Puede
parecer pretencioso que hablemos o equiparemos a Alemania y Siero, pero al
hacerlo no me faltan motivos, hechos y éstos no son otros que una experiencia
vivida el 4 de abril de 2.011 en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Siero,
donde tuve la oportunidad de recibir e intercambiar información con 19
estudiantes y dos profesoras, que procedentes de Meiningen (Turingia) recalaron
en nuestro Concejo, merced a un intercambio cultural con el Instituto Escultor
Juan de Villanueva. A petición de su director don Carlos González, tuve
la oportunidad de recibirles en el Ayuntamiento e intentar explicarles de
manera sucinta qué es Asturias dentro de España, y qué es Siero dentro de
Asturias. Después de mi breve exposición, se abría el típico turno de
preguntas. Recuerdo que en la mesa presidencial del Salón de Plenos me
acompañaban la
Interventora y el Secretario municipal.
La
velada transcurría dentro de lo previsto y las preguntas eran las típicas y
propias de esa sana curiosidad que caracteriza a nuestros jóvenes, pero para
acabar la sesión, una chica, con la mejor intención y sin ánimo de ofender,
llevada de su afán de saber, de conocer, me preguntó: ¿Qué pasa con la economía
en España? Pregunta que hoy, después de todo lo que ha llovido y llueve, quizás
no me habría sorprendido, pero hace casi 30 meses hizo que los miembros de la Mesa nos mirásemos y yo me
preguntara ¿qué le digo, qué le respondo, por dónde empiezo, cómo aclaro el
tema sin que quedemos en evidencia?...Hoy, casi dos años y medio después
recuerdo que hable del Sur de Europa, de las exigencias de Tratado de Maastricht…Acabada
la visita y hecha la foto de rigor, todavía atronaba en mi cabeza la pregunta.
¿Cómo era posible que una alumna del Estado de Turingia, concretamente de
Meiningen, localidad de unos 22.000 habitantes, perteneciente en otro tiempo a
la llamada Alemania del Este, me planteara esta cuestión? Y la respuesta era
muy sencilla y es que la pregunta estaba en la calle. La alumna no hizo nada
más que trasladar lo que sentía el alemán normal ante el despilfarro y derroche
que vivía y aún se vive en la Europa del Sur, y
concretamente en España. No olvidemos que los alemanes nos visitan con frecuencia.
De
entonces a acá han pasado casi 30 meses, casi dos años y medio, y de todos son
conocidas las miserias, desesperaciones y tensiones que vinieron después,
traducidas en intervenciones, rescates, primas de riesgo, paro,
inmigración…cuyas secuelas aún perduran y cuya curación se atisba lejana, así
se habla del 2.016, 2.018, 2.020…pero todo aliñado de menos salario, más
paro, recortes sociales, reajuste de
pensiones…, y todo, según parece, por prescripción facultativa de Europa, o más
concretamente de Alemania, y lo grave es que esto tiene difícil arreglo, pues
Merkel y todo el pueblo alemán sabe que cuanto más exija, cuanto más aprieta,
cuantas más reformas pida, más garantiza el bienestar y el trabajo en Alemania.
Ante
esta situación límite que se vive y ante la inminente celebración de elecciones
en Alemania, no estaría de más hacer nuestra aquella vieja petición del general
francés Charles De Gaulle al pedir que
los franceses votaran en las elecciones americanas, ya que condicionaban
su futuro. De idéntica manera,
nosotros, después de reconocer nuestros
muchos errores, nuestros muchos engaños, nuestras muchas trampas, rogamos,
suplicamos, imploramos que nos dejen votar en las próximas elecciones alemanas
del 22 de setiembre. A cambio prometemos
más cerveza y menos vino.
José Antonio Noval Cueto.
muy interesante don jose antonio
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