Si
ya en escritos anteriores he felicitado a la Sociedad de Festejos de La Isla , por escoger como
titular de la misma a San Pedro, patrono de nuestra parroquia, Primer Papa de la Iglesia y uno de los más
venerados en todo el santoral católico, por su nobleza, transparencia y
fidelidad al mensaje del Señor, en esta
ocasión, agradeciendo la invitación que me hizo la Sociedad para que
escribiera para vuestra Revista de Fiestas, voy a hablaros de una persona, de un
empresario, de lo que los modernos llaman hoy emprendedores, y el reto no es fácil,
pues me cae en casa y nada más lejos de mi usar estas líneas para lisonjas de
parientes, pero después de mucho pensar, he llegado a la conclusión que dice el
tribunal del viento, o sea el pueblo llano, SE LO MERECE, y por todo ello no
voy a rehusar el reto, y espero que se entienda mi intención.
Y
es que hablar de la zona o barrio de La
Isla , lugar donde viven mas de 482 familias, de mediana edad,
- sus primogénitos ya vuelan solos -es hablar de Ovidio Moro Estrada, promotor
que puso en marcha este proyecto hacia los años 80, que construido en fases, agrupado
en 4 calles, es hoy uno de los lugares más concurridos y bulliciosos de Pola- ya sea por su proximidad a la Estación , la Oficina de Empleo, el
mercadillo de los martes, sus bares y sidrerías, y todo tipo de actividades
mercantiles y burocráticas(seguros, comestibles, librería, sedes de sindicato,
partido político, academias…)- y fue una de las primeras zonas donde el viajero
encontraba fácilmente aparcamiento asfaltado y gratuito. La Isla tiene el mérito de su
cercanía, su hospitalidad, allí nadie se siente forastero.
Quien
os escribe hace tiempo que no cree en etiquetas, sino en personas, en hechos. Y
hoy, a través de estas líneas, voy a hablaros de una persona, en todos sus
términos, de un empresario de los que se “arremangan la camisa”, de una persona
que con más de 80 años se subía a las techumbres para subsanar cualquier
problema, de los que conocen lo que es crear una pequeña empresa y soportar
todas las penalidades que trae consigo el levantar un proyecto y llevarlo adelante,
o sea, de los que saben sufrir. Un empresario de los que crean riqueza personal
y también riqueza social. Llegó a tener más de 50 obreros, sin contar los empleos indirectos, y ahora contempla con preocupación que sus
hijos no tengan el trabajo que antes tenían.
Fíjate- me decía- si esto está mal, que tengo los hijos casi de
brazos cruzados. Los bancos no dan créditos y así no se puede vender.
No
hace mucho yendo en su compañía Ovidio se encontró con un obrero suyo jubilado, y le preguntó:
-
Hombre, Fulano, ¿Cómo estás? ¿Cómo te va la vida?
-
Ahora que los tiempos son tan difíciles la paga me llega- contestó- ¡Qué bien
hiciste en hacernos declarar todas las horas extra que trabajamos . Ahora,
gracias a eso, mi pensión responde.
-
No os lo decía yo –respondió Ovidio- que
más adelante os iba a beneficiar y que me lo agradecerías.
Son
muchas las obras que Ovidio realizó en Pola, en el Berrón, en Oviedo, junto al
Centro Comercial de los Prados, así como multitud de pequeñas viviendas
unifamiliares que se hacían en los 60, de planta baja y de pequeñas dimensiones.
Uno de los edificios más importantes de Pola y que dan realce a la nueva Pola o
Siero Este, llamado por algún el nuevo Berlín, por su modernidad, es su
espectacular Torre, construida por Ovidio y del que se siente muy orgulloso por
su espectacularidad y por el empuje que ha dado a la zona, con su bonita
fachada ventilada, aunque muchos quebraderos le dio por los problemas de cimentación. Es frecuente
acompañarle a parroquias de Siero, especialmente a Lieres, Feleches, Carbayín…y
que te diga esa casa la levante yo, en fines de semana, o cuando venía de
trabajar…pues Ovidio, antes de empezar a
construir, trabajo con sus tíos Secundino y Rufo, de “pinche”, después entró en
la mina de Pumarabule, donde trabajo de tubero, para librar la mili, y posteriormente
ya empezó su andadura como pequeño empresario. Recuerda con cariño sus trabajos
en el Pozo de Mosquitera, donde ha dejado grandes amigos (Tuilla) Eran los
tiempos donde aún vivía en Traspando, su lugar de nacimiento, y en la casa
paterna, que da nombre a este artículo, La Facienda , también llamada antiguamente La Fonda del Gas. Eran los
tiempos duros de los inicios, donde para ir a la playa utilizaba el pequeño
camión de la empresa.
No
creo exagerar si digo que una de las normas básicas en la andadura de Ovidio ha
sido la seriedad, la obra bien hecha, el espíritu dialogante y el ser una
persona de acusada sensibilidad social. No hace mucho una persona me recordaba las dificultades que tuvo
para pagar su piso a raíz de las huelgas mineras de los 60, y como Ovidio
siempre le tranquilizaba y le decía que ya le pagaría cuando las cosas se
arreglasen.
Su
lema siempre ha sido la obra bien hecha, pues lo mal hecha no tiene futuro, y lo
bien hecho no tiene fronteras, y esto hacía que en los años boyantes de la
construcción siempre había listas de
espera para comprarle pisos, y el motivo era la seguridad que como promotor daba, ya que él bien sabía
que el que compra un piso, hace la inversión de su vida, y no se le podía defraudar. Su oficina en La Isla es la mejor prueba de
cuanto digo, es un certificado de garantía, siempre receptiva a resolver los problemas que surjan a cualquier
propietario, ya reciente o de antiguo.
Por
último, ahora que florecen empresarios
de quita y pon, especuladores y buscadores de la subvención de turno, es justo
reconocer la trayectoria de una persona muy trabajadora, activa, prudente, enamorada de su profesión,
con más de 60 años de actividad a sus espaldas. Es frecuente acompañar a Ovidio
y que de pronto te diga:” Oye, mira esa cornisa, vaya remate…Qué fachada más
bonita…o quejarse de algún otro defecto que vea”. La construcción ha sido su
vida, su vocación, , donde ha hecho de todo, desde pinche
,albañil… hasta si se tercia de aparejador o arquitecto exponiendo
sugerencias, soluciones…En Traspando, concretamente en la casa de La Facienda , un 22 de
setiembre de 1927, nació Ovidio Moro Estrada, hijo de Cesáreo y Luisa, uno de
los empresarios más señeros de este Concejo, y que en su dilatada andadura
empresarial nos ha hecho ver que es compatible hacer bien las cosas, ganar
dinero y crear un tejido social importante en torno a la empresa, pero sin
olvidar que lo primero para él siempre ha sido la persona, el paisano, pues
como decía Antonio Machado: “Despacito y buena letra, que el hacer las cosas
bien, importa más que el hacerlas”. ¡Ojalá tengamos en Asturias empresarios de
tu talla!
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