lunes, 10 de junio de 2013

“Después de veinticinco años…”(I)



" Oigaaa...  El que acaba , qué hace"

Con este lema impreso en camisetas confeccionadas para la ocasión, el pasado sábado, 8 de junio, a las 19 horas, los alumnos de la Octava Promoción del Colegio Los Robles, que habían terminado sus estudios hace 25 años, concretamente en el Curso 1.987/88, recibieron nuevamente la Beca del Colegio. A muchos de ellos no les veía desde entonces, algunos hicieron todo lo posible e imposible por estar aquí, alguno desde Méjico, otros desde Madrid, de Francia y los más desde diferentes localidades del propio Principado. La mayoría  mostraban un buen aspecto, conservaban bien su tipo y a unos pocos la calvicie les había quitado su abundante y rizada cabellera. Las profesiones eran de lo más dispar, desde abogacía, informática, ingeniería, mundo militar, empresarios, autónomos y algunos con  la preocupación y tristeza que trae el paro.

El acto comenzó con una Santa Misa, oficiada por Don Salvador Tejedor, antiguo capellán del Colegio, que durante la misma tuvo un recuerdo muy emotivo para seis alumnos  y un antiguo profesor fallecidos. Después visita a las instalaciones del Colegio, vuelta a sus antiguas aulas, con un equipamiento más moderno y con la nota distintiva de las pizarras digitales, el Polideportivo, la Biblioteca del Colegio, con el típico sabor inglés, y la Ermita donde se venera y tiene su trono La Virgen de Los Robles, en cuyo retablo se lee la inscripción “PUERTA DEL CIELO…”. En una zona ajardinada de la misma se plantó un esbelto “roble" como recuerdo del día. Concluida la visita , volvimos al amplio vestíbulo de Primaria, que hace las funciones de salón de actos y donde tuve el privilegio, como antiguo profesor, de diriguirles unas palabras. Discurso que me llevó algún tiempo de elaboración y que me provocó cierta preocupación, pues pensaba, ¿qué puede uno decirles a personas de 42 años y que están en pleno uso de sus capacidades? A pesar de las aparentes dificultades, de todos es sabido que cuando el público está predispuesto, como en este caso, la labor del orador es fácil, y así ha sido, de manera que una vez situado en el atril hice hincapié en algunos aspectos que me parecían interesantes y les dije que la amistad y el sano compañerismo son de las cosas que de verdad importan, y buen aprueba de ello la han dado ellos mismos, pues el que más y el que menos ha tenido que salvar múltiples obstáculos para encontrarse hoy. Les dije que son muchos los recuerdos que tengo de ellos, pero hay uno que siempre me acompaña y es que un 16 de Diciembre de 1.987 al entrar en el comedor, todos de pie me disteis la enhorabuena por el nacimiento de mi hijo Pablo y tuvisteis el detalle de regalarme un bello sonajero que aún conservo con mucho cariño. Detalles como éste hablan por si solos de la categoría humana de la que siempre hicisteis gala. En mi intervención no faltó el apunte docente o mejor diría la pretensión de transmitir algunas sugerencias que me han sido útiles en la vida, y que a pesar de su sencillez, creo que no se practican mucho, y les hable de la importancia de “saber escuchar”  y de tener la disponibilidad de ánimo suficiente para reconocer que la persona más inesperada puede hacernos una sugerencia o un aportación interesante. Ya, para concluir les recordé que este Colegio, el Colegio Los Robles siempre se ha caracterizado por la categoría humana de sus familias. Éstas son el elemento básico de un centro educativo, son su mejor instrumento, su mejor instalación y ellos, los alumnos, en este caso la Octava promoción, es el mejor patrimonio que tiene el Colegio. Finalizada mi intervención le tocó el turno de palabra al representante de los alumnos, don Bernardo Montes, que con ese tono natural que da el sentirse querido y arropado por los suyos empezó su intervención diciendo que estaba muy contento de encontrarse con amigos que hacia tiempo que no veía, con personas que a pesar de echarle de la fila para entrar en el comedor, a pesar de “vejarle” en los recreos, apreciaba y estaba convencido que esto que decía era lo que pensaban sus amigos y compañeros, en resumen que el aprecio era mutuo. Reconoció la importancia que tuvo en su vida la educación en valores impartida en el Colegio, que después del frenesí universitario, han hecho de mi una persona que lucha por ser mejor y cumplir con mis obligaciones familiares de padre de cuatro hijos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario