas, de los que
en otro momento hablaré. Otra persona que ha tenido vinculaciones con el Ramiro
de Maeztu, fue el economista asturiano, recientemente fallecido, Juan Velarde
fuertes.
Dicho lo dicho, solo me queda desear que la décimo quinta
promoción, la de la niña bonita, se siga reuniendo, que mantenga esa desinteresada amistad de infancia y
adolescencia, y que vuestras
realizaciones y proyectos vayan a más. La vida según don Tomás no se cuenta
por años, sino por realizaciones. Hay vidas largas, pero estériles; cortas,
pero llenas de fertilidad.
Reitero mi agradecimiento por haberme permitido deciros
estas palabras. Espero que hayan estado
a la altura que os merecéis. ¡Muchas gracias por permitidme mitigar mi deuda con Tomás Alvira Alvira!
José Antonio Noval Cueto.